Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 5 de diciembre de 2025
Roque Santana, en plena faena con su bocata estrella. Arcadio Suárez

Los bocatas de Andrés y Roque pregonan San Fernando

Fiestas patronales ·

Los hermanos de Supermercados Arosan, en Maspalomas, recibirán este jueves un homenaje que servirá para dar el arranque oficial a los actos

Gaumet Florido

San Bartolomé de Tirajana

Miércoles, 21 de mayo 2025

Era la hora del recreo en el instituto y una chiquillería bajaba por las calles del poblado de San Fernando. Un griterío ensordecedor avisaba de su llegada. Pero Andrés y Roque ya los estaban esperando. Sobre el mostrador de una tienda de aceite y vinagre, de las de antes, una ristra de bocadillos de chorizo canario o de mortadela Tulip y, justo delante, otra fila de vasos de clipper o agua de moya.

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Los devoraban. Así lo vivieron varias generaciones de vecinos de Maspalomas. Esos recuerdos no se olvidan. Por eso, entre otras muchas más razones, estos dos hermanos, Andrés y Roque Santana Trujillo, son historia viva de este pueblo y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana decidió dedicarles un pregón-homenaje en las fiestas de San Fernando de este año, que tendrá lugar este jueves en la plaza frente a la iglesia, tras la misa de las 19.30.

Roque y Andrés, en su supermercado. Andrés posa con el libro de los fiados. Arcadio Suárez

Llevan 54 años con el negocio abierto en San Fernando, primero en la tienda de aceite y vinagre que tenían en la casa de al lado, donde estuvieron 34 años, y desde hace 20 en su ubicación actual, Supermercados Arosan, cuyo nombre es una composición de sus nombres y su primer apellido. Justo donde están ahora había entonces otra tienda, la compraron con la idea de montar un negocio más amplio, pero al final no pudieron. Se frustró.

«Yo me puedo pasar las 3 o 4 primeras horas de la mañana haciendo bocadillos», cuenta Roque, y lo dice mientras elabora su bocata estrella, una delicia que lleva aguacate, berros, cebolla, atún, tomate y algún otro ingrediente que se reserva. Aquí paran hasta las excursiones de los moteros. «Nuestros bocadillos tienen fama internacional, se los lleva la gente cuando se va de viaje», bromea Roque. Desde policías locales a policías nacionales, conductores de ambulancias y otros trabajadores de la zona, todos acaban pasándose durante la mañana a buscar el suyo. Roque los hace y Andrés los cobra, porque aquí las tareas están más o menos definidas.

Pero su fama va bastante más allá del pan y de los embutidos. Si por algo se les valora en el pueblo que plantó la semilla del San Fernando actual es por su cercanía y su carácter servicial. Es como una tienda de barrio con productos frescos y de la tierra y a precios razonables a escasos 50 metros de una meca turística, uno de los principales destinos de Europa. Y eso no es poco. Más de una vez abrieron a deshora por necesidad de algún vecino. Y fiaron durante años. Aún conservan la libreta con los apuntes a mano. «Ya cortamos los créditos salvo para 14 o 15 familias de toda la vida», aclara Roque. Para ellos sus clientes son como miembros de una gran familia.

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Roque y Andrés, pero con unos cuantos años menos. Están en su tienda anterior. Llevan 54 años con el negocio abierto. Foto cedida por la familia

Estos dos hermanos cogieron el testigo de su madre, Andrea Trujillo Medina (Las Remudas, Telde), la verdadera emprendedora de la familia, pero fue su padre, José Santana (La Pardilla, Telde), que trabajaba como encargado de un exportador del tomate, el que les trajo al sur. José iba a donde le mandaban y en 1960 les tocó mudarse, con todo el rancho, ya con sus 5 hijos nacidos, a lo que hoy es Playa del Inglés, donde en aquella época solo había tomateros. «Mi madre era aparcera, pero decidió abrir una tienda», explica Andrés. La montaron en la actual avenida 8 de marzo, en la bajada a la playa, a la altura de los apartamentos Australia.

Allí estuvieron 11 años. Sus clientes eran los aparceros y más tarde, cuando empezó a urbanizarse la ciudad turística, los trabajadores de hoteles y apartamentos. Entonces su hermano Carmelo, recuerdan, servía los bocadillos a domicilio, en bicicleta. «Luego Globo nos copió», bromea Andrés, el mayor de los dos, de 77 años, que llegó a aquella casa de Playa del Inglés con 12 o 13 años. Roque, el pequeño, tenía tres. Ahora ya va por los 68.

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Aquella tienda se pasaba el día cerrada porque su madre trabajaba en los tomateros y abría cuando los clientes, los aparceros, salían de sus trabajos. Entonces ayudaban los cinco hermanos. Y no solo se servía comida, también hacía un poco las veces de bar. Cuando se pasaron para San Fernando la tienda quedó en manos de Andrés y Roque. «Mi madre ya no siguió y el resto de mis hermanos no quisieron, así que la cogió Andrés, que estaba recién salido del servicio militar, y yo, que estaba estudiando, le echaba una mano».

Andrés, cuando más joven, en la otra tienda anterior. Foto cedida por la familia

Sin relevo en el negocio

La mudanza a San Fernando les costó lo suyo. La presión turística les apretó para que salieran del meollo de Playa del Inglés, pero sus padres, y particularmente su madre, hicieron valer los derechos adquiridos, y lograron en 1971 una de las casas que el Condado de la Vega Grande construyó para sus trabajadores, precisamente estas del poblado, que databan de 1961. Eran 72 viviendas y una iglesia, que ya no existe. Hasta el padre de familia acabó trabajando para el propio conde.

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Habitaron la casa donde se abrió la primera delegación del Ayuntamiento en esta zona del municipio. «Allí vivía Jacinto, un policía, que llevaba y traía papeles». Luego esa oficina la pasaron a donde está hoy el centro comercial Yumbo y esta familia de teldenses acabó en San Fernando. Abrieron la tienda en aquella casa, apenas un cuartito que luego ampliaron, y después compraron la vivienda-tienda de al lado, donde ya montaron el supermercado actual. Residen en la segunda planta y trabajan en la primera.

Tras una vida en el sur, sienten que es aquí donde tienen sus verdaderas raíces, por eso reciben agradecidos este homenaje, aunque apuntan con humildad que ellos se han limitado a prestar un servicio para el que, por cierto, aún les quedan fuerzas, aunque, advierten, no para mucho rato. Andrés esperó por la jubilación de Roque y ya dentro de poco les tocará descansar. No tienen descendencia y tampoco relevo, luego apúrense. Estos bocatas son deliciosos, pero no eternos.

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Andrés Santana, en su puesto, de cajero. Arcadio Suárez
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