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MIKEL CASAL
¡Me jubilo! Cómo afrontar esta etapa feliz y con proyectos

¡Me jubilo! Cómo afrontar esta etapa feliz y con proyectos

Se anhela durante tanto tiempo que, en ocasiones, la deseada etapa de la jubilación no resulta cómo se esperaba

Domingo, 30 de mayo 2021, 23:05

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Iñaki Basterra cuelga la 'bata' dentro de poco. La bata de profe. Imparte clases en un centro de educación para adultos y se jubila este año. ¿Planes? No lo ha pensado aún pero no tiene mucha intención de dar un giro radical a su vida, más allá del obvio cambio de no tener que fichar, claro. «No me propongo hacer nada nuevo, mi idea es hacer más de todo lo demás, o sea, dedicar más tiempo a la familia y los amigos, al ocio y los viajes, al cine y la actividad social, sobre todo a la ONG de defensa de los derechos humanos con la que colaboro», cuenta. Eso sí, en la medida en la que pueda, tiene intención de seguir descubriendo Europa, su destino favorito.

La perspectiva de la jubilación no la toman así todos. Cada año 300.000 personas alcanzan la edad necesaria para abandonar su labor profesional. Y uno de ellos es, este año, Iñaki. Como director de una escuela en San Sebastián cuenta con la experiencia de otros colegas que se han marchado antes que él. «Se han acomodado rápidamente a tener mucho tiempo libre», señala. Pero esa transición no siempre resulta afortunada. Analizamos con tres psicólogos este momento tan anhelado en la mayoría de las ocasiones, pero que a veces también cuesta.

31 años es la vida laboral media de los españoles.

¿De qué depende el éxito de esa transición?

«Un descenso del nivel socioeconómico o la discapacidad puede ocasionar aislamiento»

Un elevado porcentaje de la población adulta focaliza su vida en el trabajo. «Muchas personas le han dedicado mucho tiempo y se han volcado en su carrera profesional con enorme esfuerzo y perseverancia» indica Montserrat Lacalle, doctora en Psicología y profesora universitaria. De manera que «cuando llega el momento de abandonarlo no saben cómo organizarse». Los factores sociales, fundamentalmente familia y amigos, la capacidad proactiva y la nueva realidad económica determinan, a su juicio, la respuesta del sujeto.

Y en algunas ocasiones, el impacto es duro. «El cambio puede ser traumático», advierte Sara Milá, experta en neuropsicología, para quien las vivencias y apoyos resultan fundamentales. «Pero, en cualquier caso, hablamos de una evolución muy personal con consecuencias dispares. Lo peor es esa sensación de vacío».

Y ahondan en las causas de ese malestar. «Un descenso del nivel socioeconómico como consecuencia de la jubilación o la discapacidad puede ocasionar aislamiento, pérdida de la independencia, soledad o angustia», advierte Xavier Savin, psicólogo y miembro de la Fundación Salud y Persona, una entidad experta en el ámbito del bienestar personal. El estado de ánimo, dice, influye en el deterioro físico y cognitivo. «El trabajo implica movilidad y tener que esforzarnos para elaborar informes, vender o lo que sea. El cerebro, como un órgano más, necesita estímulos y la pérdida del empleo puede suponer menor demanda porque las actividades y relaciones se reducen. Esa menor actividad redunda en un deterioro que se puede profundizar por el efecto de la edad».

¿Cómo gestionar el cambio con ciertas garantías?

«Debemos dar mayor importancia a los hobbies, al deporte u otras tareas que nos agraden»

El amor y el trabajo constituyen los dos pilares que sustentan la salud, según Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. El primero de los factores se antoja un tanto veleidoso, mientras que el segundo aporta estabilidad material y un ámbito de relaciones que también precisamos, porque, como también afirmó Aristóteles, el hombre es un ser social por naturaleza. «Nuestro oficio nos proporciona la certeza de que, a lo largo del día, hacemos algo útil y positivo, que nuestra vida tiene cierto sentido». Quizás esa percepción difiere cuando el trabajo no nos satisface, pero, aún así, aporta beneficios que ni siquiera percibimos. «Establecemos una interacción con los demás, damos y recibimos», señala Savin.

La previsión constituye un elemento esencial para atenuar el impacto. «A medida que se acerca el momento debemos reflexionar y planificar», aconseja y alude a la necesidad de buscar motivos para la satisfacción personal. «Debemos dar mayor importancia a los hobbies, al deporte u otras tareas que nos agraden. A menudo, parece que las personas mayores tan solo aspiran al cuidado de los nietos para hallarse reconfortados. Solamente será beneficioso si nos hace sentir bien e implica un reconocimiento», apunta.

La 'teoría de los tres ochos' parece razonable, pero raramente se cumple. Esta regla recomienda dividir el día en tres segmentos de la misma duración y dedicarlos, respectivamente, al descanso físico, el ocio y el trabajo remunerado. «Pero se trata de una utopía», reconoce el psicólogo, que aboga por tratar de conseguir al menos 3 o 4 horas para nuestro propio y variado disfrute. «Debemos recompensarnos con pequeñas actividades diarias que nos satisfagan, como la lectura y la música, e irlas integrando en nuestras pautas diarias para que vayan adquiriendo peso de cara a la jubilación».

En cualquier caso, cierto 'duelo' es casi inevitable y, frecuentemente, surge de improviso. «Nuestra vida es tan frenética que no nos paramos a pensar lo que nos sucede hasta que nos lo encontramos de bruces», lamenta Sara Milá. Ella apela a nuestra espiritualidad, religiosa o vital para recuperar el timón de nuestra vida e incita a los afectados a buscar métodos para mejorar su calidad de vida, por ejemplo la práctica del mindfulness.

¿Qué ocurre cuando el despertador no suena?

«La pérdida de un trabajo que responde a una pasión puede despojarnos de motivación»

De repente, no tenemos que ir a la oficina, la empresa o el taller. Pero las sábanas no solo se nos pueden pegar, sino convertirse en una suerte de mortaja. «La pérdida de un trabajo que responde a una pasión puede despojarnos de motivación», advierte Montserrat Lacalle. Y, a veces, el afectado se encuentra ante un escenario que no podía prevenir. «Se encuentra con que la idealización de una vida con una pensión y todo el tiempo del mundo se convierten, en la práctica, en algo parecido a una pesadilla. Tus expectativas se han frustrado. La sensación de vacío deriva de la falta de un plan de vida, de algo que nos aliente a seguir adelante».

No es fácil reinventarse a esa edad y el problema se agudiza cuando se trata de prejubilaciones. «El individuo, que realizaba un trabajo cualificado y con alto salario, se encuentra en una situación compleja y suelen ser frecuentes los casos de ansiedad y depresión. Te sientes que no sirves, que, de golpe, te has quedado obsoleto». A ese respecto, algunas corrientes abogan por reformas que atenúen el impacto, como la inclusión de jubilaciones parciales o flexibles.

La repercusión de dejar de ir a trabajar también es física. El hándicap de no tener obligaciones puede conducir al descuido personal, advierte Sabin. «El trabajo estructura nuestra vida, le otorga un ritmo e imprime un calendario de comidas y hábitos como el aseo o el sueño. La persona puede no sentir la obligación de levantarse, ducharse y salir a la calle. Es el principio de una autoreclusión».

Así que el realismo se antoja una herramienta necesaria, en opinión de Milá. «Debemos ser conscientes de lo que podemos encontrar y cómo nos influirá», apunta. Algunas iniciativas poslaborales también son interesantes y, en este campo, destacan las consultorías o las iniciativas 'seniors', destinadas a aprovechar el conocimiento y la experiencia acumuladas durante décadas de trabajo.

Doctor, ¿qué me pasa?

«Creen que deberían estar contentos, disfrutar de la nueva situación, y eso no sucede»

Aquellos que sufren las peores consecuencias de este cambio no suelen buscar ayuda profesional e, incluso, pueden castigarse a sí mismos. «Creen que deberían estar contentos, disfrutar de la nueva situación, y eso no sucede», relata Lacalle. «Sienten un doble vacío y se culpan a sí mismos por hallarse tan mal».

Ante estos casos, los médicos de atención primaria suele recetar psicofármacos. «Los más jóvenes suelen ser más conscientes de la necesidad de trabajo psicológico», apunta Savin y, según su experiencia, el perfil de estos pacientes responde a personas que se consideran a sí mismas una molestia, un estorbo y no son demasiado reactivas. Un mal añadido: «Mucha gente aguanta con un duro malestar vital durante largo tiempo, antes de consultar con un profesional».

La soledad no deseada

«La proliferación de plataformas virtuales para buscar pareja tienen mucho que ver con este perfil»

La jubilación, a veces, descubre que el rey está desnudo y, sobre todo, solo. En los países nórdicos, el 40% de los hogares son unipersonales, mientras que en España, el porcentaje desciende hasta el 25%, aunque su incremento es continuo y ya supone unos 5 millones de casos. El 54% son mujeres y el 46%, hombres. «La pérdida del empleo agudiza la sensación de soledad no deseada, de vivir solo y, además, en soledad, porque, en muchos casos, carecen de red social. No cuentan con una familia cercana o carecen de esa cohesión anterior», advierte Lacalle. «La proliferación de plataformas virtuales para buscar pareja tienen mucho que ver con este perfil». Y el aislamiento, añade, conduce a estados depresivos y de ansiedad. «Lo peor es esa sensación de que no le importas a nadie».

Y, de repente, ¡estamos el uno frente al otro!

La relación sentimental es, en ocasiones, una de las víctimas colaterales de la jubilación. «Es algo muy habitual», apunta Montserrat Lacalle. La psicóloga afirma que muchas parejas gozan de una buena sintonía, pero comparten una escasa cotidianidad por tener ritmos diferentes. «Tienen que asumir la convivencia durante muchas más horas de las que estaban acostumbrados», indica Lacalle. El conflicto proviene de un problema de comunicación anterior, pero la nueva situación lo desencadena y agudiza. «A menudo, acude a la consulta la otra parte porque el afectado no busca ayuda».

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