Día de Canarias: Así somos (parte 4)
Un retrato de las islas a través de sus ciudadanos | En esta entrega: Alberto Mejías, Daniel Guillén, Carlos Macho, Prado Tejera y Noemí Tejera
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Alberto Mejías Aficionado al motor
«Para el espectáculo en el mundo del motor no hay nada como nuestras curvas»
Su pasión por el deporte que más público moviliza en las islas le ha hecho vivir momentos inolvidables a pie de asfalto
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Alberto Mejías Hernández, a sus 32 años, vive en la actualidad en Telde, pero procede de las medianías de Gran Canaria. Allí donde se respira gasolina y la pasión por el mundo del motor es inasible. Trabajador para Lopesan, Mejías ama al mundo de la competición. «Para el espectáculo de las carreras no hay nada como nuestras curvas», habla con la severidad que solo puede bañar las palabras de quien las conoce a la perfección por haber estado en cada una de ellas a lo largo de las pruebas de los distintos campeonatos.
Como no, Mejías fue uno de esos minúsculos puntos que a vista de dron sumaron medio millón de personas, en el balance de organizadores y de las autoridades locales, con el reciente paso del campeonato del mundo de rallys por Gran Canaria. Él, por supuesto, no quiso perdérselo. «Fue algo realmente espectacular, como se pudo ver en todas esas fotos que dieron la vuelta al mundo durante los días que la competición estuvo en la isla», señala aún eufórico por aquello.
«Fue espectacular gozar de un Mundial de rallys en la isla»
El motor es algo que le ha acompañado desde muy pequeño, por eso se ha movido entre islas para presenciar otras pruebas. «He estado, por ejemplo, en Tenerife en varias ocasiones. Porque me gustan más las competiciones que se desarrollan en rutómetros con curvas como allí y, sobre todo, en Gran Canaria, que en las de carreteras más largas como pueden ser las que se hacen en Lanzarote y Fuerteventura», cuenta.
Le mueven más las cuatro ruedas que sus propias articulaciones. Es muy normal encontrarle en cualquier momento en el que disponga de tiempo libre en cualquier taller en el que tenga conocidos hablando de mecánica, motores o cualquier aspecto que esté relacionado con los coches. Las motos también le gustan mucho, incluso cree que «tienen todavía más aficionados en las islas que los coches», pero nunca se ha decidido a sacarse el carnet para conducirlas porque siente respeto y se le hiela la piel cada vez que sabe de algún accidente a través de los medios de comunicación.
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La imagen que acompaña este texto fue tomada frente al Roque Bentayga, donde se encontraba con su pareja de paseo en un hueco de ocio. «Ojalá tuviera más tiempo para perderme por los paisajes de Gran Canaria y conocer todavía más nuestra naturaleza», indica este joven grancanario.
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Daniel Guillén Brand Manager
«Cuando vives fuera es cuando realmente aprendes a valorar lo que tenemos en casa»
Durante más de dos décadas ha estado vinculado al sector productivo de la automoción en el archipiélago
Daniel Guillén es 'brand manager' de Volkswagen en el grupo Domingo Alonso, una empresa arraigada en la memoria del isleño con más de siete décadas en el tejido de la automoción en las islas y con un catálogo de marcas siempre arraigadas en el paisaje de las carreteras isleñas. Formado en el extranjero académicamente, desde la punzada de la nostalgia es de esas personas que recuerda aquellos días como el latido en su interior de que no hay nada como su tierra para vivir y vivirla.
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Eso lo refleja en estas líneas dedicadas a la canariedad, un resumen de pasiones naturales y emotivas que le llevan a sentenciar que el regreso a las islas fue como la recuperación del paraíso en la infancia. «Canarias es mar, es montaña, son paisajes increíbles. Pero, sobre todo, es familia. Nací aquí pero estuve muchos años viviendo fuera de la isla y es cuando sales de aquí cuando de verdad aprendes a valorar lo que tenemos en casa», subraya para este especial este licenciado en Ciencias Económicas y empresariales por la Universidad de Kassel, en el corazón de Alemania.
«El día de Canarias toca familia y sancocho, la única receta de mi padre»
La vida profesional le ha vinculado al sector del motor y, en concreto, a la evolución de Domingo Alonso a lo largo de más de dos décadas de relación profesional.En la casa ha ido progresando profesionalmente, contraviniendo a aquellos que proclaman que no se puede ser profeta en su tierra. Su vínculo con la casa es extenso y por ello ha pasado por diferentes marcas del conglomerado a lo largo de los años.
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Para este 30 de mayo tiene claro que le toca ponerse el mandil y renovar la tradición, con la esencia pura de la gastronomía de la isla a fuego lento en sus calderos. «El día de Canarias nos solemos reunir en familia y nos comemos un sanchocho. Esta era la única receta que sabía hacer mi padre y ahora me toca hacerla a mí», confiesa, como heredero de un legado que pretende mantener durante muchos años, a nuestro reportero Arcadio Suárez. Guillen posa ante la bandera de las islas con la mirada al frente, con el orgullo de quien sabe lo que es añorar esta tierra desde la distancia y quien luego ha contribuido en el desarrollo de su tejido productivo a lo largo de un cuarto de siglo de trabajo dedicado a la expansión en las islas de una empresa que funciona como pieza colectiva de la memoria del archipiélago.
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Carlos Macho Músico
«Es raro encontrar en Canarias a gente que no tenga algo que ver con la música»
Hoy se sube al escenario con La Trova pero su relación con la música nace cuando de niño le pusieron un timple en las manos
Carlos Macho trabaja en una mutua pero lo que ocupa verdaderamente su espíritu es la música, aquella que colonizó su alma desde muy niño cuando le pusieron un timple en las manos. Nacido al sureste de la isla –Arinaga sigue siendo su bastión, como él dice– desde muy joven estuvo implicado en distintas agrupaciones hasta llegar, hace ya casi dos décadas, a La Trova, esa agrupación musical cuya agenda de actuaciones no cabe en un calendario tradicional. «Es raro encontrar en Canarias a gente que no tenga algo que ver con la música», señala.
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Es difícil tomar apuntes de su trayectoria musical, nutrida de vivencias en todo tipo de formatos. «Lo primero fue el timple en Arinaga con solo tres años. Y con cinco una guitarra», expresa con una sonrisa que delata que aquellos fueron buenos tiempos. Luego continúa: «Cuando estaba en el instituto monté con unos amigos una banda de rock, que posteriormente pasó a hacer música de verbena hasta que llegue a la universidad y apareció la tuna. En la tuna de distrito de Las Palmas empezamos a investigar mucho, con música de raíces latinas, e hicimos un buen equipo. Y cuando acabamos las carreras seguimos pero empezamos a trabajar y a tener hijos y ya era otra cosa», señala.
«Tenemos en las islas una cultura musical muy potente»
Esa es la melodía de su vida, siempre sacando del pentagrama las notas necesarias para montar una parranda. Algo que considera consustancial a nuestra identidad. «Una vez leí que éramos la comunidad autónoma con más grupos folclóricos de España. Creo que en Canarias hay una cultura musical muy potente», manifiesta.
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Y entonces llegó La Trova. «Hubo un momento en el que ya nos veíamos mayores para seguir en la tuna y nuestros hijos empezaban a llamarnos la atención –bromea–, Entonces montamos un grupo con Feluco Tejera, ahora director de Los Gofiones, de folclore hasta que concluimos que ya había muchas agrupaciones de ese estilo. Entonces empezamos a hacer otras cositas y a popularizar versiones españolas hasta que llegó Misael Jordán y nos hizo explotar metiendo la cabeza hasta reventar aquel carnaval que versionamos 'Olvida tus penas'».
Hay dos canciones que para Carlos Macho representan la idiosincracia del archipiélago. «Lo tengo claro: 'Gran Canaria' de Los Gofiones y 'Tenerife' de Braulio», dejando para la posteridad ese derbi musical de las islas.
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Prado Tejera Oficial de mesa
«Ser de aquí es un regalo al que no queremos renunciar para que otros lo prostituyan»
A pesar de su juventud su figura es ya una imagen clásica del Gran Canaria Arena, donde dirige partidos de gran exigencia
Los habituales del Gran Canaria Arena reconocerán inmediatamente a Prado Tejera. Ejerce como oficial de mesa en muchos partidos de la Liga Endesa y de la Eurocup, entre otras ocupaciones profesionales, entre las que siempre destaca su autoridad arbitral en cualquier competición que se dispute en las islas. Esa posición referencial en su oficio baloncestístico le ha permitido conocer a gente muy diversa en formas y procedencias. Y le ofrece una experiencia incomparable para situar a las islas en su contexto. «Lo que más me gusta de ese intercambio cultural que experimento a menudo es conseguir verme a través de los ojos de los demás. Creo que los canarios tenemos algo especial, nos relacionamos desde la empatía y el cariño, y creo que somos dados por naturaleza, así como integradores y desprejuiciados. Somos cálidos, como las islas mismas y, en ámbitos multiculturales siempre destacamos por nuestra manera de relacionarnos: cercana y cariñosa», dice.
El baloncesto es el motor capital de su vida desde que tiene uso de razón. Hija de Florencio Tejera, durante décadas cronista de la canasta en este mismo diario, vivió con él infinidad de partidos desde la infancia. Y así surgió esta conexión propia con este deporte que se ha prorrogado en el tiempo. «El arbitraje llegó a mi vida en 2012 de manera inesperada, escuchando una conversación ajena en el Centro Insular de Deportes esperando que mi padre saliera de la rueda de prensa de un partido del Granca. Y aquí sigo, ilusionada y enganchada como si fuera la primera vez; intentando justificarle a mis amigos todos los fines de semana por qué sigo sin poder trasnochar por tener partido al día siguiente a primera hora».
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«Somos cálidos como las islas mismas y destacamos por nuestra forma de relacionarnos»
Recorre Canarias como referente arbitral. Y acredita en su experiencia la memoria de haber estado cerca, como aficionada o como colegiada, de los jugadores más importantes que han producido las islas. «Cuando pienso en un baloncestista canario siempre pienso en Sergio Rodríguez, mi jugador favorito, y lo considero la mezcla perfecta entre humildad y el talento abrumador. Y su relevo generacional, Santi Aldama, que siempre pasó desapercibido para el colectivo arbitral por su humildad y ahora, aún en la élite, sigue siendo el mismo niño dulce y discreto que hace 10 años en la minicopa de Gran Canaria», explica a través de sus propias vivencias.
Su reto es seguir cosiendo sus desvelos a la canasta. Y que ese vínculo sea eterno. «Siempre hay que aspirar a más, pero es cierto que la insularidad nos impide acoger grandes eventos internacionales, aunque este verano espero participar en mi cuarto: el Eurobasket U18 femenino en La Palma. Diría que aspiro a convertir esta pasión en mi medio de vida y no te mentiría, pero realmente lo que deseo es no cansarme de esto y que me siga ilusionando y conmoviendo y, a la vez, evadiendo y calmando tanto, el estar en un partido de baloncesto», dice.
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Prado Tejera se define como «poco patriótica». Pero en sus palabras se desprende amor por su tierra, ese que crece desde la exigencia de que se respete. «Creo sinceramente que ser de aquí y vivir aquí es un regalo, tanto que algunos no cejan en su empeño de arrebatarnos ese regalo que, aunque es aleatorio también es dichoso; y no queremos renunciar a él para que otros con más dinero o más poder lo prostituyan y lo disfruten sin contemplar la idea de preservarlo y compartirlo con los que ya estábamos aquí. Triste e incomprensiblemente, muchos de ellos canarios también», subraya convencida.
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Noemí Tejera Arquitecta
«Proteger nuestro entorno es la verdadera herramienta de cuidado»
Su mirada profesional, docente y activista está impregnada de su vínculo con el territorio que habita y explora con vocación de un progreso sostenible
La trayectoria vital de Noemí Tejera muestra la inquietud de quien concibe la arquitectura como una herramienta transformadora, mecánica de cambios sociales y paisajísticos. También docente de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, su vinculo inalienable con el territorio que la orilla reseña la importancia del archipiélago en su vocación vital y profesional. «Mi desarrollo profesional está profundamente vinculado a Canarias, desde un compromiso firme con el cuidado de nuestro territorio», resume.
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Acotar la actividad pública de Tejera es objeto de un amplio espacio. Sus posicionamientos como urbanista o como feminista se proyectan en diversos foros en los que ilumina el trazado estratégico de Canarias con una postura crítica con los cánones del viejo orden que se resisten a doblegarse. «Esta implicación se manifiesta en mi labor profesional, docente y activista. Con el tiempo, comprendes que la forma en que te relacionas con las personas y con el territorio se empieza a forjar desde la infancia, cuando nace la curiosidad por la singularidad de lo isleño en su sentido más amplio. A medida que avanzas en tu formación y especialización, esa conexión se transforma en una voluntad activa de proteger nuestro entorno, pero no desde una visión nostálgica inmovilista, sino desde la convicción de que tomar acción es la verdadera herramienta de cuidado», expresa.
«Debemos tomar conciencia de nuestra fragilidad y el carácter finito de nuestros espacios»
Tejera difumina fronteras en su tránsito emocional, cada viaje es una experiencia, un aula abierta para cambiar la concepción de las ideas aunque existan agentes aduaneros que requisan las aspiraciones del cambio. En esas entiende a Canarias como espacio en el que algo se está incubando y pide a los que padecen sordera que abren bien los oídos. «Nos enfrentamos a una creciente vulnerabilidad expuesta desde todos los ángulos. Esto se traduce en una profunda crisis ecosocial que nos obliga a tomar conciencia, con urgencia, de nuestra fragilidad, así como del carácter finito de nuestros espacios y recursos. Esta conciencia debe traducirse en líneas de trabajo concretas y en impulsos políticos firmes. La sociedad está a la altura del desafío. Así lo demuestran manifestaciones como la del 18M, que expresan con claridad un cuestionamiento de los límites del territorio desde una perspectiva profundamente ecofeminista. Ahora solo falta que esa otra parte de la sociedad, que es la política institucional, esté también a la altura de la respuesta que el momento exige», señala esta arquitecta formada en la ULPGC, donde ahora también nutre al alumnado de su experiencia y conocimiento.
Su investigación e inmersión en el territorio que habita le ofrecen una visión propositiva que no se deja fecundar por el desánimo de las restricciones tradicionales. En la dificultad ve oportunidad y expresa en voz alta el deseo del esperado cambio de paradigma «La insularidad conlleva una complejidad llena de contradicciones. Las islas albergan paisajes de gran belleza, pero también son escenario de profundas atrocidades; esta paradoja pone de manifiesto importantes desequilibrios. En las islas, el tiempo parece dilatarse, en parte por la escala de nuestro territorio: somos de campo y de playa al mismo tiempo. Me gusta pensar que, desde hace algún tiempo, estamos recuperando la mirada hacia nosotros mismos. El valor del paisaje, la artesanía, la tradición, lo local y lo natural se entrelazan en una apuesta por una cultura horizontal», subraya.
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