Amaro Rodríguez, sinónimo de pan de puño
El propietario de la reconocida panadería de Ingenio es distinguido con el título de Hijo Predilecto por llevar el nombre del municipio a cada sitio que va
El pan de Amaro es sinónimo de pan de puño de Ingenio. Y por llevar el nombre de la Villa allá donde vaya, su municipio reconoció semanas atrás a Amaro Rodríguez con el título de Hijo Predilecto, distinción que recibirá en una ceremonia que tendrá lugar el 18 de enero, en el marco de las fiestas de la Candelaria.
Este nombramiento le cogió a Amaro por sorpresa, hasta el punto que reconoce que la emoción hizo que tuviese que cortar la llamada con la alcaldesa, Vanesa Martín, cuando le anunció la noticia. «El corazón se me hizo tan grande que no podía hablar después», asegura. Y aún tiene la sensibilidad a flor de piel porque este título le llega en un momento muy especial, tras superar una enfermedad en los ganglios linfáticos que le hizo pasar este año por varias sesiones de quimioterapia y un autotransplante de médula ósea.
Se trata de una distinción más que merecida porque Rodríguez se ha consolidado como uno de los empresarios referente del municipio, que sigue el testigo del legado inmaterial del pan de puño. Además, su producto fue incluido en 2017 en la Ruta del Buen Pan entre los mejores de España, quedando entre las 10 primeras panaderías de las 400 de todo el país.
Apasionado de su trabajo
Y es que es un apasionado de su trabajo y su idilio con esta profesión empezó desde muy pequeño, con tan solo 9 años. Se levantaba todos los días a las 5 de la mañana para ayudar a su tía Lina a repartir el pan, incluso con una linterna. Iba caminando más de dos kilómetros por calles de tierra y sin luz, y no lo hacía por necesidad, sino por devoción y porque su tía era como una madre para él. Cuando terminaba el reparto iba al colegio, como cualquier otro niño de su edad, y aprovechaba los veranos para estar más tiempo en la tienda.
Y así siguió toda su juventud, hasta que a Lina le llegó el momento de jubilarse en 1994 y le ofreció quedarse con la panadería en El Sequero. Como capital le dejó también 10 sacos de harina para empezar, así que con 26 años decidió intentarlo.
El paso del tiempo le ha confirmado que no se equivocó en el intento, pero reconoce que los inicios fueron difíciles, ya que tuvo que compaginarlo con otro trabajo. Cuando decidió centrarse solo en la panadería él lo hacía todo, el pan, que empezaban a elaborar a las 12 de la noche, y también el reparto, hasta que su primo Pepe empezó a trabajar con él y hoy es el encargado de la antigua panadería.
Poco a poco fueron saliendo adelante y en la actualidad tiene dos tiendas, la de toda la vida en El Sequero, que regentaba su tía, y Mis Hijos Sin Gluten, la que puso en marcha hace 10 años cuando a su hijo le diagnosticaron celiaquía. El lamento del niño de que nunca más iba a poder comer el pan de su padre hizo que se embarcase en este proyecto que es ya todo un referente.
Hasta 11.000 panes un sábado
Las dos iniciativas dan trabajo a 17 personas, alrededor de un 90 por ciento de ellos son de la familia, incluida su hija, Idaira, que es la que se ha quedado al frente de la segunda panadería durante su enfermedad. Desde el comercio principal elaboran al día entre 6.000 y 7.000 panes, cantidad que se eleva los sábados hasta los 10.000 y 11.000, en su mayoría de puño. Los de sin gluten son unos 1.000 al día.
¿Cuál es el secreto de su pan? La calidad de la materia prima, ya que explica que para elaborarlo solo hacen falta cuatro ingredientes: harina, agua, sal y levadura. Dicho así, parece sencillo, pero no lo es, no todos los panes son iguales. El secreto es el trabajo, la paciencia para esperar varias horas de reposo, el cariño y también la masa madre. Por eso empiezan a hacerlo a las 10 de la noche y ese mimo se nota en su éxito.
