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En esta discoteca no cabía ni un alma. Unas 130.000 personas participaron este sábado en la cabalgata de carnaval que unió, con eslabones de mascaritas, la punta de La Isleta y el parque de San Telmo. Un total de 106 carrozas tomaron parte en esta caravana después de que cinco de ellas no acudieran al punto de inspección de las plataformas.
La cabalgata partió de Manuel Becerra con media hora de retraso debido a la avería de dos camiones, lo que dio tiempo a los asistentes que no disfrutaron de la fiesta mecanizados a hacerse control de la carretera.
Las carrozas, que este año han tenido un precio medio de unos 70 euros, iban llenas, pero también las calles estaban repletas de carnavaleros que preferían ir a su aire, como Dimas, Raúl, Escarlata y Jesús, quienes optaron por vivirlo al nivel del mar.
La afección al tráfico fue indudable. Con el arranque del día se registraban las primeras retenciones en El Sebadal. Sin aviso previo, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria habilitó un carril a contrasentido en la conexión de Doctor Juan Domínguez Pérez con Belén María. La falta de información sobre la ordenación del tráfico en la urbanización industrial -los conductores se encontraban con la sorpresa de que no podían girar hacia Catamarca ni seguir más allá de Profesor Lozano- provocó colas a media mañana, agravadas por el estacionamiento de las carrozas que iban a tomar parte en la cabalgata.
Al contrario de lo que ocurrió en verano, cuando se batieron los récords de velocidad por la presión de los policías, esta vez la cabalgata se lo tomó con calma. Casi a las siete de la tarde, la mitad de la caravana estaba todavía por la rotonda de Belén María. Y por el parque de Santa Catalina habían desfilado un total de veintiocho.
Desde la organización se explicó que hasta que no se dio el visto bueno definitivo de todas las carrozas y del dispositivo de todo el recorrido no se dio la orden de salida de las plataformas que tomaron parte. Todas las carrozas pasaron la inspección de manera positiva.
En declaraciones a la Televisión Canaria, la concejala responsable de la fiesta en el Consistorio capitalino, Inmaculada Medina, destacó la gran cantidad de gente que se congregó en esta cita. «Hay que agradecer a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria por hacer el carnaval que quiere», expuso la edila socialista.
El día acompañó. Las buenas temperaturas hicieron que mucha más gente se echara a la calle. La cabalgata se ha convertido ya en el mogollón andante. Y entre carroza y carroza se celebraba un auténtico carnaval de día. Allí estaban Javier y sus amigos, todos venidos de Vecindario, quienes estrenaban una empresa de reparto de comida a domicilio que se llama 'Sopladera'.
Junto a ellos, compartiendo asfalto, iban Macarena y la Guasi de Canarias, dos sevillanas bajo las que latían los corazones carnavaleros de Ricardo y José Miguel. «Este es el mejor carnaval», reivindicaron, «nosotros vamos por la carretera, ni en guagua, ni en carroza, eso no es carnaval».
De la gran afluencia de mascaritas a la cabalgata daba fe el hecho de que en la parte alta de la ciudad muchas guaguas ya no recogían gente en las paradas porque los vehículos iban a reventar, en especial a primeras horas de la tarde.
Poco a poco, la caravana fue cogiendo ritmo. En torno a las siete y media de la tarde, cuando el sol estaba a punto de dejar el cielo a las luces de neón discotequeras, la carroza 40 pasaba por delante del jurado en el Parque y la cabeza de la comitiva llegaba a la altura de la avenida Juan XXIII.
En esos momentos, el ritmo de paso era de veinte carrozas a la hora. Cuando se decidió cerrar al tráfico la calle Bravo Murillo, al final del recorrido, en torno a las ocho de la noche, todavía quedaban cinco carrozas esperando a la salida del Sebadal. Sus ocupantes habían bajado al asfalto para hacer más amena la espera y estaban bailando en plena calle con la música que llegaba de su medio de locomoción.
La última carroza entró en el circuito en torno a las 21.00 horas, casi cuatro horas después de que arrancara la primera, y solo media hora más tarde desde que ésta llegara al parque de San Telmo, al final del recorrido.
Desde la Policía Local se informaba de que el tráfico no se resentía más de lo que es normal en una jornada que corta todos los accesos a la parte baja de la ciudad, entre ellos los túneles de Julio Luengo, que habían quedado totalmente cerrados en torno a las siete de la tarde.
Asimismo, se detallaba que la avenida marítima presentaba un nivel de congestión bastante bajo, lo que permite deducir que muchos ciudadanos evitaron desplazarse por la parte baja de Las Palmas de Gran Canaria en el tramo horario en que se desarrolló la cabalgata.
Además, tampoco se habían registrado incidentes dignos de mención. Además, tampoco se habían registrado incidentes dignos de mención. Solo hubo cinco casos de intoxicaciones etílicas de menores de edad y alguna reyerta que se disipó al llegar la Policía Local. También hubo quejas respecto al comportamiento de algunos ocupantes de una carroza que se dedicarona tirar objetos al público.
Tras las carrozas, el servicio municipal de Limpieza inició su propio trayecto. Con un refuerzo de 163 efectivos y casi 40 medios mecánicos, entre los que se encuentran baldeadoras, hidrolimpiadoras y barredoras, entre otras herramientas, realizaron una limpieza integral de las calles que conformaron el recorrido y de las vías adyacentes con tareas de barrido manual y mecanizado, así como baldeo.
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