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Repensar, rediseñar, redefinir, reorganizar, revivir... Todas estas palabras recobran importancia en el municipio satauteño gracias a un proyecto que ha involucrado a sus ciudadanos en la decisión del diseño con el que se recuperará el espacio conocido como mamotreto. La imaginación es una herramienta que en manos de sus 18.000 habitantes se percibe poderosa para reconvertir 26 años de malas decisiones, de cenas de pleitos judiciales y millones de euros perdidos en un esqueleto de cimientos y hormigón desplegado en más de 14.000 metros cuadrados en el centro del casco de Santa Brígida.
La población satauteña dispone, desde hace apenas una semana, de un lienzo en gris sobre el que trazar el destino del mayor espacio que existe en el municipio -el máximo no supera los 2.500-, ideas que se están recogiendo en el espacio de participación ciudadana en urbanismo, que permanecerá abierto hasta el 22 de noviembre en la calle Tenderete, 1-B del casco (junto al Consistorio), financiado por el Cabildo grancanario y articulado por el Instituto 20 Grados.
En tan solo una semana que lleva abierta esta aula de participación ciudadana, Cristina Suárez Lacalle y Mapi Monzón Rodríguez, ambas expertas de 20 Grados, han recibido cerca de un centenar de visitas a las que han invitado a aportar su punto de vista «como expertos en vivir un territorio y habitarlo» sobre el futuro uso y denominación del edificio, del que es indiscutible las dos plantas subterráneas de aparcamiento por carencia en el municipio. «Nadie va a sustituir la decisión política ni el conocimiento técnico va a ser suplantado pero las opiniones de los vecinos, pero son vitales para conocer qué necesitantener en este entorno», apunta Suárez, que hace hincapie en que con esa información realizarán una propuesta al Gobierno local. «Es un gran reto para todos», sostiene.
Las sugerencias son diversas: los más pequeños se ilusionan con un parque de bolas, zona de animales, parque infantil cubierto y se pueda hacer deporte y una terraza alejada para los padres; los mayores tienen claro que debe ser un espacio verde, ajardinado, con baños, cafetería y de fácil acceso, sobre todo, para las personas mayores y con discapacidad.
Mary Pino Rodríguez Guerra y Ragüel Santana Rodríguez, madre e hijo, se mostraron sorprendidos de que después de tantos años conviviendo con el mamotreo, les pregunten su opinión. Ambos quisieran zonas verdes y una escuelas artísticas para potenciar la música y el teatro.
Al espacio ubicado en casco de Santa Brígida le han salido muchos nombres. Algunos de ellos dejará en el olvido el de mamotreto. Las sugerencias de los ciudadanos pasan por bautizarlo como Sataute central, parque de La Plaza, Metamorfosis o El Deseo. Rosalía Rodríguez, edil de Participación Ciudadana, desconoce cómo se le llamará pero sí aboga porque «sea un lugar de encuentro de residentes y foráneos» y llama a sus conciudadanos a participar en ello.
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José A. González
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Clara Alba y Edurne Martínez | Madrid
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