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El Fondillo se echa a la calle porque no le queda otra. Los vecinos se han tenido que encontrar en la calle Riquiánez para poder debatir sus carencias. Su presencia en plena vía pública es significativa de lo que padece el barrio: una falta absoluta de equipamientos y un olvido eterno de la administración municipal.
«La asamblea la hacemos en la calle porque el edificio del antiguo colegio Camilo José Cela lo tiene la asociación Oportunidades de Vida y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria da largas», denuncia el presidente de la asociación de vecinos, Daniel Rivero, «aunque se firmó un acuerdo, consensuado por diferentes colectivos del barrio, con el compromiso de compartir el espacio, lo cierto es que finalmente fue concedido, supuestamente de forma temporal, a solo uno de colectivos y, lejos de favorecer la participación ciudadana de nuestros vecinos, se destinó a un fin completamente externo a todos».
«No hay manera de entrar ahí», prosiguió el representante vecinal, quien recuerda que el planeamiento prevé la construcción de un local social cerca de la iglesia evangélica, pero el Ayuntamiento no se hace con el terreno. «Llevan treinta años sin hacer nada», explica, salvo un muro que se derrumbó. «Después de que salió en prensa, lo arreglaron».
El Fondillo tiene una orografía que responde a su nombre. En los últimos años, este barrio en forma de saco ha visto cómo se multiplicaba su población «por seis y siete» sin que las infraestructuras viarias se hayan adecuado. A ello se añade la entrada de personas y mercancías que provocan el funcionamiento del centro de menores, la iglesia evangélica y, en el futuro, la residencia de mayores, que empujan todo el tráfico por la calle Camilo José Cela. Esto provoca atascos de tráfico impensables para el dominguero que se acerca al barrio a disfrutar de los churros y se lleva una impresión de tranquilidad que solo aportan los pueblos. «Ha habido hasta peleas», disipa Rivero cualquier idealización, «esto es un caos».
Los vecinos han puesto sobre la mesa la necesidad de prolongar la calle Timagada, solo faltan unos doscientos metros, para unirla con Camilo José Cela, de forma que esta vía quede como de dirección única.
Lujos como la creación de aceras, la conexión de las viviendas a la red de alcantarillado o la reparación de muros forman parte también del listado de 21 peticiones que fueron expuestas en la tarde de este sábado en la calle Riquiánez por parte de la asociación de vecinos y cultural del Fondillo.
En la parte baja del barrio reposan las aspiraciones ciudadanas de contar con un área deportiva «que se lleva haciendo desde hace cincuenta años». Ahora solo hay un antiguo campo de fútbol, que es «como si no tuviéramos nada».
También piden mano dura con las motos que circulan por el suelo de protección paisajística. «Los fines de semana esto se llena de motos que molestan a los vecinos», detalla Daniel Rivero, «llamamos a la Policía Local y viene una unidad, pero ellos aparecen por un lado y las motos se van por el otro». En su opinión, «si no hacen un cordón que pueda cogerlos, no sirve para nada que vengan».
Por la calle Madrelagua cuya pendiente es un obstáculo, también querrían ver a los responsables municipales. Rivero asegura que la nueva concejala del distrito, Saturnina Santana, los ha atendido bien, pero esperan ahora una respuesta concreta a sus peticiones.
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