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Sandra García muestra los efectos de las filtraciones de aguas negras en la pared. C7

La vida sobre un manantial de aguas fecales en Las Rehoyas

Varios vecinos sufren inundaciones procedentes del alcantarillado. Aguas dice que no se puede acceder a la avería porque se construyó en los patios donde están las tapas de registro

Javier Darriba

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 19 de noviembre 2022

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La vida sobre un nacimiento de aguas fecales no resulta agradable. Y más cuando pasa dentro de casa. A la incertidumbre de cuándo se producirá el próximo borbotón negro, se une una desaforada presencia de cucarachas y moscas, por no decir nada del olor. Cuando se entra en la casa de Sandra García se detecta enseguida que algo no va bien. Hay siempre varias velas de incienso encendidas, y eso que su marido, Tomás Puga, no puede con este aroma. «Pero es que el olor a alcantarilla es peor», apostilla. Y además, en el pasillo siempre está preparado un balde con agua caliente y lejía para retirar cualquier excrecencia que surja de las tuberías, del retrete o de la ducha. «Estoy asqueada», resume Sandra.

Desde el 31 de octubre pasado, cuatro viviendas situadas en los bajos de la calle Virgen de Las Angustias (números 33 y 35), en Las Rehoyas, están sufriendo repentinas y repetidas mareas negras que no dejan descansar a estos vecinos, en alerta siempre para evitar que las paredes absorban esa húmeda podredumbre.

A una de las primeras que sorprendió fue a la madre de Liliana Santana, de 87 años. «Cuanta más agua sacábamos, más agua salía», explicó, «había piedras, trapos...». Recuerda que para destupir el baño tuvieron que levantar la vasija. «Olía todo el edificio», prosigue su relato.

La intrusión de las aguas fecales en la casa familiar de Liliana se produjo en un día festivo. Ante la imposibilidad de restituir la normalidad por sus propios medios, decidió contratar a un servicio especializado, que le aconsejó esperar unas horas porque por ser festivo, el recargo era importante. Así que aguardó. Al día siguiente, la factura se le quedó en 500 euros.

«La cantidad de basura y toallitas que se sacó de ahí..., es imposible que fuera solo de un bloque», expone. Para ella, debe haber algún problema en el alcantarillado que hace que la conducción que pasa por Virgen de Las Angustias, procedente de la plaza del Escorial, se atore y genere un reflujo que acaba saliendo por las casas.

Sandra García y Carmen Rosa Cabrera, a las puertas de las casas afectadas por las aguas fecales. C7
Imagen principal - Sandra García y Carmen Rosa Cabrera, a las puertas de las casas afectadas por las aguas fecales.
Imagen secundaria 1 - Sandra García y Carmen Rosa Cabrera, a las puertas de las casas afectadas por las aguas fecales.
Imagen secundaria 2 - Sandra García y Carmen Rosa Cabrera, a las puertas de las casas afectadas por las aguas fecales.

Desde el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se explica que la avería se encuentra en una red que transcurre por el interior de los patios existentes en estos bloques de viviendas. El problema, explica, es que estos patios están cerrados y solo se puede acceder a ellos a través de las viviendas, pero en muchos casos, los vecinos han fabricado en estos bajos y ya no existen tapas o registros en los que se pueda actuar.

«El Ayuntamiento tiene identificada esta situación y se actúa hasta donde se puede», explican las fuentes consultadas, pero mientras se mantengan estas edificaciones no se podrá hacer otra cosa que destupir un pozo que hay en la calle. No obstante, la distancia desde este punto hasta la avería es larga y se trabaja a contracorriente, lo que resta eficacia a la labor de limpieza.

Desde el Consistorio se asegura que Emalsa ha realizado numerosas actuaciones «para minimizar esta situación», como la descarga de la red de saneamiento, pero como el acceso es limitado, cada vez se produce más acumulación de residuos en las alcantarillas, lo que condena a estos vecinos a sufrir más y más entradas de aguas negras en el interior de sus viviendas.

Una situación inédita

Sea cual sea el origen, la situación que tienen estos vecinos es inaguantable. Liliana se acaba de tener una intervención quirúrgica en la rodilla. Luce una cicatriz que la tiene preocupada. «Estoy recién operada y esto es un foco de infección», señala.

Carmen Rosa Cabrera es otra de las afectadas. Lleva más de treinta años en el barrio y asegura que nunca se había producido una situación como esta. «Ni cuando esto era un barranco, ni cuando las lluvias fuertes», expuso. Tiene anotadas en un papel las últimas inundaciones: en bolígrafo azul, en un folio, recoge las tres del 7 de noviembre, la de las 10.00, la de las 11.40 y la de las 19.30 horas. «Esto es un sinvivir», señala.

También se quejan estos vecinos del trato dispensado por la Policía Local cuando llamaron para denunciar su situación. «Nos dijeron que no estaban para venir aquí con una fregona», se indigna Sandra García. También denuncia que «llamamos al Ayuntamiento y le echa la culpa a Emalsa; y en Emalsa nos dicen que es cosa del Ayuntamiento».

«Yo estoy asqueada», certifica esta vecina, quien lleva solo dos años viviendo en esta casa. Bajo la tarima de madera que conforma su suelo, el agua sigue corriendo. De hecho, cuando se pisa con fuerza, de las juntas salen burbujas de agua sucia. «Estamos nadando en mierda».

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