Hacer periodismo en la cárcel es posible: «Ha sido muy enriquecedor»
Doce presos de Salto del Negro aprenden claves de la profesión durante tres semanas en las clases impartidas por siete estudiantes
En el aula de la cárcel, siete estudiantes son profesores, y doce presos atentos alumnos. Los primeros cursan el doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Fernando Pessoa. Los segundos, están recluidos en la prisión de Salto del Negro, en la capital grancanaria. Y juntos forman un proyecto donde el alumnado enseña qué es el periodismo y los reclusos absorben conocimientos mientras crecen a nivel académico, profesional y humano. Todos aprenden algo.
Durante tres semanas, los presos integrantes del proyecto han podido aprender la emoción de ser periodistas y las principales características que tiene la profesión. La próxima semana se pondrá punto y final a esta «bonita» experiencia con un programa de radio de dos horas en la que alumnos y convictos debatirán sobre asuntos de la actualidad mundial, además de entrevistar al director de la prisión, Gabriel Jiménez.
Los estudiantes han abarcado en sus clases los distintos géneros periodísticos, de la entrevista al reportaje y el debate, entre otros. Todo en un estudio de radio que tienen en uno de los módulos de la cárcel donde desarrollan la emisora Onda Libre. Richard, uno de los presos, dice desde el estudio que se siente muy «agradecido» de haber podido vivir esta experiencia. «Han sido unos días muy gratificantes en donde hemos aprendido todas las labores principales que tiene un periodista, además de ejercitar nuestras voces para locutar en programas de radio», comenta el recluso delante del micrófono. Además, a la pregunta de a qué sección le gustaría pertenecer si fuera periodista, Richard responde -entre risas- que «a la de sucesos».
«Este proyecto de periodismo no ha sido único en el centro, ya que desde hace unos veinte años los presos tienen la oportunidad una vez a la semana de realizar programas radiofónicos como método para una reinserción más sencilla», comenta Lolina Henríquez, coordinadora de la Unidad Terapéutica Educativa de Salto del Negro. «El objetivo es que se formen durante su estancia en la cárcel y traten de entender diferentes profesiones de la vida», añadió Henríquez.
Richard destaca que han aprendido a locutar y dice entre risas que elegiría la sección de sucesos si fuera periodista
Los alumnos de la Pessoa coinciden en que la experiencia ha sido mucho más cercana y humana de lo que imaginaban, y confiesan su sorpresa al ver lo abiertos, respetuosos y comunicativos que fueron los internos desde el primer momento. La «barrera entre alumnos y presos» desapareció rápidamente, reemplazada por un ambiente de diálogo sincero y natural. Reconocieron que este proyecto les ha hecho ver de manera diferente a las personas que viven en la cárcel. «La predisposición por parte de todos los presos y la cercanía que han tenido todos con nosotros ha sido fabulosa. Nos hemos divertido mucho durante estas semanas y la experiencia no ha podido ser mejor», explica Oliver, esudiante en el último año de la carrera.
El coordinador del proyecto en la Universidad Fernando Pessoa es Evelio Portillo, profesor de la asignatura gestión de contenidos y programación audiovisual y radiofónica. «Un proyecto de periodismo dentro de una cárcel ofrece a los estudiantes una oportunidad única de crecimiento académico, profesional y humano. Al involucrarse directamente con personas privadas de libertad, los alumnos amplían su comprensión sobre la realidad social, desarrollan una mirada crítica y fortalecen su capacidad de investigar y narrar historias con ética, sensibilidad y rigor», explica.
Otro aspecto que marcó profundamente a los alumnos fue descubrir el fuerte compañerismo que existe dentro del centro penitenciario. Observaron cómo los internos se apoyan entre ellos, se animan a participar y se ayudan mutuamente, tanto en las actividades como en su vida diaria. «Tienen un gran espíritu de compañerismo y la ayuda que se dan entre ellos es de admirar estando en un ambiente que no suele gustar a nadie», comentan los estudiantes al ser preguntados por la coordinadora de la unidad terapéutica educativa de la prisión sobre lo que más les ha sorprendido de esta experiencia. Pese a las dificultades del entorno, existe una comunidad que lucha por mejorar y crecer en conjunto.
A falta de la prueba final el próximo jueves, la experiencia ha permitido tanto a alumnos como a presos descubrir nuevos puntos de vista y comprender mejor la realidad del otro. También, les ha brindado un espacio en el que la creatividad, la escucha y el respeto mutuo se han convertido en herramientas clave.