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Los bucios guían a la tradición y la solidaridad en el Paseo RomeroCruzando el sol de mediodía el sonido de los bucios se imponía en el parque de Santa Catalina. Como cuenta la leyenda que hacían los aborígenes antes de la batalla, el sonido crudo y oscuro de este rudimentario instrumento ponía en marcha el Paseo Romero que desde hace 14 ediciones organiza el Real Club Victoria para marcar el paso en un camino impregnado de tradición y solidaridad por la zona puerto de Las Palmas de Gran Canaria.
Ganado, carretas y agrupaciones folclóricas, con la presencia por primera ocasión del Club del Presa Canario, recorrieron el tejido urbano a espaldas de Las Canteras para llegar hasta la iglesia de La Luz, donde se depositaron los 2.800 kilos de comida recogidos y destinados a una donación a Cáritas. Identidad y empatía. Canarias ejerciendo la nobleza de esos presas debutantes, gigantes en tamaño y corazón.
Si multitudinaria fue la participación popular en el corazón del Paseo Romero, no lo fue menos en las calles por las que atravesaba el recorrido. Rebosantes de un público natural y foráneo, que llegaba atraído por el sonido de los bucios y los primeros acordes de las agrupaciones folclóricas. Un ganado de ovejas arrancaba la comitiva, pastoreadas y sembrando por el asfalto portuario el excedente de sus cuerpos.
Calzado de esparto y fajado en la cintura un nervioso Juan Jesús Ortega Machín recorría la zona de salida en Santa Catalina antes de que arrancara el Paseo. Al igual que sucede con los presas canarios para él, que ascendió a la presidencia del club el pasado verano, este era su primer Paseo Romero. «Es impresionante el poder de convocatoria que tiene este acto. Intentamos mejorar los años anteriores, aunque es difícil porque el nivel está muy alto», expresaba en el segundo que encontraba para atender a los medios mientras todo el mundo requería su atención para afinar los últimos detalles.
Machín tiene claro que diferencia este acto de una romería formal. «Nos gusta que sea un paseo, a diferencia de lo que suele encontrarse uno en una romería. Nos gusta que sea una exposición vistosa de lo que es la cultura de nuestra tierra. Eso está calando en la gente y lo hemos podido comprobar una vez más en esta edición», indicaba.
El Real Club Victoria dinamiza este evento con la apuesta del Gobierno de Canarias por arroparla. Una de las cosas que le distingue es que es el único acto que se realiza en Las Palmas de Gran Canaria el Día de Canarias, aunque este año vino precedido por el Baile de Taifas organizado por el Ayuntamiento la noche del miércoles en la plaza del Pilar en Guanarteme.
La comitiva que partía de Santa Catalina desembarcó con una escaleta organizada en 24 partes en la iglesia de La Luz para depositar allí los casi 3.000 kilos de comida que fueron reunidos entre los participantes.«Eso es lo primordial en este día», explicaba Machín antes de recalcar que «no nos podemos olvidar de los más débiles».
El Paseo Romero evidenció el color de las tradiciones. Los grupos folclóricos Xerax, Siete Orillas y Parranderos de Guanarteme, Susurros Isleños y Parranda Ellebrillo, Buchito de Café, Flor Canaria, la Parranda Son de La Vega, Grupo Cuacimara del Mar, Guanache, la Agrupación Folclórica del Real Club Victoria, Parranderas de Guanarteme, Amigos Isleños y Los Chiringos pusieron las notas musicales al recorrido acompañados por carretas que llevaban los nombres de cada una de las islas.
El Club Español del Presa Canario se encontraba apostado junto a las oficinas de Fred Olsen. Minutos antes del comienzo del Paseo Romero. Sus enormes perros se esperaban a la sombra antes de incorporarse a un recorrido al que fueron convidados pro primera ocasión. «La verdad es que es un acto de justicia», explicaba Antonio Juan Hernández, llegado desde el Lomo Magullo mientras agarraba a su perro junto al niño. «Son perros de guarda, eso está claro. Pero son nobles y familiares», indicaba mirando para ejemplificar lo que contaba como el pequeño agarraba también la correa del animal.
Eduardo León se fajaba a la cintura mientras su perro aguardaba a sus pies. Él ha paseado por el mundo ganando distintos concursos internacionales. «Es curioso pero el presa canario es un perro mucho más reconocido en el extranjero que en las propias islas. Ahora mismo hay más ejemplares en América que en las islas», explica con aroma de reivindicación justo cuando ocupa con sus compañeros el lugar que les corresponde en la línea de salida del paseo.
La nobleza y belleza de estos perros se hizo notar en una jornada de tradición y emoción. Algunos balcones salpicados a lo largo del camino hacia La Luz estaban iluminados por decoración típica y el imponente desborde del blanco, el azul y el amarillo.
El Paseo Romero del Real Club Victoria cumplió un año más con la defensa de las tradiciones que se le encomienda en el alma de la ciudad más importante de las islas. Las Palmas de Gran Canaria se sintió colmada de costumbres mientras a escasos metros la playa de Las Canteras también latía completa en una capital llena de vida.
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