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De izquierda a derecha, Toni Déniz, Abel Ruiz, Luis Luque, Álex Gutiérrez y José Miguel Sánchez en el Club de Automóviles Antiguos de Las Palmas. Cober

Las Palmas de Gran Canaria

Only Vespa Garage: La hermandad del motor de dos tiempos

El amor por la legendaria moto italiana cose la relación de este grupo de amigos que recorre las islas sobre modelos clásicos y crea un universo repleto de anécdotas

David Ojeda Merino

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 20 de septiembre 2025

Lo primero es que los Only Vespa Garage huyen de cualquier catalogación asumida en el diverso mundo de las motos: son simplemente un grupo de amigos, generados por combustión espontánea, al ritmo que pauta el motor de dos tiempos que caracteriza estas piezas casi museísticas con las que se les puede ver recorrer Canarias en fila de a cinco.

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Las Palmas de Gran Canaria es la sede de esta pequeña asociación de personalidades que comparte devoción por el pequeño vehículo que Piaggio comenzó a comercializar en 1946 en Italia, en aquella ciudad de posguerra derruida física y moralmente que Roberto Rosellini rodó en la imprescindible 'Roma, ciudad abierta'. Un soplo de modernidad tras la debacle.

Only Vespa Garage son Abel Ruiz, Toni Déniz, Álex Gutiérrez, José Miguel Sánchez y Luis Luque. Cinco personas que no se conocían hasta que la carretera les unió y nació una hermandad que se reúne con devoción feligresa para rezarle al Dios que les une. Ya imaginan: sus vespas clásicas.

El origen es diverso y casual. Sánchez ya había estado en un colectivo anteriormente y en su quinta se unió Luque. Gutiérrez, Ruiz y Déniz se conocieron en una salida en grupo y crearon una relación de las buenas, de las que se sellan en una mesa marcada por el agua que escurre de los vasos de cerveza.

Y así nació este colectivo que les «da la vida», como define Toni Déniz: «Tenemos aventuras de quinceañeros siendo todos hombres como castillos. Me está dando mucha vida. Somos personas muy diferentes pero la Vespa nos ha unido mucho. Ha creado un hermanamiento que nos ha llevado a conocer a nuestras mujeres, nuestros hijos, compartir habitaciones de hotel...», explica.

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Gran Canaria se les ha quedado pequeña. Le han dado la vuelta unas cuantas veces sumando todas sus expediciones. Pero trasladan su forma de vida al resto del archipiélago. Recientemente dedicaron un fin de semana a recorrer enteras Lanzarote y Fuerteventura. Una odisea que trajo sudor y lágrimas en forma de roturas y problemas mecánicos e incontenibles risas y anécdotas, por ejemplo, a la hora de acampar. «Mi mujer es canaria pero a día de hoy puedo decir que conozco mejor las islas que ella gracias a este scooter italiano con el que te puedes meter en cualquier rincón», expone Abel Ruiz, madrileño de nacimiento.

Y es que esa es otra característica de este peculiar colectivo que suele celebrar sus 'juntas directivas' en el Club de Automóviles Antiguos de Las Palmas, en la calle Arrecife. Además del madrileño Ruiz y los locales Déniz y Sánchez hay otros pasaportes como el riojano de Gutiérrez y el melillense de Luque.

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Todos tienen distintos orígenes y su pasión por estas motociletas también es diversa. Así cuenta Déniz su idilio. «Siempre he sido motero pero renuncié a los motos grandes. Me vi raro sin ellas y me compré una Vespa de segunda mano, pintada a espray y que se caía a cachos. Ahora estas motos estarán conmigo hasta que me muera», señala.

Gutiérrez, por su parte, apela al factor emocional. Y espera que ninguna unidad de tráfico lea este reportaje: «Crecí con ellas porque mi padre tenía una 160 roja que me traje de Logroño a Las Palmas de GranCanaria. Mi primer recuerdo es ir en los ochenta, yo delante en la punta del sillín, mi padre detrás, después mi hermano y al final mi hermana. Un delito que ha prescrito ya, creo», cuenta con una sonrisa.

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Unos locos

«Es que se podría decir que somos unos locos», asegura Luque. «Solo dan disgustos (bromea). Siempre se rompe algo, un cable, siempre hay una avería, pero son cosas que solucionamos nostros mismos y eso nos da mucha satisfacción. Su punto romántico es que siempre se rompe pero está hecha para poder arreglarla, algo que va en contra de estos tiempos actuales», expresa.

En sus reuniones hablan de todo lo imaginable, mientras José Miguel Sánchez insiste mucho en que esta sociedad casi clandestina no es ni un club ni nada que se le parezca. «Somos solo un grupo de amigos unidos por la misma pasión».

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Allí comparan sus motos, con el requisito ineludible, y único, de que sea clásica. Ruiz llegó por los pelos. «En Madrid siempre quise una pero no fue hasta que llegué a Gran Canaria que pasé por un escaparate en El Sebadal y decidí comprarla. «Es una PX, la última que se vendió en la isla. De ahí se dio el salto a las modernas, las automáticas.Esta tiene carburador, el cambio de puño...».

Sin embargo, los Only Vespa Garage no son solo un grupo de colegas dando vueltas a las islas. «Hacemos de todo juntos. Quedamos en un garaje y creemos que estamos arreglando las motos. Las demontamos y miramos y acabamos llamando a un mecánico de verdad que sepa para que las arregle», cuenta Álex Gutiérrez con ese espíritu burlón y despreocupado que es sello en este singular equipo.

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