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El doctor Carmelo Felipe Molina, ante el centro de salud poco antes de hacer su última guardia. C7
Gran Canaria

Carmelo Felipe se jubila tras 40 años de médico en Valleseco

Después de 48 de ejercicio profesional, el director médico del centro de salud de Valleseco hizo su última guardia ayer

Sábado, 27 de abril 2024, 22:50

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Todos los días se jubilan profesionales de distintos sectores, incluido médicos. Carmelo Felipe Molina lo hizo este sábado 27 de abril con su última guardia en el Centro de Salud de Valleseco.

No es una marcha cualquiera, ni para él ni para el pueblo donde lleva ejerciendo la medicina los últimos 40 años. La edad legal obliga, que no las ganas, el empuje y la ilusión que aún irradia Carmelo Felipe después de «casi 48 años en activo; terminé la carrera un chiquillaje, con 24 años, y en Valleseco llevo cerca de 40 años».

Aunque en este tiempo profesional también pasó en algún momento por el Sur, la capital, Firgas o Arucas, siguió estudiando, se especializó... «Decidí quedarme aquí. Valleseco me puede», sentencia el médico de Valleseco, título que se ha ganado con creces entre sus queridos pacientes y vecinos, hasta cuatro generaciones, este Hijo Adoptivo desde 2016.

Cuando llegó al pueblo de Valleseco hace ya cuatro décadas, todo era muy distinto, claro. «Antes éramos medicina rural, médico de pueblo. Cogí el último tramo antes de que se creara por ley en los años 80 la red de centros de salud» de Atención Primaria, cuenta.

Por aquel entonces, «estuve tres años en una casa del Estado y solo. Estaba allí 24 horas. Vivía allí, con lluvia y frío. A 1.000 metros de altitud y con una población sana», rememora.

Lo único que tenía era un estetoscopio. Ahora en el centro de salud, del que se marcha como director, trabajan 20 personas, se realizan pruebas diagnósticas avanzadas y, apunta, «está abierto 24 horas todos los días del año. Son 720 horas al mes y esta abierto permanentemente para dar respuesta a la población», envejecida y con patologías multicomplejas.

Y es que con el paso el tiempo Valleseco se fue vaciando y envejeciendo, de tal manera que de un censo de 4.000 personas, más o menos, el 65% está por encima de los 65 años.

Carmelo Felipe ha sido testigo de primera mano de los cambios vividos en Valleseco. «La gente joven se fue, aunque ahora también hay cambios poblacionales después de la pandemia».

Señala que mucha gente «ahora ha decidido cambiar de estilo de vida y ha decidido vivir en la zona rural», de tal manera que «el centro está en 4.300 habitantes. Ahora tengo (entre sus pacientes) franceses, ingleses, argentinos, catalanes...».

En 2016, recibiendo el título de Hijo Adoptivo, junto a Dámaso Arencibia. Y en 2006, en una visita a domicilio. Juan Carlos Alonso
Imagen principal - En 2016, recibiendo el título de Hijo Adoptivo, junto a Dámaso Arencibia. Y en 2006, en una visita a domicilio.
Imagen secundaria 1 - En 2016, recibiendo el título de Hijo Adoptivo, junto a Dámaso Arencibia. Y en 2006, en una visita a domicilio.
Imagen secundaria 2 - En 2016, recibiendo el título de Hijo Adoptivo, junto a Dámaso Arencibia. Y en 2006, en una visita a domicilio.

«El mundo está cambiando», corrobora, y las personas ya no son las de antes. «Los sueños siempre están ahí», pero no esperando a ser materializados una vez llega la jubilación laboral, sino por el camino hasta llegar a ella.

«Ahora la gente quiere que los sueños se cumplan», lo ve a través de los nuevos vecinos que llenan Valleseco. «Tengo unos franceses que han montado un restaurante y están encantados. De París a Valsendero».

Como médico «lo he vivido todo», dice, aunque no es tal cual, y lo reconoce cuando se le recuerda que el nuevo centro de salud de Valleseco, del que ha sido su gran impulsor, aún no es una realidad.

«Cierto, he peleado por el nuevo centro de salud. Por fin hay un proyecto precioso, el suelo, la licencia, incluso el dinero está. Es una realidad. Solo falta licitarlo y comenzar la obra. He peleado por él muchísimo, y será una realidad dentro de un par de años y el antiguo centro de salud quedará para otras actividades. El nuevo será para el futuro, la población está creciendo».

Cuenta todo esto el médico de Valleseco sin nostalgia. «Pero si me preguntan si estoy contento por jubilarme, no».

Así que «volveré» para comprobar como va todo por el pueblo. «Ahora tendría que ir a despedirme de tanta gente que el tiempo no me lo permite. Porque aquí no es entrar y salir; es hacer el café, saludar con afecto».

Después de tanto tiempo las relaciones profesionales se han convertido en personales. En las zonas urbanas sería imposible. Pero en Valleseco todo es distinto.

«Esta es mi casa»

Apasionado de la medicina, defensor a ultranza del sistema público sanitario, con una relación paciente-médico envidiable, el doctor Carmelo Felipe Molina presume del alto grado «de afectividad que me han mostrado a mí» las gentes de Valleseco. «Hay una reciprocidad. Esa variable está presente. Es mi casa. Son 40 años, más de la mitad de mi vida. Me conozco la vida de todos». Pero toca retirada oficial. «Tengo un grupo de música rock, hago senderismo, náutica... Soy inquieto socialmente». Colabora con Cáritas, Médicos sin Fronteras, Greenpeace. Y siempre «puedo desarrollar la parte humana con las ong. No faltan sitios para echar una mano».

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