Imagen del juicio de este jueves. Juan Carlos Alonso

La denunciante sobre Quintero: «O actuaba como él me pedía, o se enfadaba»

Tribunales ·

Se celebra la primera sesión del juicio por acoso sexual contra el exjefe de gabinete de Augusto Hidalgo

Francisco José Fajardo

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 16 de febrero 2024, 07:42

Este jueves se celebró la primera sesión del juicio contra Pablo Quintero, el exjefe de gabinete de Augusto Hidalgo en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, que está acusado de un delito de acoso sexual en el ámbito laboral cometido, presuntamente, sobre una periodista. La denunciante declaró, entre otras cuestiones, que el encausado llegó a decirle que «le gustaba mucho, en todos los sentidos» y que «o actuaba como él me pedía, o se enfadaba conmigo y me amenazaba con despedirme», dijo.

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En este procedimiento que valora unos hechos que desembocaron en el cese inmediato del alto cargo el 16 de noviembre de 2021, la fiscal Teseida García pide que Quintero sea condenado a siete meses de cárcel y el pago de 20.000 euros de indemnización para la víctima, la misma pena que interesa la acusación particular ejercida por María Rosa Díaz Bertrana. La acusación que ejercía el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se apartó de la causa dos días antes del inicio de la vista sin dar motivo alguno.

Por su parte, el abogado defensor Pedro Sánchez interesa la libre absolución de Quintero al alegar que no hubo acoso de ningún tipo, una versión que tendrá que ratificar el acusado en su declaración del próximo día 4.

No quería perder su trabajo

La denunciante declaró en la vista que había accedido al puesto como cargo de confianza tras ser entrevistada por Quintero y que al principio ejerció su profesión en el gabinete de prensa.

Luego, dijo que tuvo varios encontronazos con el acusado como un día en el que fue a almorzar invitada por la concejala Inma Medina junto a la jefa de protocolo y se encontraron en el restaurante a Quintero y a Augusto Hidalgo: «Se acercaron y el alcalde nos bromeaba y sonreía, pero Pablo se enfadó. Tenía cara de cabreo y le empezó a mandar mensajes a Medina para que le explicara esa comida. Expresaba que no entendía por qué estaba comiendo conmigo y con Yurena», manifestó.

«Antes nunca se había enfadado conmigo. Había conductas que no me hicieron gracia pero enfados como tal, no. Fue de tal forma que hasta me amenazó con despedirme. Yo estaba de vacaciones esos días y cuando me incorporé a trabajar el 3 de enero me citaron y me hicieron un interrogatorio. Que en qué bando estaba, que por qué había ido a comer, que por qué en ese restaurante y que Pablo estaba cabreadísimo y me quería echar».

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También narró que con el tiempo, Quintero la liberó de las tareas que tenía encomendadas y la puso a trabajar para él: «Empezó entonces a llamarme con más asiduidad a su despacho y a reunirse conmigo a solas, eran muchísimas. Duraban dos, tres, cuatro, cinco y hasta seis horas. Hablábamos de los proyectos y trabajo pero las conversaciones se iban por las ramas y acabábamos charlando de otros asuntos. Me preguntaba por mi vida personal y me resultaba bastante pesado ya que tenía que sacar trabajo adelante y no lo entendía».

Contó ante el magistrado Juan Gallego, titular del Juzgado de lo Penal número 3 de la capital grancanaria, como le hizo comentarios acerca de la ropa que llevaba con faldas cortas y por eso llegó a cambiar su forma de vestir y optó por no maquillarse y llevar pantalones vaqueros anchos, camisetas sin escote, chaquetas largas y playeras para evitar llamar su atención. También que le llegó a decir: «No vengas con bailarinas, no te hace buen culo».

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«Estaba sometida a un continuo escrutinio por parte de Pablo», recalcó la víctima, quien además manifestó que el acusado le hacía ir a viajes a los que entendía que quien debía ir era la jefa de prensa y también «buscaba excusas» para invitarle a restaurantes de lujo, algo que tampoco hacía con el resto de compañeros. Creaba ambientes «intimidatorios» y ella pensaba «es tu jefe y te lo comes con papas», relató, indicando que Quintero le tocó la cara y la mano y su «sensación fue de asco».

El jefe de gabinete le dijo que él tenía que ser su prioridad y, si no actuaba como pretendía o rechazaba sus invitaciones, se enfadaba y amenazaba con despedirla: «Yo a ti te puedo fulminar por ser un cargo de confianza».

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