Yaiza Trejo: No caben amarguras
Lidera la comisión de fiestas de Almatriche Alto con la energía que heredó de su padre. Su mayor triunfo es volver a reunir al barrio en la plaza y escuchar sonrisas antes confinadas por el paso de los años
Allá dónde esté Antonio Trejo una lágrima caerá por sus mejillas. De orgullo, claro. Estará feliz de ver como su hija Yaiza y otros jóvenes del barrio han retomado las fiestas y han recuperado el espíritu de comunidad en las calles de Almatriche, ese segmento de Las Palmas de Gran Canaria que es mucho más que una larga carretera sin aceras.
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Yaiza Trejo tiene 44 años y una ilusión desbordante y contagiosa. Por sintetizar algunas de sus ocupaciones actuales es la responsable de la comisión de fiestas que después de 19 años propició que en la plaza del bario alto volviera a sonar la música. «Mi padre siempre estuvo muy implicado en las fiestas. Iba siempre el primero delante del santo, listo para tirar el volador. Siempre me dijo que diera el paso pero por lo que fuera no me decidí hasta el año pasado. Pero al fin lo hice y creo que las fiestas volvieron para quedarse», señala.
Trejo no lo ha tenido fácil pero no le asusta ningún reto. Este año ha comenzado a estudiar derecho en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, como las fiestas una deuda pendiente en su vida, y vivió un alocado septiembre con la celebración en las calles y el comienzo de curso en las aulas.
Este camino de las leyes le pilla en plena madurez y cuando la correa de la crianza se destensa con el paso de los años. Madre de un hijo y una hija, que agotan y empiezan la adolescencia respectivamente, se midió cuando apenas había cumplido la treintena al duelo del prematuro fallecimiento de su marido.
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Hoy, con sus padres ya también fallecidos, en su vida no caben amarguras. Y su implicación en las fiestas de San Francisco de Asís es una muestra del alto voltaje que imprime a sus día. A lo largo del programa recorre la plaza camino a su casa y vuelta al jolgorio una media de mil veces por hora. Y si tiene que subir al escenario su electricidad es capaz de opacar sin querer al ilustrísimo Pepe Benavente.
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Y todo ello con el recuerdo de su padre siempre en primera fila de sus emociones. «Lloré mucho, supongo que porque soy de lágrima fácil. Especialmente en el primer año, aunque este también».
Un sueño cumplido
Volver a llenar a plaza fue un sueño cumplido. «Lo intentamos el año pasado y nos fue muy bien, pero solo duraron un fin de semana. Cuando este año decidimos hacerlas más largas tuvimos el miedo de que la gente no respondiera igual. Y fue todavía mejor; por aquí vimos a vecinos que hacía años que no veníamos. Hasta algunos que viven en Tenerife bromeaban diciendo que a partir de ahora siempre se cogerían días de vacaciones para venir», manifiesta con una indisimulada veta de orgullo en los ojos.
Porque este presente en el que Almatriche Alto se engalana –en las fiestas la separación entre las dos alturas del barrio se hace notar– también tiene mucho que ver con su pasado, con las personas que proyectaron memoria a través de la vida comunitaria tiempo atrás. «Recuerdo a muchísima gente que sigue viva como Antoñito Rivero, Feluco, Amador; que siguen aquí y que están presentes. Que nos han felicitado por recuperarlas y que nos piden que se sigan haciendo muchos años más. A algunos les hemos visto hasta con lágrimas en los ojos», explica.
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Yaiza Trejo es la cara visible de la comisión de fiestas pero le gusta usar el plural para hablar del trabajo colectivo que nace en la Asociación de Vecinos El Pedregal con la directiva que preside Dámaso Roldán.
Y por supuesto no puede olvidar los viejos tiempos y a aquellos que siempre han estado cerca en la vida, en las tardes de pipas en el parque cuando las calles aún no estaban asfaltadas. «Siempre hemos estado juntos y me alegra que con el paso de los años sigamos de la mano. Entre esas personas está Esther Martín, que hoy en día es la concejala del distrito, su hermano, Juan Pablo... Venimos desde el colegio juntos y hemos mantenido la amistad»; señala poniendo nombre a las tareas que cada uno de ellos desarrollo durante los días de celebración.
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Casi dos décadas después
Tiene claro que el regreso de las celebraciones después de 19 años ha demostrado la calidad de la vecindad. Y esa es casi la mejor conclusión que le queda. «Se han volcado todo el mundo, demostrando que este es un barrio de gente extraordinaria. Hemos ido puerta por puerta entregando los programas de fiestas y todo el mundo ha sido acogedor. Hemos tocado a casi todas las empresas de la zona para buscar su colaboración y en casi todas la hemos encontrado. Es duro organizar unas fiestas pero de verdad que ha merecido la pena», expone.
«Es muy emocionante. Si algo no olvidaré son las risas, tantas, que hemos recuperado en estos días. La alegría de la gente», subraya algo abrumada aún.
Yaiza Trejo, desmontadas las luces y retirada la cantina, se para en el centro de la plaza de Almatriche Alto y mira al horizonte. Si cierra los ojos casi puede escuchar el murmullo de los vecinos y el eco ecualizado de la música. De la alegría regresando a las calles en las que se educó. Y en ese instante aparece en su rostro esa sonrisa que le define, que le identifica en el amplio paisaje de la ciudadanía de Las Palmas de Gran Canaria.
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