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Graciliano Medina en el salón de la peluquería que regenta en el barrio de Sansofé desde hace 45 años. Cober

Los rostros del barrio

Graciliano Medina: Con el virus de la alegría

Su peluquería en Sansofé abrió las puertas hace 45 años. Su personalidad carismática le ha convertido en una figura popular de este barrio de la ciudad alta de Las Palmas de Gran Canaria

David Ojeda Merino

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 7 de septiembre 2025, 00:35

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Graciliano Medina tiene el virus de la alegría, una infección benigna que contagia a todo el que cruza la puerta de la peluquería que regenta desde hace 45 años en el barrio de Sansofé, en la Ciudad Alta de Las Palmas de Gran Canaria.

Medina González es una leyenda en el barrio: «Eso dice la gente; creo que quitando la farmacia soy el negocio más antiguo que hay en estas calles», explica. Se instaló allí en 1980, cuando decidió establecerse por su cuenta después de una vida con tijeras en las manos.

Y es que el de la peluquería y la barbería es el único lenguaje que conoce. «Vengo de una familia en la que casi todos nos dedicamos a lo mismo. Provengo del barrio de Casablanca, en Firgas. Mi padre era barbero y tenía su negocio en Buen Lugar. Cuando tenía 15 años empecé con él a trabajar allí y luego lo hice en una peluquería que tenía un hermano, que ya está jubilado. Hasta que abrí mi propio negocio en 1980 en Sansofé», cuenta.

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Es por eso que su vida está en el salón de la peluquería. «En casa casi todos nos dedicábamos a lo mismo. Mi padre, mis tíos, primos... somos peluqueros de vocación. Yo ya llevó 55 años cortando pelos y no pienso en la retirada, Dios dirá», expone con una de sus contagiosas sonrisas.

Navegando por los siete décadas de vida a Graciliano Medina es imposible imaginarlo fuera de su peluquería. Allí sigue apareciendo cada día para armarse con sus utensilios de trabajo y comenzar a laminar cabelleras. «Ya vengo menos horas porque tengo un equipo de trabajo muy bueno, pero para mí es importante seguir viniendo aquí a trabajar. No puedo estar sin ello. Además, como dice el refrán, el ojo del amo engorda al caballo», explica.

Sansofé se encaja en un requiebro de Escaleritas, en la salida de Pedro Infinito y justo antes del CentroComercial La Ballena. Como tantos barrios emergidos a finales de la década de 1960 en Las Palmas de Gran Canaria, su nacimiento fue impulsado por cooperativas de sectores profesionales en su cado de empleados de banca y portuarios. Es un barrio pequeño pero con una gran historia.

Graciliano Medina recuerda que su peluquería compartió edificio muchos años con la desaparecida murga Los Rockefeller, ganadora del concurso capitalino en 1984 con Blas Quintana al frente. Y que el aroma a carnaval en el barrio se desprendía de uno de los grandes personajes de la fiesta en la ciudad: Santiago García Díaz, el Charlot, vecino de esas calles y fallecido en 2001.

Él tiene memoria de fisionomista. Es capaz de recordar la cara de un antiguo cliente aunque hayan pasado años sin verse. Porque para él hay una frase que define sus años dedicación: «Lo mejor aquí es la gente que conoces», enfatiza.

La peluquería de Graciliano tiene la forma y los modos de un quirófano. Todo el instrumental está dispuesto sobre las repisas con un escrupuloso orden. Cada cosa en su sitio. Empezando por las inevitables conversaciones que solo suben el tono cuando se habla de fútbol.

El negocio cuenta con una puerta abierta que te transporta a Jezaida, la peluquería de señoras, como reza el cartel. En ese espacio común se manejan Graciliano y su equipo con diligencia y armonía. En el momento de este reportaje por allí andaban Rubén, Octavio y Paqui. Graciliano ha llegado a tener siete peluquerías en la ciudad, una de las más populares en el parque Hermanos Millares de Escaleritas. Pero siempre se ha empleado en sus labores en la de Sansofé.

Familiar es una palabra que define el entorno en el que se mueven. «Diría que el 90% de las personas que vienen a esta peluquería son clientes de toda la vida. Y tengo hasta cuatro generaciones de la misma familia, desde personas de 90 años hasta gente muy joven», comenta mientras un padre y un hijo entran por la puerta y se sientan en los inconfundibles sillones de cuero negro esperando por su corte.

Esa relación íntima no solo se da con los clientes. Es especialmente estrecha en el ámbito laboral: «Mis empleados también son gente que está muchos años con nosotros. He tenido algunos que han estado hasta 30 años. Aquí mismo está Octavio que ya lleva unos 18 años en la casa. Siempre he tenido gente muy buena y eso que a lo largo de los años he llegado a tener unos 35 empleados, porque es mucho tiempo», comenta.

Todo un barrio en sus manos

Por las manos de Graciliano ha pasado casi todo el barrio. Inundando de recuerdos la memoria de los que allí se han sentado. «Siendo adolescente decidí raparme al cero y no me cobró. Luego bajó mi madre a echarle la bronca», comenta entre risas Jorge, un cliente de viejo.

Graciliano Medina no vive en Sansonfé pero sabe muy bien qué registros maneja el barrio. Allí se ha pasado más de media vida, con jornadas laborales eternas que sumando horas probablemente den como resultado más tiempo del que le ha dedicado a otra cosa en la vida. «Lo que ha cambiado es la gente antes vivía más el barrio que ahora», señala con algo de nostalgia.

«Llevo 55 años en el oficio y creo que, como mínimo, estaré otros 55 más», dice antes de despedirse con otra de esas sonrisas que uno se lleva puesta.

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