Los rostros del barrio
Pedro Mesa: El orgullo del Pueblo GuancheEl Barranquillo Don Zoilo tiene en su bote de vela latina uno de sus grandes emblemas. Su presidente da testimonio de la evolución del barrio en las últimas siete décadas, tiempo en el que de sus calles ha hecho patria
Los que le conocen hace muchos años cuentan que Pedro Mesa dice que tiene tres hijos cuando la realidad es que tiene cuatro. Se refieren a su devoción por el Pueblo Guanche, el bote que preside, y al que ama como a un apéndice de su familia. Orgullo del Barranquillo Don Zoilo, emblema del deporte tradicional. Icono de Las Palmas de Gran Canaria.
Mesa es pieza fundamental del bote y, por extensión, del barrio. Allí llegó hace siete décadas con solo ocho años y allí seguirá todo lo que le queda por vivir. «Este es un barrio maravilloso. De gente muy tranquila, muy conectado a la ciudad, del que nunca oyes hablar mal», cuenta orgulloso.
Sabe de lo que habla. Apenas era un chiquillo cuando su familia levantó su refugio en este serpenteante núcleo urbano que conecta Altavista con Fincas Unidas bajo el matronazgo emocional de María Auxiliadora. Llegaron desde el inmenso arenal que ahora ocupa el Hospital Perpetuo Socorro. Y desde aquí ha visto como la ciudad ha ido creciendo. «El mar llegaba mucho más arriba. Ibas desde Alcaravaneras hasta el Lugo caminando por la orilla del mar. Los del Barranquillo hemos visto poco a poco como se le ha ido ganando terreno con cemento. Y cómo ha cambiado el propio barrio: cuando yo me fui al cuartel las calles aquí eran todavía de tierra y estamos hablando de 1969», fotografía con la memoria una ciudad perdida.
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Tal vez esa proximidad al mar, hurtada por el llamado progreso, es la que haga que este barrio en pendiente tenga una vinculación tan marcada con la vela latina. En la sede del Pueblo Guanche, bajo el local social, los trofeos se amontonan en doble fila. Las paredes testimonian la lealtad de la tripulación con fotografías antiguas en las que se reconocen las caras imberbes de muchos de los que aún son miembros de su historia y su presente.
Allí espera Pedro Mesa abrir un museo que cuente la historia del bote, que la haga todavía más presente en las calles de las que salió. El Pueblo Guanche es emblema del barrio y así se fija en la memoria colectiva cada año por las fiestas, cuando su casco emerge en plaza pública.
Pedro Mesa recuerda su infancia, sentado en la plaza de la iglesia, hablando con los vecinos. Ajeno todavía a lo que pronto iba a suceder: ligar su vida a la vela latina. «Mi hermano Marcial y otros amigos del barrio como Tito o Alberto Berástegui tenían el bote Unión Pino, que fue donde yo empecé. Por cosas de la vida desapareció y quisimos fundar un bote pero teníamos claro que no podía tener el mismo nombre. Y decidimos ponerle Unión del Pueblo Guanche, pero salió en un periódico que estábamos metiendo la política en el deporte y decidimos quitarle lo de unión y se quedó en Pueblo Guanche a secas porque nosotros no queríamos darle ninguna connotación de ese tipo», señala.
Era 1979. Ahí comenzó una página dorada del deporte de Las Palmas de Gran Canaria. Con el número 29 en la vela, tomando el litoral la ciudad en una colección de imágenes de los tiempos en los que las pegas aún paralizaban el linde con el mar.
Pedro Mesa hoy luce gafas de sol para recuperarse de una reciente operación de la vista. Pero sigue ágil como en su juventud. Recorría Las Canteras corriendo por la orilla para acabar en el Hespérides haciendo guantes, a la sombra de un hermano boxeador. Pero sin llegar a cruzar puños con otros rivales por miedo a «quedarme sonado». Hoy su destreza la aplica íntegramente a liderar el bote, saliendo cada viernes a la compra para las pruebas del fin de semana. A mantener la llama siempre viva en la búsqueda de patrocinadores que permitan invertir en un bote campeón. Hoy presume de los nombres que lucen en su vela como el Hospital La Paloma por la lealtad que tienen al proyecto.
Hoy está jubilado tras 30 años trabajando como mecánico tornero para el Ejército de Tierra. Pero sigue ocupando sus horas plenamente e ideando proyectos con los que mantener siempre en punta el nombre del Guanche.
Aunque con el paso de los años la tripulación del Pueblo Guanche fue cambiando de piel. En su casco salen a la mar tripulantes de otros lados de la ciudad, especialmente del Cono Sur, tan vinculado siempre a esta disciplina vernácula. Pero su lugar siempre estará en el Barranquillo Don Zoilo. En ese local social que Pedro Mesa aspira a convertir en un ejemplo de didáctica y fomento de la tradición. Hasta en el garaje de la casa del protagonista de esta historia, donde se puede ver la embarcación en los ciclos del año en los que no hay temporada en el agua.
Y es que aunque sea un lugar común lo que es una realidad es que para Pedro Mesa la vela latina es una cosa de familia. «Fue mi hermano, que me lleva diez años, el que me metió en este mundo. Empecé con 17 años en 1964 en el Unión Pino y hasta la fecha. En este bote toda la directiva es de mi familia. Una de mis hijas es la tesorera y otra es la vicepresidenta. Mi yerno es el secretario. Y por suerte nunca hemos tenido un problema», dice.
Pero, citando de nuevo a los que le conocen bien, cuentan que su familia está entre todos los que forman el Pueblo Guanche. A los que cuida como a los suyos.