Caideros: agricultura y ganado en la cima de Gáldar
Este enclave en la cima del municipio grancanario mantiene vivas sus raíces rurales | Rodeado de barrancos y senderos, combina celebraciones populares con la economía de cultivo y pastoreo, conservando la historia impulsada por referentes del trabajo comunitario
Ubicado en las alturas del municipio de Gáldar, San José de Caideros -conocido coloquialmente como Caideros- es un rincón que conserva intactas muchas de las tradiciones que han dado forma al norte de Gran Canaria. Su nombre es reflejo del entorno que lo acoge: «Caideros» hace referencia a los saltos de agua que descienden por los barrancos tras las lluvias invernales, mientras que «San José» remite a la histórica ermita que corona el caserío, construida en el siglo XVII por el capitán José de Medina.
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Este templo, declarado Bien de Interés Cultural en 1985, es una joya de la arquitectura popular isleña. Su estructura de mampostería y la espadaña de doble campana destacan en lo alto del barranco. Tras años de abandono, el Ayuntamiento de Gáldar adquirió el edificio en 2022 con el propósito de restaurarlo y abrirlo al público como centro cultural y de memoria histórica local.
Hoy la vida del pueblo gira en torno a la iglesia parroquial, edificada en 1940, donde la imagen de San José del Agua -traída desde Barcelona en 1893- preside las celebraciones de Caideros. Cada 29 de abril, las calles del barrio se engalanan para recibir la fiesta patronal, donde la procesión y los encuentros entre vecinos y visitantes siguen alimentando el sentido comunitario.
Pero si hay una celebración que resume la identidad rural de Caideros esa es la Fiesta de la Lana, que cada 30 de mayo, Día de Canarias, devuelve el protagonismo a la trashumancia, el esquilado artesanal y la elaboración tradicional de lana y tejidos. Declarada en 2024 Fiesta de Interés Turístico de Canarias, es un homenaje vivo a generaciones de pastores y ganaderos que moldearon el paisaje y la cultura local. La Casa de la Lana, también recientemente rehabilitada, alberga talleres, exposiciones y demostraciones en vivo, convirtiéndose en un espacio donde el pasado cobra vida de nuevo.
Una persona que ha luchado mucho por el reconocimiento de esta festividad es José Mendoza, que desde joven, al pie del cañón, se ha encargado de ir propagándola por la isla. Tanto es así que este mismo mayo fue honrado como Hijo Predilecto de Gáldar con una placa en plena plaza del pueblo, en una ceremonia sorpresa que recordará «hasta el último aliento: No sé si uno se merece esto, pero si es verdad que hemos trabajado mucho para que lo que heredamos dure y se disfrute para siempre».
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«La Fiesta de La Lana lleva más de 30 años celebrándose y en cada una se trasquilan más de 200 ovejas a tijera»
José Mendoza
Vecino de Caideros e Hijo predilecto de Gáldar
El paisaje que rodea al pueblo está ensamblado por vestigios de su historia agraria y ganadera. Antiguos cortijos, acequias de piedra y abrevaderos construidos a mano se sostienen entre las laderas. Así, el pueblo refleja cómo la arquitectura popular se debe adaptar al relieve; las casas de piedra volcánica, los caminos empedrados y los muros de contención evidencian muchos años de vida campesina.
Todo ello conecta con unos miradores que ofrecen vistas espectaculares sobre el Valle de Agaete y los riscos de Tamadaba, que aún hoy sorprenden a quien se acerca por primera vez a deleitarse. Además, en invierno y primavera a estas vistas les acompaña la reaparición de los caideros con pequeñas cascadas temporales que crean hábitats para especies vegetales como los sauces, acebuches y madroños. Este espectáculo natural atrae a senderistas, que recorren rutas como la del Caidero de la Virgen, donde los valles y los saltos de agua ofrecen unas postales únicas del interior norteño de la isla.
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Entre las rutas más conocidas que atraviesan la zona destaca el Camino de Santiago de Gran Canaria, cuyo trazado discurre por Caideros y conecta con las montañas de Tamadaba. Este sendero, que une Cruz de Tejeda con el Valle de Agaete y el corazón del parque natural, es uno de los favoritos tanto de peregrinos locales como foráneos, que buscan sumergirse en el paisaje y la tranquilidad de la montaña.
En medio de este entorno natural, la vida diaria sigue marcada por la agricultura y la ganadería, pilares fundamentales de la economía local. A pesar de que la mecanización ha alcanzado algunas fincas, persiste el trabajo manual, símbolo de un modelo de vida que prioriza la tradición. Los cultivos de papas, frutales y viñedos aún ocupan las parcelas más soleadas, y el pastoreo mantiene viva la presencia del ganado en el barranco.
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Como señala Francisco García, ganadero local y dueño del famoso bar de la zona, El Molino, «aquí seguimos con lo nuestro porque es lo que conocemos y lo que queremos mantener; para esto hay que tener vocación y lamentablemente cada vez hay menos. Los que estamos somos más mayores y a los jóvenes no les interesa este mundo. Ojalá se acercaran más a su pasado y vieran de dónde vienen».
Pensando en el futuro y el aumento de los viajeros, varias viviendas del pueblo han sido rehabilitadas como albergues para peregrinos de todo el mundo. Eso sí, bajo la circunstancia irrefutable de respetar siempre el entorno y beneficiar a la comunidad local con una economía y un turismo sostenible.
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San José de Caideros no pretende convertirse en un destino masificado. Su valor reside precisamente en su escala humana y en la quietud de sus paisajes. No necesitó nunca grandes infraestructuras y tampoco las requiere ahora, pero sí atención y respeto por parte de quienes lo visitan. Como bien dicen sus vecinos, «no es un sitio perfecto, pero no necesita serlo». Allí, los únicos que marcan el ritmo son el correr del agua y el ganado que deja su huella en los caminos. La vida rural de Caideros continúa latiendo con fuerza, porque esa es su esencia. Un pueblo que honra a quienes han trabajado por él, cuidando sus tradiciones y no perdiendo su alma.
Su queso, reconocido como el mejor de Canarias
Consolidando la excelencia ganadera del pueblo, la Quesería Cortijo de Caideros, ubicada a menos de cinco minutos en coche del centro, obtuvo en 2017 la Gran Medalla de Oro al 'Mejor Queso de Canarias' en el Concurso Oficial Agrocanarias. El galardón, que ya había recibido en otras dos ocasiones (2011 y 2013), premió su queso de flor elaborado con leche de oveja trashumante.
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