Pascual Mota: joyero y concejal díscolo de José Manuel Soria
Fue edil de Deportes en Las Palmas de Gran Canaria en el primer mandato del antiguo líder popular y tuvo una larga trayectoria dedicada al mundo de las joyas
Este martes amanecía con una luctuosa noticia que ponía de nuevo de relieve a una figura singular de la historia contemporánea de Las Palmas de Gran Canaria: Pascual Mota. Joyero nacido en Barcelona hace 92 años, residente en la ciudad durante las últimas cinco décadas de su vida, y durante el primer mandato de José Manuel Soria como alcalde de la capital, por ese orden, concejal de Deportes y disidente.
Mota fue un personaje de esa ciudad de mediados de la última década del pasado siglo, aquella que se transformó, con la llegada por primera vez del Partido Popular a la sexta planta de las Oficinas Municipales del antiguo Hotel Metropole, en una muy distinta; en la malo y en lo bueno.
El legado de Mota como edil acabó dejando un perfil más grueso cuando formó parte de un cuarteto díscolo contra el todopoderoso alcalde popular junto a Rafael Viñez, Julio Aldaz y Tino Montenegro. La razón: bloquear con sus votos el Plan General de la ciudad.
Tras aquello Mota no estuvo entre los escogidos para revalidar la mayoría absoluta que el PP presentó a la ciudad en 1999 y su perfil político acabó diluyéndose. También se fueron apagando las rescoldos de su gestión. Él fue quien participó activamente en los primeros trámites para acordar la compra de los terrenos del Canódromo en Schamann, operación de la que fue desplazado por su partido. Y bajo su mandato en Deportes quedó la polémica del peculiar y directo reparto de subvenciones a entidades deportivas, hecho que acumuló titulares de prensa en aquellos intensos cuatro años.
Aquellas circunstancias levantaron duras críticas de la oposición e, incluso, propiciaron dudas en el propio seno del gobierno municipal, que no tenía constancia de esas subvenciones fuera del área de Deportes.
Nunca mantuvo un perfil bajo y sostuvo enfrentamientos con otras instituciones. Al Cabildo de Gran Canaria le acusó de haber «hurtado» 6.000 millones de pesetas en cuatro años a Las Palmas de Gran Canaria para favorecer a los municipios en los que gobernaba la desaparecida ICAN, entonces con Gonzalo Angulo, otra figura polémica de su tiempo, como consejero de Deportes.
En los años posteriores queda fuera del foco público pero siempre quiso entrar de nuevo. Una entrevista en este periódico hace una década, tal vez la última de su trayectoria, dejó constancia de su interés en crear talleres formativos para jóvenes, aspecto en el que desbordaba maestría.
Y es que esa realmente fue su ocupación principal en su vida y la que, en el ecuador de su larga historia, le hizo aterrizar en Las Palmas de Gran Canaria. Años antes de entrar en el Ayuntamiento de la urbe atlántica su nombre ya tenía relevancia social por su labor en su taller. Sus joyas y sus trofeos deportivos forman parte de las vitrinas de muchas personas y entidades.
Mota empezó con solo 13 años en el oficio, en la Barcelona que le vio nacer. Allí llegó a tener su taller, que, contaba, cerró para desembarcar en Gran Canaria. Sus primeros tiempos en la isla los dedicó a la venta y representación de joyas, pero siempre se sintió un artesano y eso se impuso pronto en su relación con la vida. Volviendo al trabajo manual y a sus propias creaciones.
El escudo de Las Palmas de Gran Canaria
En una entrevista de la década de 1980 explicaba que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria le encargó que realizara una pieza con el escudo de la ciudad para regalárselo a Juan Carlos de Borbón, muchos años antes de su abdicación. Y en la misma decía que años atrás había elaborado un racimo de uvas y oro y brillantes, que por encargo de las bodegas Domecq fue destinado a un presente a la reina Sofía. «Tanto el rey como la reina tienen creaciones mías», presumía. También sacaba pecho por una pieza suya de 1984, inspirada en un cangrejo que se creía extinguido y que en aquellos tiempos apareció en los Jameos del Agua, que fue reconocida en un certamen celebrado en Madrid.
La lucha por su sector fue siempre uno de los argumentos principales que le definieron. Desde la actividad política o desde la laboral. Sus mensajes pidiendo apoyo a las instituciones o rogando la creación de una industria potente le acompañaron prácticamente hasta sus últimos días.
El tanatorio de San Miguel fue el escenario de su despedida este martes, donde personas que formaron parte de su vida en distintos momentos acudieron a dar el pésame a sus seres queridos. Allí también fue incinerado. Ya queda para siempre para la memoria la figura de una persona vinculada desde mil aristas a la vida urbana de Las Palmas de Gran Canaria. Persona que lega una trayectoria que, en absoluto, puede considerarse que dejara a nadie indiferente