Casa de Galicia: El paje más solidario de los Reyes Magos

La ansiada recompensa a la noche más larga del año es posible gracias al trabajo de muchos voluntarios y a la «generosidad impagable» de los canarios, señala Marisa González.

En esta campaña, la Casa de Galicia llegará a unas 2.500 familias cuyo perfil más habitual es el que está encabezado por una mujer joven con dos o tres hijos, explicó el presidente de la entidad, Albino Aneiros, en presencia del ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, que este jueves quiso conocer de primera mano y agradecer el trabajo que realizan.

Un trabajo que tiene muchas manos y muchas horas detrás. Cerca de 50 voluntarios se encargan de hacer realidad el sueño de muchas familias y que esta noche, en todas las casas, haya paquetes que abrir.

Un cometido que empezó mucho antes. Entre el 30 de noviembre y el 30 de diciembre más de 2.000 familias han recibido los juguetes y este jueves quedaban en torno a 200 -sobre todo a través de asociaciones- a las que hacer llegar los regalos.

Marisa González, vocal de la junta directiva, señala que el objetivo es poder donar tres juguetes por niño -dos de libre elección por los padres y «uno obligatorio que debe ser educativo, ya sea un libro o un puzzle»-. A ellos se les añade algún «pequeño extra» que se almacenan en cajas: peluches, pelotas, etc.

A pesar de que estos almacenes se llenan de juguetes, a veces cuesta encontrar el más adecuado para los bebés y, como para casi todo lo demás, también para los preadolescentes. Aún así, mucha gente llama para preguntar qué se necesita, señala González.

La solidaridad de los canarios a título personal hace posible que la ilusión viaje esta noche, pero también las empresas, que ofrecen «mucho», porque «el número de familias vulnerables no para de crecer, sobre todo de gente muy joven».

Y como antes de que lleguen los Reyes Magos a cada casa han de pasear en cabalgata por la ciudad, la Casa de Galicia también se vuelca en este tradicional pasacalle.

Los trajes de los casi 400 figurantes salen de sus instalaciones. Ya con el trabajo practicamente hecho, Marisa González tiene un deseo: «ojalá no hiciéramos falta».