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El taller de megayates ya crece en el RefugioCuatro grúas esquinaban la gran infraestructura para grandes embarcaciones que desde este jueves forma parte del paisaje del istmo de Las Palmas de Gran Canaria. Se trata del primer elemento vertical del polémico taller de megayates del Refugio, ubicado en la parcela que bajo la pasarela Onda Atlántica y frente alCastillo de La Luz, ha sido objeto de contestación vecinal y una bandera de otra batalla perdida para armonizar la relación entre el Puerto y la ciudad.
El astillero para embarcaciones de lujo se despliega en una zona de gran tensión. Próxima a las famosas naves del Programa Mundial de Alimentos, cuyo traslado origina discusión entre el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria, y cae a la altura en la que aproximadamente terminará el soterramiento de la rotonda de Belén María.
Es un proyecto de largo recorrido que tras superar todas las autorizaciones pertinentes, pese a contar incluso con informes de impacto ambiental que lo cuestionaban, debía haber crecido y estado operativo ya en la zona del Puerto en la que se va a expandir la empresa Rodritol.
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Incluso en el último año el proyecto ha sido objeto de modificados que han sido cuestionados ante la Justicia por las organizaciones vecinales que, desde los primeros pasos, se han opuesto a su construcción frente al emblemático espacio del Castillo de La Luz.
La construcción del astillero arrancó con el aplanamiento de la zona, momento en el que se encontraron algunos problemas, habituales en casi cualquier obra que se plantea en la ciudad, con la aparición de materiales en su firme que no estaban contemplados en el origen del proyecto y que han condicionado los plazos en los que debía terminarse este proyecto que sus promotores afirman que pondrá a Las Palmas de Gran Canaria a la altura de ciudades como «Mónaco».
Un antiguo frigorífico, del que hubo que analizar sus aguas, fue uno de los elementos que se encontraron en el fondo del terreno en el que ya se instalan estas nuevas grúas.
Precisamente esas ambiciones son las que han despertado recelos en la resistencia del barrio portuario a la construcción de un edificio de cierta envergadura que insista en robar centímetros de vista al mar al viejo núcleo urbano que creció en torno al Puerto de La Luz.
Desde la empresa que operará en la infraestructura nunca se han tenido en cuenta las demandas de los vecinos de la zona, y se ha puesto como ejemplo, según ellos, que en Palma nunca se han encontrado con ninguna protesta ciudadana a pesar de estar solo a unos 800 metros del Barrio Gótico de la capital balear.
Las grúas que se están montando en la zona del Refugio son de gran envergadura, pesando una 850 y la otra 130 toneladas. Además en el proyecto inicial se hablaba de un edificio de 24 metros de altura que transformará visualmente una zona en perramente tensión con las obras a las que se está viendo sometida desde hace años, casi todas centradas en los últimos tiempos en la MetroGuagua.
Manteniendo su genética de barrio obrero, en La Isleta llevan más de un lustro peleando contra la instalación del taller de megayates. El Foro por La Isleta canalizó parte del descontento de la ciudadanía del entorno portuario y ampliando su radio de acción a otros colectivos de la ciudad, que se volcaron con ellos en distintas movilizaciones, como una en la que el entonces concejal de Urbanismo Javier Doreste se negó a recibirlos en las Oficinas Municipales de León y Castillo.
Las dudas sobre el impacto ambiental de este proyecto han sido la espoleta que ha movilizado en su contra a los vecinos del barrio, saturados por la conflictividad que tanta obra ha producido en su entorno en los últimos años.
Sin ir más lejos con las movilizaciones que cada jueves se suceden frente a donde se están levantando las grúas, en el lateral de la calle Doctor José Guerra junto al Castillo de La Luz, tratando de recuperar el doble sentido de circulación que han perdido por la reordenación del tráfico debido a la MetroGuagua.
Pese a estar centrando sus esfuerzos en esa batalla, las movilizaciones contra el taller de megayates siguen latentes. Incluso en el plano legal, donde se han valorado distintas acciones para oponerse a la construcción de una infraestructura que ya está en marcha y frente a la que parece que ya poco podrán hacer.
Mientras en La Isleta pelean por no perder la esencia de un barrio histórico en la ciudad, los promotores del astillero aseguran que la construcción de este varadero servirá para ver en esa zona, como sucede en ciudades como Barcelona o Málaga, a personas con ropajes y vehículos de lujos, entendiendo que eso es hablar del progreso de la ciudad.
Tras años de conflicto en La Isleta por la puesta en marcha de este gigante astillero para embarcaciones lujosas, las obras cambian de velocidad y ya dibujan en el paisaje de Las Palmas de Gran Canaria cómo va a quedar esa zona del Puerto, lugar en el que se impulsó el crecimiento de la vieja urbe y que cada vez dispone de más elementos de dique en su relación con el mar.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Óscar Beltrán de Otálora e Isabel Toledo
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
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