Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Arcadio Suárez fue un niño de pelo alborotado que jugaba a revelar fotos en un Quimicefa de su época. Pronto sintió la revelación, desde que tras una tarde jugando al fútbol en las calles del sureste, su amigo Ramón le llevara a su casa para enseñarle un ampliador de imágenes que para Arcadio fue como estar frente al mapa del tesoro. Lo demás, desde entonces, es historia. Pero no desde una óptica personal para él, más bien para la de todos los que hemos conocido a lo largo de estos últimos 40 años la verdad de Canarias impresa en las fotos de este mago intuitivo.
El fotoperiodista recibe estos días el reconocimiento de la Bienal de Santa Lucía a sus 39 años de periodismo gráfico en CANARIAS7. Lo hace junto a la fotógrafa Laura Ortiz de Zárate. Este homenaje se completa con la apertura el próximo miércoles 22 de una exposición en el Teatro Víctor Jara con parte de su obra titulada 'Una carrera en imágenes', en la que se podrán ver fotografías de toda su trayectoria y escuchar de sus voz las infinitas vivencias que dan lustre a su carrera.
Arcadio Suárez siempre quiso ser fotógrafo. De niño le regalaron una pequeña Kodak con la que capturaba la vida de sus amigos. Todavía la guarda. Y con el paso de los años aquella ilusión cobró cuerpo, pese a las reticencias iniciales de su madre.
«Recuerdo mis primeros pasos, tras comprarme mi primera cámara. Una Minolta. Llegaba de trabajar en el sur en la hostelería y me paraba en Vecindario delante del escaparate de Viera Déniz y me quedaba mirándola. Le decía al de la tienda que no la vendiera, que cuando tuviera dinero la compraría. Y así fue», relata emocionado ante un momento que transformó su vida.
Arcadio Suárez aprendió «a quemar fotos» con un laboratorio improvisado en su casa o en el que un amigo tenía en El Burrero, que acabó siendo suyo tras previo pago de 20.000 pesetas.
Tras un tiempo trabajando con Pepe Guerra en el mundo de la fotografía apareció CANARIAS7 en su vida Una colaboración veraniega, rastreando imágenes en hoteles y playas, para el histórico suplemento veraniego 'A pleno sol'. Mano a mano con Quesada, corresponsal de la zona en aquellos tiempos, o con Antonio Morales –sí, el actual presidente del Cabildo–, que en esa época era el responsable de la información de esa mancomunidad que acabó presidiendo.
Es imposible resistirse a la voluntad de Arcadio. Con la misma perseverancia con la que persiguió su sueño de dedicarse a la fotografía siempre se hace con la imagen adecuada. Todo desde un pálpito. Desde sentir que está ante una noticia y trabajarse al protagonista con delicadeza y cariño. «Siempre he dicho que tengo el instinto de un perro cazador. Siempre estoy buscando noticias, entro en cualquier lugar y lo observo todo. Y por ello encuentro imágenes diferentes», expresa.
Ese método que describe es veraz. Arcadio Suárez se implica en la elaboración de un reportaje con pasión absoluta. El teléfono del redactor siempre suena antes de desembarcar en el lugar de la noticia para saber qué pasa, que se necesita. Cuando no suena directamente porque él es la fuente que, a través de sus inagotables contactos, trae hasta la redacción de El Sebadal una historia sustanciosa.
Han pasado casi cuatro décadas y la tecnología ha modificado por completo su oficio. Pero es él, quizá, la mejor prueba de que el talento natural es lo único imprescindible para hacer con maestría su trabajo. «Hay que tener buen ojo y ser buen tío, ser amable con las personas a las que vas a fotografiar. Saber que, a lo mejor, es gente que está pasando por un mal momento y saber cómo tratarlas», afina sobre su método profesional.
Mucho ha cambiado desde que tenía que convencer a los conductores de Salcai para que subieran el sobre con sus fotografías hasta Las Palmas de Gran Canaria, para que luego un taxi las llevara hasta redacción. «Me anotaba la matrícula de la guagua y me iba a una cabina para llamar al periódico y avisar en qué vehículo subía», recuerda entre risas.
Era otros tiempos, en los que Arcadio Suárez se movía fundamentalmente por ese sur de Gran Canaria tan distinto al actual pero que ya andaba poblado de turistas. En aquel momento Arcadio conocía a todo el mundo. Y eso es algo que no ha cambiado todavía. Acompañarlo a una información es como ir con un cerrajero. Donde quieras que entre alguien se levanta a darle un abrazo y de ahí suele nacer una historia que acaba impresa en el periódico con una de esas fotografías mágicas que dispara.
En su trayectoria ha hecho de todo. De Sara Montiel aprendió un truco con una media sobre el objetivo para quitarle las arrugas a la legendaria cupletera. Se ha pateado los fosos de todos los grandes conciertos y, desde el interior del agua, fue durante muchos años el cronista gráfico oficial del Mundial de Windsurf de Pozo Izquierdo.
Su cámara le ha acompañado por todos los rincones de Canarias. Ha disparado a volcanes escupiendo fuego desde sus faldas o encontrado la raíz del un rostro rural en una fiesta popular en El Hierro. Incluso ha estado en la línea de fuego de la guerra. Fue dos veces a Kosovo durante el conflicto de los Balcanes: «Allí comimos mucha carne, todavía no sé de qué, pero estaba buenísima», señala.
Una trayectoria de un profesional forjado por sus ganas de seguir creciendo y por su amor por el oficio. Si Arcadio Suárez naciera mil veces más seguro que esas mil pediría de nuevo ejercer ese reporterismo al que ha consagrado su vida. Justo es este reconocimiento de la Bienal de Santa Lucía.
Publicidad
Sara I. Belled
José A. González y Sara I. Belled
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.