Cuando la vivienda vacacional depende del lado de la calle
Hay ocho vías en La Isleta en las que se permite el piso turístico en un lado y se prohíbe en la acera de enfrente
La vivienda vacacional, cuya regulación se incluye en los cambios de las normas del planeamiento que hoy pasan por la comisión de Desarrollo Sostenible, estará permitida en un lado de algunas calles de La Isleta pero no en el situado justo enfrente.
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El elemento que explica esta curiosidad es el límite de aplicación de la norma de barrio tradicional (Bt). Esta regulación del suelo impide la vivienda vacacional y se fija en la mitad de las calles. De este modo, las aceras que se incluyen en la parte sujeta a la norma Bt no permiten el piso turístico y justo al otro lado de la calle, ya bajo otras normas urbanísticas, sí. De acuerdo con la información del Plan General de Ordenación, esto ocurre en Prudencio Morales, Palmital, Veneguera, Anzofé, Andamana, Roque Nublo, Egido y Américo Vespucio. En ellas, un lado permitirá este uso turístico, mientras que el vecino de enfrente no podrá beneficiarse de él.
El arquitecto Vicente Díaz entiende que se trata de una normativa «caduca» y plantea la necesidad de redactar el plan especial de La Isleta, por el que el barrio espera desde hace ocho años. «Tendrá que definir qué hacemos con la movilidad, los coches, la protección de las casas», dijo.
La regulación de la vivienda vacacional se ha convertido en uno los aspectos más polémicos de las nuevas normas urbanísticas por exigir que los pisos turísticos no puedan compartir espacio con viviendas residenciales salvo que puedan tener un acceso independiente y que esté siempre por debajo de las casas.
Aunque la propuesta permite la expansión de las viviendas vacacionales por buena parte de la ciudad, en zonas como La Isleta impone limitaciones que no siempre tienen que ver con el lado de acera en el que se viva, sino también por el tramo de la calle en que se encuentre la casa. Así, las vías de subida o bajada al barrio solo admitirán el uso turístico en la parte baja del barrio; y otras como Mary Sánchez o Pajonales, se posibilita únicamente en la parte más próxima a la playa de Las Canteras.
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Para algunos dueños de viviendas vacacionales de La Isleta, se coarta la posibilidad de desarrollo de un sector en plena crisis económica. Los propietarios consultados por este periódico explican que además se pueden paralizar procesos de conservación del patrimonio que representan algunas casas terreras.
Sin embargo, Vicente Díaz desvincula esta actividad del mantenimiento arquitectónico. «El ejemplo es la casa rural», expuso, «cuando llegó la vivienda vacacional fue muy productiva para la generación de recursos pero para el patrimonio arquitectónico y etnográfico ha sido nefasta».
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«En La Isleta, lo que va a salvar el patrimonio que no está protegido por el Ayuntamiento no será la actividad económica», indicó Díaz, «sino la cultura», como modo de concienciar a la población de la necesidad de preservar los valores propios del barrio.
En su opinión, habría que liderar un esfuerzo por inculcar en los vecinos la idea de que las viviendas tienen un alto valor etnológico, de modo paralelo a la catalogación administrativa.
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