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Jorge Martín de la Coba | PÁRROCO DE TEROR

«En el camino hay cansancio y ganas de tirar la toalla, pero también retos e ilusión»

Los visitantes encontrarán en el presbiterio de la basílica hasta el 12 de octubre a la Virgen, con quien podrán tener un encuentro de piedad y gratitud

Domingo, 7 de septiembre 2025, 23:19

La basílica de Nuestra Señora del Pino se ha preparado para recibir a los miles de peregrinos que visitan la villa mariana en las fiestas en honor a la Patrona de la Diócesis de Canarias para profesar sus ruegos y admirar a la Virgen, que continuará recibiéndolos toda la semana. Jorge Martín de la Coba, párroco de Teror, asumió el reto de organizar todos los preparativos relacionados con el templo. «Vivo sereno los días que se vienen. Estoy abierto a la novedad y sugerencias, pero con alegría y paciencia de poder acoger en el nombre del Señor y de la Virgen a tantos que quieren acercarse al santuario», agradece,

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Una de las principales novedades de este año, enmarcada en el Año Santo Jubilar, es la extensión de los actos religiosos. «Los visitantes que se acerquen a Teror encontrarán la imagen de la Virgen del Pino en el presbiterio de la basílica hasta el 12 de octubre, mucho más cerca de lo habitual para que los peregrinos puedan tener un encuentro de piedad y gratitud con serenidad», explica el párroco.

La seguridad y la organización de la basílica se controla a través de un circuito de entrada y de salida. «Aunque la basílica es grande no tiene la dimensión correspondiente para toda la gente que va a venir. Lo que se trata es de que los fieles puedan ver a la Virgen, sentirse acogidos, agradecer y musitar una oración ante su imagen», expresó el cura. «Madre, estas son mis preocupaciones, mis dudas, mis problemas, mi enfermedad. Aquí te dejo todo y si quieres puedes curarme a través de tu hijo, que es nuestra esperanza», oficia el padre Jorge Martín.

Paciencia e información es lo que pide el párroco a todos los peregrinos que quieran visitar a la patrona de los grancanarios y de la Diócesis de Canarias. «Un mensaje con el que insisto es el de buscar un lugar para descansar del camino y recuperar las fuerzas para volver a emprenderlo», cuenta. «En el camino hay mucho de cansancio, ganas de tirar la toalla o de no saber si vamos a llegar a la meta, pero también hay retos, proyectos e ilusión», expresa el rector de la basílica.

«El manto Celeste de la Virgen se utilizó por última vez en el año 87, antes de su restauración»

Acerca de la fuerza que hace que miles de personas quieran subir a ver a la Virgen del Pino año tras año, el párroco lo tiene claro. «El ser humano tiene en su imagen una fuerza que nos abre a lo trascendental, de tal manera que los que pasan ante su imagen no quedan indiferentes. Y entonces surgen tantas preguntas y tantos interrogantes, sean creyentes o no, que salen, después de sentirse mirados por la Virgen, de otra manera y con otra forma de pensar», expresa.

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Revisar la programación de la basílica a través de la cartelería o de los medios de comunicación es clave para conocer los horarios de eucaristía, de visita y oración. «Tendremos misas por las mañanas y tardes. Es indispensable estar informados para que todos podamos participar y llevarnos un buen sabor de boca», pide Martín de la Coba.

Acerca del manto que viste la Virgen del Pino, y que tanta expectación ha producido, se trata de una pieza lucida en cinco ocasiones, siendo la última vez en 1987. El párroco adelantó que el manto Celeste pasó por un tratamiento de conservación y limpieza, en manos del taller sevillano Cyrta, debido a los deterioros que afectaban a los hilos y a la tela del manto. La simbología insular, los escudos, la riqueza y la historia del manto lo hacen merecedor de volver a lucirse.

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Respecto al trabajo de conservar y poner en valor el patrimonio religioso vinculado a las nuevas generaciones, el párroco destaca que la clave es enseñar sin prejuicio que «el patrimonio religioso no es un negocio de la Iglesia. Durante siglos ha tenido una función evangelizadora», explica el padre Jorge Martín. «Muchos quedan impactados con las procesiones, pinturas, esculturas o literatura, y de eso se valieron nuestros antepasados para poder enseñar y mostrar al mundo quién era Dios y lo importante que es para cada uno de nosotros», concluye.

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