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Manuel Benitez toca la pandereta junto a Nano Guerra. Nacho González Oramas.
La dulce música de Manuel Benítez

Fiestas del Pino

La dulce música de Manuel Benítez

Músico y gestor cultural, será el pregonero de la fiesta mayor de la isla, a la que ha estado vinculado toda su vida como portador de un apellido ilustre en el municipio

Sábado, 24 de agosto 2024, 23:20

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Seguir las ramas del árbol genealógico de los Benítez en Teror es un ejercicio parecido al que se veían obligados los lectores de García Márquez en 'Cien años de soledad'. Una cronología larga y aferrada a la vida dulce y musical de un municipio que se prepara para celebrar su fiesta principal, la de toda la isla, con el pregón de uno de esos Benítez: Manolo; ante todo músico, pero también gestor cultural y con su última línea de currículo como gerente de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria a la que lleva vinculado casi la mitad de su vida.

Nadie pasa por Teror sin sentirse tentado por las delicias de la Dulcería Benítez. Ese es el antecedente más fácil de localizar para este personaje menudo y con bigote, heredero junto a sus siete hermanos, del legado de la familia de su padre, integrante de un linaje de diez. «El relaciones públicas perfecto. Un hombre muy afable al que le gustaba mucho una fiesta», recuerda sobre su progenitor.

«Mi padre montó una dulcería a la que le da apellido que se ha logrado consolidar como un negocio que a día de hoy sigue en la familia. Mis padres se conocen al terminar la guerra. Él es hijo de panadera, pero su primer negocio fue conseguir la concesión municipal del quiosco de la Alameda. Allí conoce a mi madre y empiezan a hacer dulces». Esa fotografía en sepia es la que Benítez nos enseña para saber de qué familia hablamos y comprender su relevancia en el entorno.

Manuel Benítez mutó en gestor cultural precisamente alrededor de las Fiestas del Pino, cuando la efervescente década de 1980 empieza a declinar. En aquella etapa nacieron en el pueblo iniciativas como el Encuentro de Música Popular Teresa de Bolívar, el ciclo 'Conciertos de Semana Santa', los Conciertos Escolares de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria o el ciclo 'Música y Literatura'.

Eso hizo que fuera dejando de lado la flauta para sumergirse en el complejo escenario de la organización cultural. Pero él lo tienen claro: si debemos encontrar un epígrafe en el que encasillarlo sería claramente el de músico. Hay una imagen mítica que se puede encontrar rastreando en YouTube. Manolo arranca con su flauta mientras Pedro Lezcano recita en los viejos estudios de Televisión Española su mítico poema 'La Maleta'.

Un compromiso artístico que nace en su familia, una parranda rodante, y muy vinculada a un municipio que se escribe en hojas pautadas. «Mi familia está muy vinculada a la música popular. Mi padre tocó en la banda y en rondallas antes de la guerra. Yo empiezo tocando y haciendo cosas en la banda de mi pueblo. Teror siempre ha tenido una relación con la música importante. Siempre han existido elementos que han servido para canalizarlo. La banda existe desde siempre y ahora está en un momento fantástico, con la iniciativa tomada por los propios músicos», dice.

Aquel viejo Teror, que enfilaba los últimos años de la dictadura, amanecía en sus frías mañanas de invierno con la melodía de los jóvenes aprendices. «Cuando yo empecé de niño había que ir a las siete de la mañana, antes de ir al colegio, a trastear con los instrumentos en un cuarto enorme que allí había. Y siempre había en el pueblo un grupo folclórico o lo que fuera, pero siempre existía alguna forma para que la sociedad civil se organizara para hacer música. Y lo importante es que eso no se ha perdido», explica antes de dar cuenta de cómo eran de singulares los métodos pedagógicos del momento. «Los sistemas eran curiosos. Hubo un momento en el que había más demanda que instrumentos a disposición y el señor que dirigía la banda como solo tenía boquillas las unía a una manguera y con eso te tirabas seis meses aprendiendo a soplar hasta que ascendías hasta el cuerpo de instrumentos. Que era el gran paso dentro de la banda».

Imagen principal - La dulce música de Manuel Benítez
Imagen secundaria 1 - La dulce música de Manuel Benítez
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Todas esas vivencias formarán parte nuclear del pregón que Benítez leerá el próximo viernes 30. Se niega a contar más al respecto, tal vez porque en su memoria se concentran tantas vivencias y personajes que aún no sabe del todo cómo sintetizar ante la idea de una lectura amena y breve.

La música y la virgen, aquella imagen que llama a los devotos y a la que Compay Segundo compuso una canción que cantaba junto a Santiago Auserón son figuras indisociables de ese pueblo que aún habita en la memoria del pregonero. «Cuando eres de Teror tienes una relación con la religión, con la virgen del Pino, que si no es muy directa es tangencial. Es imposible estar al margen de ella. Y cuando hablas de las fiestas es imposible negar que todo lo que sucede es alrededor de la virgen y de todo lo que la circunda. Siguen llegando miles de personas a la puerta de la iglesia y eso es así desde 1800, no tiene que ver con la romería aunque es cierto que eso lo condensa todo», señala.

El Teror de su juventud

Por eso aunque es un hombre compuesto de vivencias pero que elude la nostalgia como herramienta hace memoria serena de los años que vivió en el corazón de la isla. «En el Teror de mi infancia, posiblemente como todos los pueblos de aquella época, se vivía un paso por la Transición y esa modernidad que nos sobrevino de la noche a la mañana pero era un Teror muy vinculado a la iglesia, que tenía un peso muy importante», recuerda.

Unos tiempos muy distintos pero que conformaron una tradición ahora ineludible: «En las fiestas se notaba mucho la presencia de la gente de fuera. Ahora es más normal, pero en aquel entonces se llenaba el barranco de casetas para dormir allí. Eran un acontecimiento real. Estaban llenas de personajes, pero personajes reales, como Pepe el Caña Dulce», dice a modo de anticipo de lo que leerá en la noche que abre las fiestas.

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