San Nicolás reclama que el colegio Guiniguada se abra al uso vecinal
La asociación Cofiris reivindica que el centro es lo suficientemente amplio como para acoger actividades de colectivos del risco de Las Palmas de Gran Canaria
Los esfuerzos que vecinos de San Nicolás, en Las Palmas de Gran Canaria, hicieron durante años para que el colegio Guiniguada no dejara de impartir educación Primaria no obtuvo sus frutos y en el curso 2022-2023 se materializó el traslado de un alumnado que tuvo que desplazarse a un centro a dos kilómetros de sus casas del risco, en Arenales.
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Las instalaciones educativas no echaron el cierre, pero se destinaron a acoger a estudiantes procedentes del centro específico de Educación Especial Román Pérez Déniz, de Ciudad Jardín.
Además, algunas de sus dependencias, explican desde la asociación vecinal y cultural Cofiris, se han destinado a uso de la Consejería de Educación. «Tienen una planta para temas de administración, pero las oficinas no tienen que estar ahí y los niños estudiando fuera, en Tomas Morales», critica Israel Medina, su presidente.
Apunta que este es un centro de grandes dimensiones pues contaba, entre otras dependencias, con veinticuatro aulas, un gimnasio, un laboratorio, biblioteca y varios patios. Además, recuerda que hay diferentes accesos al colegio, por lo que se podía haber mantenido al alumnado de Primaria sin interferir en la actividad de los estudiantes del centro específico.
Critica también que no se haya mantenido al alumnado del risco y tampoco se permita a los vecinos hacer uso de algunas de sus instalaciones.
Medina recuerda que «en abril hizo un año que me reuní con el consejero de Educación, Poli Suárez, y me dijo que eran estupendas las propuestas que le planteé», sobre destinar dependencias del centro a actividades de colectivos del barrio. «Pero no ha hecho nada y tampoco los técnicos que estaban presentes», dice.
«Le dije que nos parecía bien que los niños de educación especial estuvieran allí, pero que se quite la planta de oficinas», dice sobre los aspectos que planteó al consejero regional.
Apunta, asimismo, que le reclamó «que se hiciera lo que se acordó con la consejera anterior, para que una parte fuera para centro de educación de personas adultas y otra para colegio, porque en el barrio hay niños y en la zona solo hay colegios concertados y privados».
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Señala que también solicitó a Suárez «que se abrieran la canchas por la tarde, como se hacía antes, para los jóvenes, para hacer deporte» y que «se pudieran utilizar algunas dependencias» para «las asociaciones de vecinos y comisiones de fiestas» y la murga del barrio, las Cracy Trotas, «que ensayaban allí».
Un aspecto que confirma la secretaria de esta formación del carnaval capitalino, Luisa Mateo Vizcaíno, que comenta que dejaron de utilizar el local de la asociación de vecinos de la calle Acequia, «que pertenece al Obispado, porque por lo visto se está viniendo abajo» .
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A raíz de eso, expone, «en verano solicitábamos el colegio para ensayar por la noche, porque era más amplio, y solo usábamos el porche, no teníamos acceso a las clases. Pero sí es verdad que también nos dejaron la casa del portero, porque ya no había portero y era donde había baño, e incluso nos vestíamos allí y salíamos para el concurso del parque y todas las cosas de carnaval».
Sin embargo, comenta que «antes de la pandemia» fueron a solicitar el uso de ese espacio «y dijeron que no, que el colegio iba a cerrar y que ya no nos permitían ensayar allí».
Añade que a pesar de que insistieron en su solicitud argumentando que «lo que nosotras usamos es el porche, no las clases», se mantuvo la negativa.
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«Es una pena con todo lo que nosotros luchamos por ese colegio que esté desaprovechado», dice la portavoz de la murga, que también cree que se debería abrir las pistas para los menores del risco, «que solo tienen las canchas» de la calle Álamo.
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