Las Palmas de Gran Canaria
El rabo de gato coloniza la ciudadEl Ayuntamiento asegura que realiza acciones especiales para combatirlo pero expone que su eliminación definitiva es muy difícil
El rabo de gato se infiltra en el recorrido urbano de Las Palmas de Gran Canaria con la misma violencia con la que el cólera acabó con la mitad de su población en 1851, pero con consecuencias, evidentemente, menos devastadoras para la ciudadanía palmense. La colonización del rabo de gato contribuye a componer esa escena habitual en muchos espacios de la capital, en los que la imagen de abandono que propicia la suciedad y la basura sin retirar se multiplica al ver brotar al borde de las aceras y las carreteras esta especie invasora proveniente del norte de África.
El área de Limpieza del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria es la responsable de la lucha contra esta propagación incontrolable que recorre toda la ciudad. «El rabo de gato se recoge de forma frecuentes en actuaciones especiales. En las últimas semanas estas actuaciones se han desarrollado en San Lorenzo, La Milagrosa y La Galera», indican desde el gobierno de la ciudad a este periódico.
En principio esta especie invasora tomaba las zonas rurales de la isla y eso afectaba a los contornos en los que la capital se abraza con las medianías. De hecho, esa es la imagen que tiene el propio Ayuntamiento de ello. «Su incidencia es mayor en zonas rurales como los distritos de San Lorenzo-Tamaraceite-Tenoya y Cono Sur-Vegueta-Tafira. Se trata de una especie invasora que vuelve a crecer muy rápido por lo que se complica mucho su eliminación total», insisten desde el consistorio.
Y aunque es real que esas zonas de la ciudad están pobladas de rabo de gato. Están muy lejos de ser las únicas que se encuentran colonizadas. Todos los distritos de la capital están invadidos; el rabo de gato encontró grietas por donde crecer sobre las aceras, extendiendo su presencia mas allá de los bordes de las carreteras.
La Isleta, El Sebadal, o la carretera General del Norte a la altura de Las Rehoyas, zonas distantes de los núcleos rurales cuentan con kilómetros de rabo de gato de altura desbordada.
Las actuaciones especiales de las que informa el Ayuntamiento están perdiendo la batalla con esta especie invasora que está haciendo suya la ciudad.