Víctor y Yersuán, padre e hijo, elaboran el mejor gofio de Canarias en el Molino Buen Lugar, en Firgas. Cober

Molino Buen Lugar: pasión y sacrificio para hacer el mejor gofio de Canarias

Víctor y Yersuán Almeida, padre e hijo, llevan varias décadas elaborando uno de los manjares típicos del archipiélago. Este año su producto ha conseguido el primer puesto en el concurso Agrocanarias 2025

Sábado, 20 de septiembre 2025

El pasado 11 de septiembre es un día que no olvidará nunca Yersuán Almeida. Mientras se encontraba durmiendo en una casa en La Aldea de San Nicolás, en medio de las fiestas de El Charco, le llamó uno de sus empleados para decirle que su variedad de gofio de tueste medio había ganado el premio a mejor gofio de 2025 en el concurso anual Agrocanarias. «Me sonó el teléfono y era uno de los que trabajan conmigo que, mientras lloraba, me decía que habíamos ganado el premio. Estaba medio dormido y creía que me estaba haciendo una broma y le colgué», cuenta emocionado y entre risas Yersuán. Nada de esto hubiera sido posible sin el sacrificio y la pasión que le ponen Yersuán y su padre, Víctor Almeida, a la producción y elaboración de este auténtico manjar canario

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Yersuán lleva trabajando codo con codo junto a su padre durante décadas para hacer distintas variedades de gofio en el Molino Buen Lugar, en Firgas. «Prácticamente no he tenido otro trabajo. Desde pequeño siempre estuve junto a mi abuelo aprendiendo todo el proceso para elaborar gofio», comenta. Y es que su abuelo adquirió el molino en los años 70, pasando de generación en generación hasta entonces. El negocio se fundó en el año 1958 y tuvo varios dueños hasta que fue comprado por el abuelo de Yersuán.

Víctor, junto a un hermano, fueron los que tomaron el relevo de su padre. Ahora le toca el turno a Yersuán, quien poco a poco va cogiendo las riendas del molino. «Ojalá que siga pasando de generación en generación», afirma Yersuán. En su molino elaboran únicamente gofio de millo, con tres tuestes diferentes: fuerte, medio y ligero. Además, su gofio no contiene sal ni azúcar, únicamente millo molido. «La materia prima la traemos desde Argentina, que es la que más se parece al millo canario, y desde Europa», puntualiza Víctor. El motivo de no hacer otros tipos de gofio, como de avena, centeno o trigo, es su política de empresa de hacer sus productos libres de gluten.

El Molino Buen Lugar elabora su gofio sin añadirle sal ni azúcar, primando la pureza de su producto

Actualmente distribuyen su gofio a diario a grandes cadenas de supermercados como Spar o Hiperdino, quienes a su vez venden el gofio del Molino Buen Lugar en la mayoría de sus tiendas en el archipiélago. Además, muchos comedores y restaurantes de la isla también eligen el gofio Buen Lugar. No solo distribuyen sus productos a nivel regional, ya que «tenemos mucha demanda en países como Marruecos, Senegal o Cuba. Llenamos contenedores y los mandamos para allá», indica Yersuán.

Víctor explica que el proceso que siguen a diario para poder elaborar el gofio se basa en «recibimos la materia prima para ponerla a cernir y quitarle las impurezas. Luego lo pasamos a la tostadora y, depende del tueste que queramos, lo dejamos más o menos tiempo». Una vez tostado y enfriado, va directo a uno de los cinco molinos de piedra que tienen en posesión Víctor y Yersuán, para poder obtener el gofio y proceder a su empaquetamiento. «Para envasar el producto tenemos dos máquinas, ya que los paquetes que nos piden desde los países africanos son diferentes a los que usamos a nivel regional», puntualiza Yersuán.

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El motivo por el que con los años han ido aumentando y adquiriendo maquinarias para mejorar los procesos de producción resulta, cuanto menos, curioso. «Antes la fábrica no solo funcionaba por el día, sino que también seguíamos haciendo gofio por la noche, por lo que eso generó que los vecinos nos denunciaran por los ruidos», relatan. Ante esta situación, padre e hijo fueron decidiendo aumentar la maquinaria y el espacio en el molino para producir gofio solamente durante el día.

Una de las claves del éxito de este molino ha sido, sin lugar a dudar, las horas que han invertido tanto Víctor como Yersuán en su negocio. «Antes podíamos trabajar algunos días hasta 15 horas para poder sacar todos los pedidos», afirma Víctor.

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