Santa Catalina a ojos de un turista: un emblema en deterioro
Suciedad, abandono y obras eternas empañan la imagen de uno de los lugares más visitados de Las Palmas de Gran Canaria
Paula F. Rodríguez-Borlado
Las Palmas de Gran Canaria
Viernes, 15 de agosto 2025
El Parque Santa Catalina no solo es punto de paso obligado para los visitantes —por su cercanía a la terminal de cruceros, a la Playa de Las Canteras y al intercambiador de guaguas—, sino que también alberga espacios culturales como el Museo Elder o el Edificio Miller, además de contar con buena conexión urbana que favorece el tránsito de turistas hacia comercios, restaurantes y centros comerciales próximos, como El Muelle. 
El imponente movimiento de pasajeros que descienden de cruceros en el Puerto de la Luz se transforma en una oportunidad de oro para los pequeños negocios y la restauración del entorno del emblemático parque. En la pasada temporada, el muelle de Santa Catalina recibió hasta 29 barcos solo hasta finales de marzo, lo que indica una actividad casi diaria en ciertos periodos. Esto demuestra una demanda importante por parte de los visitantes que desembarcan.
Muchos locales comerciales han visto cómo los pasajeros se convierten en clientes espontáneos y para muchos de ellos, son el movimiento principal de su economía ya que consumen en la restauración cercana al parque, compran souvenirs, toman café o disfrutan de productos típicos.
Escasez de limpieza y abandono social
Sin embargo, todos coinciden en algo, el parque Santa Catalina ya no es lo que era. «Yo lo encuentro muy sucio. Esto antes era muy bonito, elegantísimo». Comenta la que fue trabajadora de un negocio local del parque y aunque ya no reside en la ciudad y viene a visitar a familiares y amigos.
Pese a los crecientes datos de llegada de turistas, no todo son buenas noticias. Algunos vecinos y empresarios han lamentado el abandono de infraestructuras —como la réplica del barco en el parque, incendiado en 2023 y aún sin reparar—, así como la proliferación de roedores cerca del Museo Elder.
Comerciantes de la zona han expresado su preocupación por la creciente presencia de personas sin hogar que pasan la noche en bancos del parque. Esto genera una sensación de inseguridad que puede afectar negativamente la experiencia del turista y, por ende, la actividad comercial.
David y Gema, procedentes de Madrid, aseguran que a pesar de que el parque sigue manteniendo su encanto natural lo han encontrado un poco decadente. «Nos ha llamado mucho la atención tanta gente sin hogar por el parque, ha sido chocante». Estos son los elementos que afectan negativamente a la percepción del visitante y hace que vuelva a casa con una idea negativa de la ciudad.
Una plaza envuelta en vallas
Las obras de la metro-guagua tampoco ayudan, ya que además de no ser nada estético, supone un problema no solo para la fluidez de los turistas, sino también para los taxistas que ven limitado su recorrido. «Las obras son necesarias, pero parecen no acabar y desmerecen mucho la plaza», explica una pareja procedente de Madeira, Enia y Carlos, para los cuales la isla se ha convertido en su lugar vacacional desde hace tres años.
«Las vallas afean mucho la plaza», admiten David y Gema. Estas obras pueden condicionar la llegada directa de los cruceristas y su paso por el parque, afectando potencialmente la visibilidad y frecuencia de visitas a los establecimientos del entorno.
Los cruceros traen una fuente constante de clientes potenciales para comercios y restauración en el corazón de la ciudad. Sin embargo, consolidar ese beneficio requiere tener un mantenimiento que resulte en condiciones aceptables de limpieza, seguridad e imagen urbana. «El parque lo veo mal, muy descuidado y sucio. Vengo varias veces al año y hace ya dos que pienso que está cada vez peor», apunta una turista procedente de Madrid, la cual viaja mucho a la ciudad para visitar a su madre, residente en la isla.
El Parque Santa Catalina sigue siendo un enclave estratégico para el turismo y la vida urbana de Las Palmas de Gran Canaria, pero su potencial se ve lastrado por la falta de mantenimiento, la percepción de inseguridad y el impacto visual de unas obras interminables. En un espacio donde convergen culturas, ocio y oportunidades, la calidad del entorno es tan importante como la cantidad de turistas que lo transitan.