Canarias, problemas sin algarabías
Diego Carcedo
Viernes, 17 de julio 2020, 08:44
El tópico se sigue escuchando por ahí aunque quizás cada vez menos. Canarias es un conjunto de islas afortunadas desde su origen por muchas razones, empezando por su clima y terminando por sus bellezas, pero los tiempos son volubles en los vaivenes económicos de la globalización y ninguna de esas razones compensa plenamente a los canarios los problemas que están enfrentando. Aunque desde la distancia peninsular, donde la imagen del archipiélago sigue siendo idílica, choque quizás que sea la comunidad autónoma más afectada por la crisis. Una realidad que en Madrid veces se recuerda y casi ninguna se le hace caso. Cuando el visitante recorre alguna de las islas se queda siempre con la imagen de sus costas, de su Teide, su Roque Nublo o su Taburiente impresionantes, y la alegría que reflejan los turistas ligeros de ropa disfrutando de la habitual amabilidad de sus habitantes. Todas las regiones españolas como de hecho ocurre con la mayor parte de las del resto de Europa enfrentan actualmente problemas difíciles de resolver: los recortes impuestos a sus presupuestos imposibilitan atender los servicios que sus ciudadanos recibían y siguen demandando y descartan emprender los proyectos de desarrollo que la situación requiere. En estas circunstancias, aquí, en España, estamos habituados ya a escuchar las exigencias de unos y otros, revestidas a menudo de protesta e incluso de intolerables chantajes con amenazas secesionistas de comunidades que quieren expresar la insolidaridad del reclamo de privilegios gritando más alto que las demás. En el “vocinglerio” global de las regiones ricas apenas se hace oír la voz que desde Canarias demanda serenamente equidad y no porque no sea una voz cargada de argumentos y a menudo de agravios. Quizás es que la distancia la aplaca aunque también influya a opacarla la propensión a manifestarse con las comedidas formas que los canarios exhiben como parte de su cultura y cuidada cortesía. Que Canarias no reivindique sus necesidades con más decibelios en su tono no quiere decir que carezca de motivos para hacerlo ni que no lo esté haciendo con insistencia desde su razonamiento pausado, aunque no por eso mal documentado. Su situación económica y social ha empeorado en los últimos tiempos, como la de todos los demás, pero en su caso de manera más acuciante y no sólo por la crisis global, que por supuesto también, si no por la desatención del Gobierno central que lejos de tener en cuenta las peculiaridades geográficas y económicas de las islas ha adoptado y contempla medidas irresponsables que perjudican su equilibrio. Canarias tiene su fuerte económico en el turismo -algo de lo que luego tanto se enorgullecen algunos ministros-; un turismo que llega en su mayor parte por aire y que en momentos de austeridad, desde Madrid lejos de estimular han encarecido decretando unas tasas aeroportuarios que encarecen los vuelos, cuando no los recortan, y frenan la iniciativa de los operadores. Los datos lo reflejan: el turismo peninsular, crucial en la temporada de verano, ha descendido en un dramático treinta por ciento. Las autoridades del archipiélago lo han hecho saber por activa y por pasiva y ni siquiera teniendo como tienen como interlocutor privilegiado a un ministro canario al frente han conseguido que se arbitre una excepción. Tampoco pasa inadvertido el desalentador permiso que se prepara para que determinados intereses inicien prospecciones petrolíferas en algunas costas, lo cual es contemplado, con buena visión de futuro, como un atentado contra la riqueza, en explotación, que supone el atractivo turístico. Las prospecciones de llevarse a cabo causarían daños y reparables al litoral e incluso en el hipotético descubrimiento de yacimientos de crudo en que podrían derivar, muchos canarios saben que se convertiría en una fuente de problemas variados de los que actualmente el Archipiélago está felizmente exento. Nunca han faltado en Canarias partidarios de la independencia, con recurso incluso al terrorismo como vía para imponerla, pero la idea nunca ha prosperado; antes al contrario, sin olvidar voces excepcionales alguna que otra esperpéntica -- que consideran colonial su situación, Canarias es una de las regiones con mayor sensibilidad española y de mayor lealtad a los principios y objetivos de la Unión Europea. Y todo, habría que repetirlo muchas veces, sin recibir a cambio ningún trato especial más allá de los derivados de su condición geográfica; si acaso, en momentos como los actuales, al revés: el del olvido o el desdén que a veces genera la actitud sosegada en medio de la algarabía que otros tanto cultivan.
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