Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 5 de diciembre de 2025
Manuel Santos, en la plaza de Santa Ana,cerca de donde reside. C7

La memoria de Tunte pregona sus fiestas

Santiago Apóstol ·

Manuel Santos, tirajanero y apasionado de la historia, desvelará este viernes a sus vecinos algunos hitos del pasado del pueblo y de su templo

Gaumet Florido

San Bartolomé de Tirajana

Viernes, 11 de julio 2025, 02:00

Si contara todo lo que sabe y todo lo que ha aprendido de la historia de Tunte y, en general, de San Bartolomé de Tirajana, a Manuel Santos López le daría para un libro, o dos, pero sabe que en un pregón no cabe tanto. Por eso, este tirajanero de cuna y de corazón se ha esforzado para que la noche de este viernes, los que asistan al acto con el que arrancarán las fiestas en honor de Santiago Apóstol, regresen luego a sus casas conociendo al menos algunos de los principales hitos de su pasado como pueblo y también varias claves de la historia de su iglesia y de sus imágenes.

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La cita está prevista a las 20.00 horas, dentro del propio templo, un edificio que conoce bien porque lo transita desde pequeño. «Yo fui monaguillo desde que tenía cinco años», cuenta mientras echa la vista atrás, de aquellos años en que vivió junto a su madre, Pino López Navarro, y su hermana pequeña en una casa en pleno centro del casco, frente al Ayuntamiento. «Hoy hay una dulcería, pero allí teníamos una tiendita de aceite y vinagre».

Con ella salieron adelante pese a la ausencia de su padre, José Santos González, que falleció cuando Manuel, que nació en octubre de 1949, contaba con apenas dos años y medio. En el pueblo inició sus estudios básicos, pero el bachiller lo cursó en el seminario. Lo recomendó el cura de entonces en Tunte, don Juan Rodríguez Alvarado. Era conocida como la universidad de los pobres, como recuerda Manuel que la llamaba Carmelo Artiles, el que fue presidente del Cabildo, pero tampoco ingresaba allí cualquiera y Manuel logró superar las pruebas.

Estuvo interno. Primero cursó en la sede de la calle Doctor Chil, en Vegueta, después en Tafira y finalmente acabó el bachiller en el Tomás Morales. Ya por entonces la familia residía en Marzagán. Su madre vendió la tienda y dejó Tunte a primeros de los 60. Desde entonces Manuel hizo su vida fuera de aquellas calles por las que correteó de chiquillo, pero nunca se desligó ni de su pueblo ni de sus gentes, entre otras cosas, porque, tras unos pocos años trabajando en dos empresas que tenía uno de sus tíos en la capital, de las que llevaba las cuentas y el papeleo, acabó contratado como interino en el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, donde se jubiló hace 10 años.

La mayor parte de su vida laboral la pasó en tareas administrativas en el departamento de Parque Móvil, pero Manuel entró en el consistorio como lector de los contadores de agua y de luz. Y se explica. «Es que en aquella época era el Ayuntamiento el que suministraba electricidad a los vecinos con un motor municipal». Aquellos años le permitieron conocer aún mejor el pueblo y sus vecinos, y puede que entonces tomara aún más conciencia de lo que le unía a aquel pequeño caserío, de cuya historia se ha empapado en libros y en archivos, como el Diocesano.

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Quizás a esa curiosidad constante se deba el papel que jugó Manuel para rescatar del olvido el himno de San Bartolomé, que él mismo se encarga de entonar y cantar todos los años nada más acaba la misa del día grande del que, recalca, es el patrón del municipio. «Santiago es el patrón de España». Lo advierte, dice, porque no todo el mundo lo sabe. Y no oculta cierto pesar. No termina de entender que la gente sepa tan poco de la historia de su isla y de su pueblo.

Manuel se ha propuesto poner su granito de arena para remediarlo, al menos en parte, con su pregón de esta noche, en el que, avanza, no dará muchos detalles de su vida, porque sostiene que no es lo importante, sino que resumirá los momentos más decisivos del pasado de Tunte, como, sin ir más lejos, aquella batalla de un 24 de agosto de 1479 que ligó para siempre a este pueblo a su actual patrón y a su propio nombre.

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Añade a modo de pista, sin desvelar todas sus cartas, que en ese afán divulgador de la historia local se remontará nada menos que a 2.000 años atrás, y que también hará un repaso al patrimonio religioso del templo, en el que se detendrá en detalles de sus tres imágenes principales, la de Santiago del Pinar, Santiago de Tunte y la propia de San Bartolomé. Y hablará del Cuadro de Ánimas y del papel que se le daba en el mes de noviembre, el mes en el que se recordaba a los difuntos.

«¿Usted sabe que en la iglesia está la cruz misional de Antonio María Claret, que estuvo en el pueblo?», pregunta, orgulloso, consciente del valor que eso implica. «¿O que este es uno de los templos de Canarias, yo creo que el único, que de los 12 apóstoles que tuvo Jesús, aquí veneramos a tres, a San Bartolomé, a Santiago y a Juan?», apostilla.

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Ha residido casi toda su vida lejos de Tunte, en la capital, donde ahora disfruta de su jubilación junto a su mujer, sus dos hijas, su único nieto y un perrillo con el que se le puede ver en largos paseos por Vegueta y Triana, pero Manuel ejerce de tirajanero y en sus ojos brillan los ecos cumbreros de alguien que custodia parte de la memoria de su pueblo.

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