-kvwH-U200946086472WeF-1200x840@Canarias7.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
El barranco de San Lorenzo es otro tiempo. Aunque la circunvalación lo haya talado, el eco de la modernidad queda ahogado en sus recovecos y la vibración del asfalto se adormece en sus requiebros. En ellos, este sábado, solo se escuchaba algún mugido atemporal, el compás de la isa y el balido nervioso de carneros y ovejas. Desde el fondo del barranco partió la romería de San Lorenzo, que resucita tras tres años de reclusión, liberado del miedo de la pandemia. Y lo ha hecho por un sendero inusitado, desempolvando el paso ya mudo de las antiguas carretas que conectaban Las Palmas de Gran Canaria y Teror, o las que cosían el pueblo y Tamaraceite para abastecerse de todos los regalos que hacía la vega fértil. Por este camino viejo y real, de 2,5 kilómetros, ha renacido la nueva romería.
Ya el año pasado se probó el recorrido por la senda que va entre los estanques de barro cuya recuperación es una promesa eterna e incumplida. Lo hizo la asociación cultural Tasate con una carreta en la noche de los fuegos. Les gustó tanto que este año, gracias a una subvención del Cabildo de Gran Canaria, pudieron costear las cinco carretas, las yuntas y el rebaño de ovejas que participaron en la romería.
«Se trata de poner en valor el camino», expuso el presidente de Tasate, Yeray Castellano, quien recordó la necesidad de revivir las charcas de San Lorenzo.
Aquella chispa de Tasate prendió enseguida en este pueblo tan hecho al fuego. Y este año la romería revivió. «Es la primera vez que lo hacemos desde aquí», explicó el presidente de la comisión de fiestas, José García, mientras se hacía oír entre los compases de los grupos Flor Canaria del Atlántico, Amigos Isleños, Argones, Chácaras de Tamaraceite y El Candil de Las Mesas.
A esta última rondalla pertenecen Juana Martel y María del Carmen García, quienes destacaron el alto nivel de participación popular que ha tenido este año la celebración de la romería ofrenda en honor a San Lorenzo.
De hecho, la comisión de fiestas organizó tres viajes en guagua desde el pueblo hasta el arranque de la romería, cerca del centro comercial Alisios, para trasladar a todo el que quisiera participar y, al final, le tuvo que pedir al guagüero un cuarto viaje extra para que no se quedara nadie varado. Junto a José García iba Mei Calderín, que es la romera mayor de la fiesta de 2022.
Cerca de ellos se afanaban Loli López, Irene Pérez y Luisa Vega, entre otras, por repartir las 500 pulguitas de chorizo de Teror que ellas mismas y otros voluntarios, como el reverendo Santiago Quintana, se afanaron en preparar antes del mediodía. Con cestas llenas de bocadillitos colgadas del brazo, iban aliviando el hambre de los romeros, quienes portaban los alimentos de las donaciones y recolectas que se entregaron a Cáritas.
El único transporte motorizado de la comitiva fue el camión Dodge de 1956 que José Velázquez rescató de la chatarra tras una vida dedicada al traslado del tomate en La Aldea. «Ahora lo usamos para eventos, ferias, romerías y tenderetes», señalaba este hombre tras arrancar un motor que reverberaba otras épocas, como la misma romería.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.