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Alexis, José Dailos, Antonio y Alejandro Verdugo tras la barra del Restaurante Audiencia. Juan Carlos Alonso
El Audiencia dice adiós y se guarda sus secretos de sumario

Las Palmas de Gran Canaria

El Audiencia dice adiós y se guarda sus secretos de sumario

El histórico restaurante de Vegueta cierra sus puertas a final de mes tras décadas de servicio frente a la sede judicial de la plaza de San Agustín

David Ojeda

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 8 de noviembre 2023, 23:50

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Vegueta pierde uno de sus bastiones hosteleros. El barrio judicial de Las Palmas de Gran Canaria se despide del Restaurante Audiencia, durante décadas sede de conversaciones que darían para más de un secreto de sumario. Confidencias que quedarán en la memoria de sus camareros, siempre discretos y diligentes, y de sus clientes. Algunos de ellos leales cada mañana a esa barra de aluminio cuyo eco daría para escribir miles de novelas criminales.

El Audiencia lleva décadas encajado frente a la sede de la Audiencia Provincial de la Plaza de San Agustín. Si ir más lejos, la actual propiedad y gran parte de su equipo de profesionales llevan más de 20 años sirviendo cada día. La expansión de un centro sanitario en la zona ha llegado hasta el edificio que le da cobijo y se ven obligados a entregar las llaves a finales de este noviembre. El equipo del Audiencia desembarcará en el Borito, en la trasera Dolores de la Rocha, intentando mantener las señas de identidad que le han caracterizado en su espacio natural.

Apenas unos minutos en el local dan la medida de lo que allí sucede. Alejandro Verdugo lidera la acción desde la cocina. Es el propietario del negocio y trabaja codo a codo con su equipo. José Dailos, Antonio y Alexis recorren la barra y el salón, en el que está esperando la llegada de su desayuno una clientela heterogénea. «Nos da mucha pena tener que marcharnos. Llevamos muchos aquí, con el negocio funcionando muy bien y con gente que lleva toda la vida como clientes. Ellos son los primeros que nos dicen que se quedan huérfanos, porque para ellos es un bar familiar al que llevan viniendo más de 20 años», explica José Dailos.

Por el Audiencia pasa todo el que en algún momento ha tenido que relacionarse con la Justicia. Sin ir más lejos, este miércoles dos furgones de la Policía Nacional habían desembarcado con toda su dotación mientras se hacía este reportaje. Jueces, abogados y otros usuarios de la Justicia desde el otro lado del Código Penal recogen su café cargado al otro lado de la barra. «Aquí hemos visto de todo, la verdad. Pero si algo podemos decir es que en la vida ha pasado nada, ni un solo problema», señala el veterano José Dailos, empleado en la casa hace ya más de dos décadas.

Fachada del Restaurante Audiencia.
Fachada del Restaurante Audiencia. Juan Carlos Alonso

La discreción forma parte del código de trabajo con el que se han empleado todos estos años. Por el Audiencia ha pasado parte de la vida judicial de Las Palmas de Gran Canaria, como refieren sus trabajadores, desde la década de 1970. Es decir, gran parte de la vida misma de la ciudad. Tras los límites del servicio se han escuchado muchas conversaciones. José Dailos sonríe y confiesa entre risas: «Detrás de las barras siempre escuchas cosas, porque ese es mi trabajo. Estar atento a todo lo que sucede aquí dentro. Pero se quedan aquí guardadas. Son cosas del trabajo», subraya.

El propio José Dailos reconoce que cambiar de ubicación será complicado. Y bromea con la cantidad de ocasiones en las que se equivocará al ir al bar cuando llegue por las mañanas a los mandos de su bicicleta.

Hay un sentir de tristeza instalada en el foro judicial de la ciudad. El Audiencia ha sido parte esencial del día a día del mundo jurídico de la capital desde hace muchos años. Incluso entre sus clientes actuales se encuentran figuras de la judicatura que una vez jubilados siguen acudiendo a su cita diaria con el bar.

Saben que Alejandro y su equipo seguirá cerca, pero hay atmósferas que son irrepetibles. Y ese miedo está incluso en la cabeza de los trabajadores del Audiencia. «Lo que creo que nos define es que somos un bar muy familiar. En el que ya nos conocemos mucho y tenemos momentos clásicos de este tipo de establecimientos, como las conversaciones apasionados sobre fútbol, por ejemplo», indican.

Para el personal del Audiencia este cambio supone mucha tristeza.La que perciben en su clientela pero también la que ellos sienten. Por la vigencia de su relación con los parroquianos y por los vínculos que se han ido estableciendo en los últimos años. «Por aquí pasa mucha gente. Por ejemplo tenemos mucha relación con la gente del Colegio de Abogados, que suele venir mucho porque están cerca. Y con todos los que venían cuando aquí al lado estaba el Palacio de la Justicia», expresan.

El barrio judicial sigue su proceso de transformación. Como si fuera un espejo de lo que ocurre a lo largo de toda la extensión de Las Palmas de Gran Canaria. El viejo mundo que se transforma y da paso a otro. La mudanza de gran parte del mundo judicial a la Ciudad de la Justicia fue la primera señal de un universo que se movía de su eje.

Clientela consumiendo en el Audiencia.
Clientela consumiendo en el Audiencia. Juan Carlos Alonso

El Audiencia dejará de servir café y desayunos. De rellenar discretamente de 'chispazos' las tazas humeantes para aquellos que acudían a sus salones tras pasar por las analíticas o pruebas médicas en los centros de la zona para acoger una sala de extracción de uno de ellos. Algo así como el ciclo de la vida.

Las Palmas de Gran Canaria va dejando morir sus locales más históricos, mientras el relevo llega en forma de moderna 'gastro algo' con complemento del nombre en su título ante el público.

El adiós del Audiencia no solo dejará huérfana a la comunidad judicial de la ciudad. Ni a los que acuden tras dejar a sus hijos en los Jesuitas. Ni a los que llegan tras pasar por un reconocimiento médico. También se despide de todos los feligreses que acuden cada lunes a la parroquia de San Agustín para el encuentro con Santa Rita. Uno de los días en los que el bar se desborda y sus empleado no tienen tregua.

Saben que será difícil llevarse a toda su clientela a la cafetería Borito. «Es un local diferente, con menos capacidad», afirman. Pero allí esperan a todo el que quiera reencontrarse con el espíritu del Audiencia; su gente seguirá al pie del cañón.

Mientras tanto Vegueta ve desgajarse otro trozo de su historia. Mientras las viejas casas se rellenan de pomposos hoteles boutique, bares como el Audiencia, donde el obrero se mezcla con el fiscal, donde pasa la vida entera de una ciudad, se ven obligados a cerrar las puertas y a dar por cerrado un hermoso capítulo de la vida local.

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