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Cena navideña

Del director ·

El PP empieza a parecer la Verona de Capuletos y Montescos

La batalla entre la dirección nacional del Partido Popular y el equipo de Isabel Díaz Ayuso empieza a entrar en el terreno del vodevil. Sería incluso divertido -por lo esperpéntico, mayormente-, si no fuera porque ahora se utiliza como ingrediente un asunto de hondo calado: el riesgo de las reuniones masivas de personas cuando los contagios de covid están en pleno repunte.

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En los mismos periódicos donde podemos leer declaraciones de Díaz Ayuso defendiendo que haya un encuentro navideño del PP madrileño para que así la puedan vitorear, desde los máximos dirigentes de la Organización Mundial de la Salud al más humilde profesional sanitario advierten sobre la importancia de evitar ese tipo de encuentros, insistiendo en que no queda otra que extremar la prudencia mientras no conozcamos los efectos reales de la variante ómicron y el impacto de las vacunas sobre la misma. Y también digo que no le falta razón a Díaz Ayuso cuando se pregunta por qué inquieta tanto una cena navideña y sin embargo no se ponen trabas a un partido de fútbol con decenas de miles de personas en el estadio. Claro que, acto seguido, habría que preguntarle qué hace ella, como presidenta de la Comunidad de Madrid, para garantizar que a la hora de acceder a esos estadios de fútbol no se produzcan los apelotonamientos que hay por sistema en el Metro de Madrid.

Sucede además que el empeño de la presidenta madrileña por la versión partidaria de una cena de empresa navideña obliga a preguntarse si es que entiende que el partido es en realidad otra empresa. Si es así, que tenga cuidado con esa deriva: no tiene más que preguntar a los encausados judicialmente por diversos casos de corrupción que afectaron al PP y que terminaron con una condena de la propia formación política.

Tal y como va el asunto, el PP empieza a parecer la Verona de Capuletos y Montescos que acabó con la tragedia de Romeo y Julieta. A un lado los Capuletos de Teodoro García Egea y al otro los Montescos de Díaz Ayuso, con Pablo Casado en la peor de las posiciones, pues cuando hay guerra frontal no cabe nadar y guardar la ropa: o está en un bando o está en el otro, y mientras deje hacer a García Egea, está claro que se encuentra en el contrario a Díaz Ayuso. En ese escenario de la contienda suenan de forma atronadora los mensajes demoscópicos más o menos interesados (bastante interesados) y las presiones empresariales para que lleguen a una entente, porque la marca se desgasta. Y Vox crece.

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