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Raquel ha puesto una pancarta reivindicativa en la ventana de su casa. Cober
Conflicto

El grito de desesperación de Raquel Ortiz: «No puedo más»

Esta madre de La Herradura denuncia que su casero le ha cortado la luz para echarla de su vivienda en Telde. «Esto es insostenible y quiero irme de aquí, pero no encuentro una solución. Seguiré luchando por mis hijos», advierte

Lunes, 10 de marzo 2025

Raquel María Ortiz Alonso vive en los últimos meses una auténtica «pesadilla». En noviembre de 2023 alquiló un piso en la calle Chopin del barrio teldense de La Herradura. Hasta allí se fue con sus dos hijos menores -de 6 y 17 años- con la máxima ilusión, pero nunca llegó a imaginar lo que está atravesando.

«En una web vi el alquiler de este piso y contacté con ellos. La casa me la enseñó una chica y un chico, y acepté las condiciones. Pagué 2.600 euros de entrada por dos meses de fianza, un mes de inmobiliaria y un mes en curso», relata. El pasado mes de noviembre, a los doce meses de su estancia en esta vivienda de La Herradura, el casero le indica que debe abandonar la misma «argumentando que el inmueble no cuenta con cédula de habitabilidad. Me dijo que me tomase el tiempo que fuese necesario para buscar un nuevo alquiler y que no me iba a devolver la fianza, por lo que hasta enero no tendría por qué pagar nada. Mi intención desde ese día ha sido irme de aquí, pero estoy encontrando muchas dificultades para encontrar un alquiler», afirma.

Pero su auténtica pesadilla ha llegado desde el pasado 17 de febrero. «Desde ese día estoy sin luz. El casero le ha puesto un candado al cuadro eléctrico y esto ya es un infierno». En su relato, Raquel también apunta que ha recibido «amenazas». Ya se ha puesto en manos de abogados y está a la espera de juicio, pero el día a día en esta casa «es insostenible. Estoy con linternas de pilas y recargables en todos lados y haciendo de tripas corazón porque la situación no les afecte mucho a los niños. Yo estoy destrozada y apenas duermo. Cocino con una butsir que me dejaron para calentar el agua para que se bañen los niños. Para lavar la ropa me las veo y me las deseo, aunque mi madre me ayuda», añadiendo que «una vecina quiso ponerme un alargador para poder poner el termo y lavar la ropa, pero la amenazaron a ella también», relata.

En este duro proceso, Raquel ha descubierto que el contrato de alquiler no estaba a nombre del propietario, sino de otra persona, y que durante meses pagó la mensualidad en efectivo a una mediadora, sin realizar ingresos bancarios.

Cuando llega la noche, Raquel y sus hijos viven en un piso en penumbra, con linternas por todos lados. «No entiendo que nadie pueda ayudarme. Sigo intentando encontrar un piso para irme de este infierno que estoy pasando, pero seguiré luchando por mis hijos, porque este señor no se saldrá con la suya de verme en la calle con los niños y sin un techo donde dormir», manifiesta angustiada.

«He pagado religiosamente cada mes los 650 euros del alquiler, pero dejarme sin luz como medida de presión y con amenazas está siendo una auténtica pesadilla», vuelve a repetir esta teldense que lucha por acabar con una agonía inesperada.

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