La vida a 3.000 metros de altitud
La expedición grancanaria afronta el reto del Toubkal
Alberto Artiles Castellano y /Marrakech (Marruecos) -Enviado Especial
Jueves, 16 de julio 2020, 09:23
El despertador sonó muy temprano. Los primeros rayos de sol de la mañana combaten las extremas temperaturas de la noche. La expedición, después de la jornada de bienvenida en Marrakech, inició su aproximación a la falda del Atlas, una jornada que comenzó a las siete de la mañana.
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Después del copioso desayuno, aconsejable para recargar energías, se inició la ascensión de verdad. Con las fuerzas intactas, Nicolás García Hemme comienza a vivir «con ilusión y motivación» su primera experiencia en la alta montaña.
El distrito de M’Zik, en el humilde poblado de Imlil, se despertó entre el alborozo de los visitantes y las azarosas tareas de los lugareños. Alejados de la bulliciosa capital turística del país, la vida se ralentiza en la media montaña. Como una regresión a la Canarias de hace cuarenta años, los bereberes atienden sus ganados y cultivan sus tierras desde muy temprano. El reloj entre chozas y casas de barro lo marca el sol y las obligaciones para la supervivencia sin pretensiones.
Aunque la montaña, con su presencia siempre inquietante, está cubierta de nieve, las temperaturas aún no aconsejan vestimenta polar. El primer objetivo era llegar al refugio del Toubkal, situado a 3.207 metros. Tras dejar Imlil el primer punto de referencia es el pueblo de Around. Sus últimas casas desembocan en un amplio cauce seco y pedregoso que comienza a dificultar el camino. El terreno se verticaliza, pero no supuso mayor complejidad para un grupo previamente mentalizado del esfuerzo que conllevará alcanzar la cima. El paso es firme, sin riesgos, pero dosificado.
Brahim, un experimentado guía local, ejerce de diapasón junto al alpinista grancanario Javier Cruz. La vegetación comienza a empobrecerse. Piedras, agua de la alta montaña y los primeros vestigios de nieve. Tras cruzar un pequeño río por un puente de hormigón desvencijado, la expedición grancanaria, alcanzó un marabú conocido por Sidi Chamharouch. Una gran piedra barnizada de blanco marca el paso.
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Tras una breve parada, a 2.310 metros para tomar un refrigerio y bebida isotónica, se retomó la ascensión hasta el refugio francés, último paso hasta la cumbre. Unas seis horas más tarde se alcanzó el objetivo de la jornada. La satisfacción se entremezcla con el cansancio y la incertidumbre que genera los últimos metros hasta los 4.167 de la cima del Toubkal. Pero esa será otra historia, en lo que queda de jornada, ya en el austero refugio, hay que oxigenar las piernas, hidratar la cabeza y descansar.
«Por ahora todo va bien. Poco a poco se va notando la altura, pero las sensaciones son muy positivas. Estoy disfrutando del reto y aunque se hace un poco duro tantas horas de ascensión, estoy fuerte y con ganar de alcanzar la cumbre. Los consejos y fuerzas que transmite Javi Cruz son de gran ayuda, ya que hay momentos en los que puedes decaer. Pero no, estamos formando un muy buen grupo humano, todos nos apoyamos y creo que afrontamos el reto con toda la fortaleza y entusiasmo posible», manifestó Nicolás a la llegada al refugio francés después de un día en el que superó, con nota, las exigencias de una orografía en la que no caben distracciones ni concesiones y que exige constancia, fuerza y toneladas de convicción.
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