
El viejo 'lechuga' celebra cinco décadas de vida en La Isleta
El IES La Isleta se ha convertido en un icono del barrio portuario que trasciende su identificación como un instituto cualquiera
La Isleta tardó casi un siglo en contar con un instituto, cuando en las faldas del entonces barrio chino de Las Palmas de Gran Canaria se edificó lo que hoy se conoce como el IES La Isleta, que popularmente, como el de la Vega de San José, se sigue llamando el 'Lechuga' por el color verde que le caracterizó durante décadas. El centro está de aniversario, medio siglo desde que comenzó a expandir los límites intelectuales del barrio portuario evitando que los adolescentes de la zona tuvieran que cruzar la ciudad para recibir formación superior.
Sus viejos pasillos concentran estos días un importante programa de actividades conmemorativas. El recuerdo de lo que supuso más allá de istmo la aparición de un centro que cambió la historia y que vivió sus primeros años entre el ocaso de la dictadura y de los duros conflictos laborales en los muelles.
Jonathan Ortega conoce bien la historia. Él, como el centro, cuenta con 50 años de vida. Desde La Puntilla aterrizó en los albores de la década de 1990 en el instituto y aún hoy, cuando vuelve, ya muy lejos de sus tiempos de estudiante, siente una punzada de nostalgia que le hace sacar el teléfono del bolsillo y disparar unas cuantas fotos. «La Isleta es un barrio que atravesó un ciclo que yo definiría como de la miseria. No tuvo un colegio público hasta 1928 y el instituto llega cuando llega. Y su aparición fue precisamente la que rompió ese ciclo, cuando la gente del barrio pudo estudiar aquí», señala.
Ortega representa la voz de aquellos que se han formado a lo largo de cinco décadas en el centro. Es difícil compilar el dato de cuántas personas han estudiado en esas aulas, que en la actualidad acogen a más de 500 estudiantes que representan, en un ejemplo absoluto de integración y tolerancia, a más de 20 países.
Todo muy distinto a los inicios del centro. Rafael Matilla ha vivido casi la historia completa. Llegó en 1979 cuando el instituto todavía formaba parte de las instalaciones del colegio León y Castillo en la calle Osorio, y apenas unos años después vivió la mudanza a su actual ubicación en la calle Juan Rejón-La Carretera. «Allí teníamos muchas dificultades de espacio y era muy complicado trabajar, hasta que bajamos en 1980. He sido muy feliz aquí durante los 34 años que estuve en el centro sin cambiar nunca», afirma en la hora del balance.
Para Matilla, como consigna Ortega, la construcción del instituto supone un momento trascendental en la historia de La Isleta. «Creo que fue decisiva para la evolución del barrio. Aportó mucho a todos los niveles, no solo en el educativo. Recuerdo las actividades deportivas, con el nacimiento del club de hockey Taburiente. Las acciones culturales con el grupo de teatro... Un foco que ha irradiado un montón de cosas que aquí la gente no tenía la oportunidad de vivir», indica.
Los primeros años del 'Lechuga' estuvieron rodeados de sobresaltos. La muerte de Belén María durante una movilización de los estibadores fue un impacto importante. El accidente del taller de La Naval en el que perecieron cuatro bomberos, siendo una de las alumnas hija de uno de ellos. Las grandes huelgas que finalizaban con cargas policiales: «Recuerdo a los portuarios escondiéndose de la policía dentro del instituto», señala Matilla que añade con pena «los años de la droga, que aquí golpearon fuerte. Daba miedo pasar por el Castillo de La Luz».



Todas esas alteraciones de la rutina tenían en el centro una vía de escape. Para los que vivieron esos tiempos y para los que llegaron después. Es el caso de Luisa Urréjola, que en las dos últimas décadas ha desarrollado su trabajo allí. «El alumnado y las familias de La Isleta tienen una manera especial de ser. Se abren mucho si les das la confianza estableciendo una relación muy sincera y abierta. Cuando llegué eso fue muy importante, aunque también fue muy importante el grupo humano espectacular entre el profesorado y creo que eso ha significado mucho», cuenta.
Jonathan Ortega cree que esa circunstancia que narra Urréjola es la que verdaderamente define a La Isleta y pudo expandirse en los pasillos del centro. «Este es un barrio de mucha comunidad. A través de la Virgen del Carmen, del carnaval, de todo lo que se vive con tanta pasión», dice.
Voluntad popular
Eduardo Trujillo, director del centro desde hace 11 años, destaca ese compromiso comunitario como la llave que permitió que el instituto abriera sus puertas en esa esquina de la ciudad. «No hay que olvidar que este centro nace por las demandas de las propias familias. Porque hasta entonces los alumnos tenían que hacer el bachillerato a la zona de Tomás Morales. En un principio se creó un aulario en el colegio Galicia que era una entidad delegada del Isabel de España, no tenía identidad propia. Y en 1975 nace lo que se llamaba Instituto Nacional de Bachillerato Puerto de La Luz, hasta que se le cambió el nombre con la mudanza. Entonces muchas chicas y chicos del barrio pudieron estudiar aquí sin el impedimento de tener que cruzar la ciudad», repasa.
El propio Trujillo, junto Urréjola, repasa que ese sustrato también da sus frutos más allá de las clases. «Se puede decir que de alguna forma fue un centro cultural. Abría y abre por las tardes para que se lleven a cabo distintas actividades como el teatro, que siguen en activo. Con alumnos del centro montando su propia compañía para desarrollar sus proyectos», explican.
Estos días el IES La Isleta aborda sus 50 años de vida, comunicados por el empuje también de su vicedirector Alonso Díaz, pero durante todo el año estarán celebrando la llegada al barrio de una institución que permitió cambiar el ciclo de los estigmas.
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