La garuja no les aguó el potaje

Más de uno pensó que la fina lluvia que cayó varias veces en las primeras horas de la mañana de este viernes daría al traste con la fiesta canaria de la Casa de la Condesa, pero nada más lejos de la realidad. Poquito a poco la gente fue bajando a Jinámar. Al final, pasaron por allí 4.000 personas. Sin ir más lejos, el potaje voló en 40 minutos. La garujilla que estuvo cayendo no sólo no aguó el potaje, el condumio estrella de esta fiesta, sino que lo hizo más apetecible, hasta el punto de que las 500 tarrinas que se repartieron de los dos calderos que trajo el catering desaparecieron en poco más de media hora. El caldito con gofio entraba como si nada en una mañana que estuvo algo fresquita. La gente se lo quitó de las manos a las trabajadoras encargadas del reparto, y eso a pesar de que no fue lo único que se distribuyó gratis entre los asistentes. Antes habían dado 250 vasos de leche y gofio, y también una tapita de huevo duro con papas arrugadas. Eso sin contar los ofrecimientos gastronómicos y gratuitos de los puesteros. Unos daban a probar quesos, otros aceitunas o milhojas francesas. El que quiso salió comido ayer de la Casa de la Condesa. O lo compró para degustarlo en casa. Los stand de la feria SaboreaTelde trajeron hasta Jinámar lo más selecto de la producción agrícola y ganadera de Telde. La flor y nata del vino, el queso, el gofio o la miel locales estuvo ayer en la fiesta canaria por excelencia. Y un grupo reducido de privilegiados pudo además probarlos y maridarlos en una cata que dirigió la especialista Vanesa Santana. Hasta se vendió pescado fresco. Fernando Guedes se trajo el puesto que habitualmente tiene la cofradía de pescadores en Taliarte y le sacó partido a los longorones y los gallitos. Pero no sólo de comida se habló ayer en Jinámar. Hubo música folclórica y en directo a cargo de 35 grupos, exhibiciones de deportes tradicionales, como el salto del pastor, bola canaria o lucha del garrote, y una muestra de artesanía.

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