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Especial 30M

Día de Canarias: Así somos (parte 3)

Un retrato de las islas a través de sus ciudadanos | En esta entrega: Luis Ferrera García, Jorge Molero Ortega, Sila Sánchez Rodríguez, Carmelo Yonay Perdomo y Wendy Rodríguez Díaz

Kevin Fontecha

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 29 de mayo 2025, 20:45

  1. Luis Ferrera García Interiorista

    «Yo hoy le vendo muebles a gente a la que le llevé su cuna a sus padres»

Originario de Teror, su tienda, Nabiluz, es ya casi otro icono del pueblo. «Espero que la Virgen no me lo tenga en cuenta», bromea

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Luis, en su tienda Nabiluz, ubicada en Teror. JUAN CARLOS ALONSO

Teror no se entiende sin la Basílica del Pino, su Virgen ni su famoso chorizo que tanto cautiva los paladares foráneos. Pero tampoco sin una tienda por la que cada vez pasan más clientes buscando dar vida a sus hogares. Nabiluz, que abrió sus puertas en 1992, es un establecimiento de venta de muebles y decoración que recibe visitas de todas partes del mundo. Luis Ferrera, cogió la tienda familiar —su padre había estado desde 1966 con empresas de mobiliario— con 27 años y hace bien poco sopló 47 velas. «Espero que la Virgen no me lo tenga en cuenta, cada vez tenemos nosotros más visitas...», bromea el interiorista durante su jornada laboral cuando los compradores le dan una tregua.

Para Luis, Teror, de donde es originario, tiene algo especial. Y, aunque eso es lo que suelen decir los habitantes de los distintos pueblos —el mejor siempre es el de cada uno—, siempre brilla. «Tengo un vínculo muy grande. Yo hoy le vendo muebles a gente a la que le llevé su cuna a sus padres», recuerda con cierta nostalgia —«cómo pasa el tiempo»—. «Hemos tenido de clientes a abuelos, padres e hijos. En el pueblo esto es muy generacional. He visto a mucha gente nacer y también morir. Teror tiene tradición en eso. También siempre ha habido tradición de carpinteros. Me acuerdo cuando ami abuelo venían a comprar tallados de todas partes de la isla», continúa Ferrera mientras echa la vista hacia el pasado.

«Cuando viví fuera, decía que era canario y me abrían las puertas»

Sus muebles han recorrido todas las islas menos La Gomera, que sepa Luis. «Hemos hecho envíos a todas las islas menos a La Gomera», cuenta con la satisfacción del trabajador incansable. «Nosotros trabajamos todos los días, nos movemos, buscamos cosas nuevas, variar el producto, poner un precio por debajo la tarifa... Si no avanzas, te estancas. Y cada vez hay menos tiendas específicas y sí más grandes superficies. Es un negocio muy maltratado», añade el empresario.

Como anécdota, el interiorista asevera que tiene «un cliente de Múnich que siempre que viene, pasa por aquí a comprar lámparas turcas», a la vez que señala que tiene consumidores en todas las islas. Para Luis, Canarias es «parte de mi identidad». «He estado viviendo fuera y yo decía que era canario y me abrían la puerta de todos lados. Viví en Austria y comentaba que era español y me miraban raro, pero decía que era canario y me acogían mejor», concluye con orgullo y sentimiento de pertenencia.

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  1. Jorge Molero Ortega Profesor de cocina

    Ser interino y tener que vivir en una 'camper' por los abusivos precios del alquiler

De barco en barco y de isla en isla, este docente, enamorado de su tierra, pone el foco en el gran lastre del acceso a la vivienda

Jorge Molero, rodeado del verde que tanto le gusta. JUAN CARLOS ALONSO

Canarias es un paraíso, pero no es infinita. Es un lugar maravilloso, pero también arrastra sus defectos. Uno de ellos está, y cada vez se palpa más, en su modelo de negocio, basado en el turismo. Canarias acoge con brazos abiertos porque es tierra «de unión de pueblos», pero no puede olvidarse de su gente. Jorge Molero, que este mes sopló 38 velas, es profesor de cocina y últimamente ha tenido que mudarse más de la cuenta para hacer sustituciones por todo el archipiélago. Un alquiler tras otro y, como se diría vulgarmente, varios riñones. Eso le llevó a irse a Alemania a comprarse una furgoneta y hacerla, como él mismo dice, 'camper'. Una casa con ruedas para «no pagar por trabajar».

Al ser profesor interino de cocina y cubrir sustituciones, Jorge ha podido acceder a las entrañas de cada una de las islas. Una situación que le ha regalado momentos inolvidables y conocer parajes únicos, pero que también le ha hecho recapacitar. Porque cada mudanza suponía un agujero en su bolsillo. «Me he visto en la tesitura de pagar alquileres altísimos. Y prácticamente de tener que pagar por trabajar, porque muchas de las sustituciones son cortas y el gasto es inmenso:traslado, comida, agua, luz... Al final, tuve que elegir comprarme una 'camper' y vivir en ella. Prefiero pagar algo que va a ser mío en un futuro que estar alimentando la vorágine del problema del precio del alquiler en Canarias. Esto afecta a toda la sociedad canaria e impide que uno pueda desarrollarse completamente», cuestiona Molero, ahora en su Gran Canaria natal a la espera de una nueva llamada para subirse al barco con su hogar motorizado.

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«Canarias es una unión de pueblos y de encuentro. Hemos sabido juntar lo mejor de cada cultura»

«El acceso para comprar una vivienda hoy en día es imposible a no ser que quieras vivir en una cueva. Todo es carísimo y las condiciones son inhumanas. Yluego está el tema del alquiler vacacional, que limita la oferta... Hay mucha gente buscando piso para la poca cantidad. Las islas están saturadas», atiza el docente, no sin desear que, en el futuro de Canarias, «pueda regularse el tema de la vivienda». La clave, a su juicio, y con la constitución en la mano, pues «la vivienda es un derecho», habría que impedir que se «especule» tanto. «La belleza natural que tienen las islas es cautivadora y está en peligro con este modelo económico basado en un turismo voraz que ejercen las grandes familias turísticas del archipiélago», critica Molero. Mientras no cambie esto y cada uno «mire su burbuja», el entorno natural será «plástico» como ya dijo César Manrique, «no habrá quien quiera venir a estas islas de basura», añade.

Entre sus lecciones de cocina, encuentra un vínculo y lanza una reflexión. «Canarias es una unión de pueblos y de encuentro. La sociedad canaria ha descendido del saber juntar lo mejor de cada cultura. Algo tan común en las islas como el mojo picón, la palabra mojo, viene de 'molho', que es salsa en portugués», cuenta.

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En su infancia vivió ocho años en Jaén mientras «echaba de menos ir a la playa». «Cuando te encuentras un canario en la península, es la magia instantánea, pero también me ha pasado estando aquí al toparme con alguien de Jaén, como una compañera, Tere, que conocí en Lanzarote haciendo una sustitución», profundiza Molero con esa mezcla de acentos tan peculiar que asoma entre sus barbas, mientras que con cierta nostalgia al recuerda a su abuela. «Cuando pienso en Canarias se me viene a la cabeza mi abuela Maruca, originaria de Valleseco. Me pelaba higos y tunos. Iba en burro a Teror...», añora.

  1. Sila Sánchez Rodríguez Tallerista y activista feminista

    «No soy mujer de grandes símbolos, pero en el corazón tengo a mi tierra por bandera»

La fundadora de la Asociación de Mujeres Zuleima lamenta que «ya no reconoce el fondo del mar, antes se veía todo»

Sila Sánchez, en su querida playa de Las Canteras. ARCADIO SUÁREZ

Sila Sánchez no es de las que se muerde la lengua, todo lo contrario, ella prefiere poner los puntos sobre las íes. Ala vista está, pues es presidenta y fundadora de la Asociación de Mujeres Zuleima, que lucha por los derechos de las mujeres canarias desde hace ya tres décadas. Su historia tampoco se entendería sin el archipiélago, su escucha activa y, cómo no, su amor por sus islas. Fue jugadora de baloncesto y nadadora de máster, donde se proclamó campeona de España y, varias veces, de Canarias. «Mi vida sin el deporte no existiría», destaca con la pasión tan característica que jamás esconde.

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Sila es tallerista y tiene una debilidad, la playa de Las Canteras. «No soy mujer de grandes símbolos, pero dentro de mi alma y de mi corazón tengo a mi tierra por bandera», asegura Sánchez. «Me encanta el folclore, la comida típica canaria, las papitas con mojo, el sancocho... En mi casa no van a faltar el día de Canarias un buen sancocho y mi familia», deja claro la activista.

Cuestionada por cómo le gustaría ver a Canarias después de otros 80 años, los que cuentan sus blancos rizos del cabello, se muestra tajante y reivindicativa: «Libre». «Se están comiendo todo el terreno con tanta especulación. Yo no soy de signos, pero sí de las que sienten la tierra, la naturaleza», se define Sila Sánchez. Cuando era joven, recuerda el mar mucho más cristalina. «Ya no reconozco el fondo del mar, antes era diferente, se veía todo», comenta con rastros de nostalgia cuando echa la vista hacia el pasado.

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«En otros ochenta años el deterioro puede ser grande. Falta sensibilidad»

Para Sila «no solo depende de los políticos», sino que es la «gente» la que debe preservar y defender lo suyo. Cuidar y valorar más y mejor. «En otros ochenta años el deterioro puede ser muy grande...», vaticina la tallerista. «Los políticos no están en consonancia y esto se agota, no es para siempre. Falta sensibilidad y cuidar las cosas, porque se van a acabar rompiendo hasta los paisajes de las islas», cuestiona Sánchez.

En su lista de la compra le gustaría que hubiese siempre productos locales. «Estoy apegada a mi tierra y si pudiera, compraría los productos de aquí, pero ya prácticamente todo viene de fuera. Debemos cuidar también nuestra agricultura. Soy fan de la comida canaria», insiste la activista feminista a la vez que añade que «hay que hacer algo»con el modelo de negocio.

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  1. Carmelo Yonay Perdomo Desempleado

    «No hay mejor sitio para darle a los pedales que los que regala el archipiélago»

Creció en Lomo del Chinche, donde 'el Moco' y Yéremy Pino son ídolos del barrio

Yonay, sobre su bicicleta en el parque de La Ballena. JUAN CARLOS ALONSO

Yonay Perdomo es una de esas personas que siempre tiene una sonrisa en la cara. Un gesto agradable. De las que va por el parque y regala un 'buenos días' a todo el que se cruza en su camino. No siempre los recibe de vuelta. Pero le da igual. Es alguien feliz y agradecido. Sus colegas saben que siempre pueden contar con él para lo que sea, bien para limpiar los cristales de los ventanales de una casa que no es la suya o, mejor, para ir a comerse una Big Messi en el Costumbres Argentinas.

Le gustan las hamburguesas y los kebabs. Tiene sitios fetiches para llenarse y también debilidades, como su hija Claudia, el motor de sus días. También gustos que muchas veces duelen, como su querida UDLas Palmas. Y, aunque no tuvo sus virtudes con la pelota, creció —y ahí sigue el tío— en Lomo del Chinche, La Feria, donde sus vecinos David González el 'Moco' y Yéremy Pino son ídolos para toda la gente del barrio. Monta en bicicleta y, cuando puede y solo le vigila la luna, se va a pescar en zódiac. «El Chinche era más complicado en la época de los 90, como en todos los barrios, pero ya eso ha cambiado», describe.

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Yonay, o Carmelo para la gente del barrio, tiene 40 años aunque su reloj deportivo le dice que su edad física es de 20. Sus rutas en bicicleta por infinitas partes de la isla le han rejuvenecido. Sus paseos con Duna, su fiel amiga —una beagle de cuatro años—, hacen que, de costumbre, tenga los cachetes colorados por el sol que cae sobre su rostro. Lleva cuatro años recorriendo la isla y una ruta que le marcó fue la que hizo hasta Santa Lucía de Tirajana «después de una buena lluvia». «Fue preciosa, ver la naturaleza, los barrancos, el verde...», relata. Cuando se le pregunta qué piensa cuando le nombran Gran Canaria, no duda en responder el Pico de las Nieves.

«El Chinche era más complicado en la década de los 90. Eso ya ha cambiado»

En bicicleta ha pedaleado por toda la isla con su grupo 'Gabinete de bicis' y también ante la imponente mirada de las playas de Fuerteventura. «No hay mejor sitio para darle a los pedales que los que regala el archipiélago canario. Es lo máximo para hacer deporte», piropea.

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Es abonado a la UD desde que tiene uso de razón y, pese a que actualmente está desempleado, hizo el esfuerzo para poder estar cada jornada al lado del equipo de su vida en Siete Palmas, a donde va y viene caminando cuando Las Palmas juega en casa. «Soy de Gran Canaria y de la UD Las Palmas porque nací en el paraíso», deja claro Yonay que, a su vez, apostilla, con su humor por bandera, que si «hubiese nacido en Barcelona seguramente sería del Barça o del Espanyol». Apasionado también del motor fue de las personas que hicieron noche en la Cumbre para poder vivir con las mejores vistas posibles «una experiencia brutal» con el Rally Islas Canarias, que fue prueba del Campeonato del Mundo.

  1. Wendy Rodríguez Díaz Cuidadora canina

    «Aquí está todo enfocado al turista, no al canario. Y los animales molestan»

No todos los hoteles acogen turistas. En la Casona de Wendy, el sitio favorito de muchos perros, también colgaron el cartel de 'sold out'

Wendy, rodeada por los perros que cuida en su 'Casona' y repleta de cariño. COBER

La vida de Wendy Rodríguez cambió en 2020. Nacida en Gran Canaria, con sangre también inglesa por parte de madre, esta isleña, desde entonces, vive rodeada del mejor amigo que un ser humano puede tener. En la Casona de Wendy, su hotel canino, siempre hay cariño, diversión y, cómo no, dedicación. «Desde chiquitita siempre dije que quería tener una casa pequeña, con mucho terreno, muchos perros y muchos caballos», cuenta rodeada de peludos que la observan con ojos cargados de amor mientras sus colas se disparan sin esconder gratitud. Este hogar es la escapatoria perfecta para las mascotas y el sitio de confianza de muchos dueños cuando tienen un viaje que hacer.

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Trabajó en la construcción porque es arquitecto técnico y dejó su profesión para «hacer esto». Vivió en Sevilla con un cargo nacional y, tras la crisis, volvió para Canarias para cumplir su sueño y, por fin, poder completar «el proyecto» que casi tenía terminado antes de mudarse a tierras andaluzas. «Fui feliz en la construcción, pero estoy haciendo ahora lo que yo quiero. Esto fue la ilusión de toda mi vida», confiesa sin esconder la sonrisa desde su hotel canino. La pandemia fue un punto de inflexión en la vida de todo el mundo. «Mientras la gente estaba aplaudiendo en las ventanas durante el confinamiento, Santi —su pareja— y yo estábamos trabajando en la finca para montar la Casona», relata Wendy, que se tiró a la piscina porque la incertidumbre mundial tampoco invitaba a nada seguro.

«Fui feliz en la construcción, pero ahora estoy haciendo lo que quiero. La ilusión de mi vida»

Abrió sus puertas el 1 de agosto de 2020 en Tenoya y, casi cinco años después, trasladó su hotel canino a Telde, donde goza de más espacio para que los peludos puedan correr mientras sus dueños trabajan o pasan las vacaciones. No fue fácil porque no le pusieron «facilidad alguna» los distintos ayuntamientos con los que conversó. «Presenté este mismo proyecto en Murcia y me aplaudieron», cuenta con cierta resignación. «En Canarias todo son pegas. Nosotros queríamos montar algo diferente en beneficio de los perros», critica Rodríguez que, a su vez, recuerda que «no tiene vida» porque «cuidar a los perros durante 24 horas exige un sacrificio».

No todos los hoteles acogen turistas ni lucen piscina. En la Casona de Wendy, el sitio favorito de muchos canes, también cuelgan el cartel de 'sold out'. «Fechas como el día de Canarias suponen un trabajo extra. Está todo cubierto desde hace ya bastante tiempo. Podría meter más, pero lo que quiero es que todos los perros estén cómodos y disfruten», afirma la empresaria.

«Yo estudié turismo antes de ser aparejadora. Aquí está todo muy enfocado al turista, pero no al canario. Y los animales molestan. Es verdad que la gente no colabora para que se puedan ver a los animales de otra manera... Aquí lo primero es el turista. Los animales están mal vistos, hay mucho abandono y maltrato. La gente va a lo suyo y el que lo paga es el perro», cuestiona Wendy en una crítica constructiva como persona vinculada al mundo animal, a la vez que señala que en Canarias «sería muy sencillo habilitar playas o zonas específicas dentro de una playa para que los perros puedan bañarse»como sí pasa de manera acertada en Barcelona o Valencia. «A lo mejor si aceptaran perros en las playas, vendría otro tipo de turista con su mascota. Pero aquí se enfoca al turismo que da dinero: al de la borrachera, la copita y la fiesta», concluye Wendy, situando el debate sobre el turismo en un nuevo punto que debe hacer pensar a muchos.

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