Ojos de Garza: Un paseo marítimo que vive en el abandono
Los vecinos reclaman algo de cariño institucional para «no dejar morir lo que tenemos, porque la seguridad está en juego»
La playa de Ojos de Garza, en el municipio de Telde, es un reducto con un enorme encanto, pero sus vecinos reclaman algo de cariño institucional. Su paseo marítimo Roque de Gando presenta un deterioro alarmante y la Asociación de Vecinos Playgarza espera que las administraciones tomen cartas en el asunto porque «estamos condenados a malvivir», destaca su presidente Marcos Pérez. Barandillas rotas, balaustradas que no existen tras el embate del mar o adoquines levantados son detalles de un estado deplorable que ya pone en riesgo la seguridad de vecinos y visitantes.
Marcos Pérez, presidente de Playgarza, es consciente del limbro administrativo en el que se encuentra la playa de Ojos de Garza, entre Costas del Gobierno de España y Costas del Gobierno de Canarias, por lo que el Ayuntamiento de Telde tiene limitada sus actuaciones, «pero hay que encontrar una solución para adecentar el paseo marítimo, que lleva años destrozado. Creo que no hay que dejar morir lo que tenemos».
A la búsqueda de una solución, Playgarza le ha dirigido un escrito a Dolores Padrón, Diputada del Común, para su mediación a fin de que se puedan coordinar las administraciones implicadas y se adopten las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los ciudadanos y la conservación del entorno litoral de Ojos de Garza.
En el mismo se indica que «este espacio, de gran valor para los residentes y visitantes, se encuentra actualmente en un estado de deterioro alarmante debido a los efectos del oleaje, las mareas y las inclemencias del tiempo, sin que hasta la fecha se haya llevado a cabo una intervención adecuada por parte de las administraciones competentes. La mencionada avenida, además de su valor social y paisajístico, cumple una función esencial como vía de comunicación al mar y espacio de estancia cuando las mareas son más altas para los usuarios de la playa. Sin embargo, su actual estado supone un peligro real para viandantes y visitantes, con zonas que presentan riesgo de accidente y que afectan negativamente a la imagen del entorno.
