El principal representante de la organización, Roberto Mesa, en el campamento de Las Raíces en Tenerife. JLR
Voluntario de la Asamblea de Apoyo a Migrantes de Tenerife

«Si los inmigrantes estuvieran bien atendidos no se llegaría a extremos»

Roberto mesa ·

La tensión en Las Raíces sigue provocando episodios violentos mientras las ONG denuncian la falta de respuesta a sus demandas

Ingrid Ortiz Viera

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 12 de abril 2021

-La Asamblea de Apoyo a Migrantes lleva denunciando desde un primer momento las deficiencias del campamento de Las Raíces. ¿Han tenido alguna respuesta esas demandas?

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-Han pasado meses y no hemos visto mejoras por parte de las instituciones. Ya no somos solo nosotros, los trabajadores de Accem que trabajan dentro están también desesperados porque hay muy poco personal para la cantidad gente que hay allí dentro. La comida sigue siendo de muy mala calidad, las instalaciones también y los internos siguen protestando sin respuesta, lo que está dando lugar a conflictos.

-El último se produjo, precisamente, entre un grupo de marroquíes y subsaharianos, a la hora de la comida y ellos mismos llegaron a plantear como solución separarse en turnos por culturas. ¿Se sigue algún tipo de protocolo en este sentido?

-Ahora mismo hay gente mezclada de distintas culturas y nacionalidades en todas las carpas y hay tal volumen que inevitablemente se van a producir incidentes. No hay ningún tipo de protocolo. La pelea de la que hablamos luego se solucionó entre ellos mismos y salieron juntos abrazándose y diciendo que eran hermanos. Todo lo que está pasando es el resultado de un gran desgaste psicológico, llevan seis meses aquí sin que nadie les diga nada sobre su situación o su futuro, no los atienden médicamente, no hay psicólogos, muchos ni siquiera han hablado con su abogado, algunos quieren pedir asilo y no saben cómo hacerlo....

-Con respecto este incidente, se ha anunciado que se va a expulsar de los recursos a los violentos, pero no ha trascendido qué pasara con ellos, si se les ofrecerá alguna alternativa o se quedarán en situación de calle.

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-El problema es que si los expulsan, se quedan fuera del programa de ayuda humanitaria y, por tanto, son una prioridad para deportarlos. No les va a dar ninguna otra alternativa. De hecho, estos días he estado en los juzgados porque había un chico marroquí que estaba sacando dinero en un locutorio y vino la policía y lo detuvo. Como tenía pasaporte, lo hizo así, sin ningún motivo, y no sabemos si lo van a soltar o lo van a llevar al CIE para después deportarlo.

-¿Cree que las autoridades policiales se están extralimitando?

-Definitivamente. Dentro y fuera de los recursos. Yo mismo grabé a uno de los seguritas del campamento dándole porrazos a un chico, gracias a que se veía por una rendija, porque cerraron las puertas para que no se viera lo que estaba pasando, y me insultaron y me amenazaron. El día de la pelea vinieron un montón de policías disparando pelotas de goma, pero es que al día siguiente vinieron otros doce furgones para controlar una situación que ya se había calmado. Es así constantemente, cuando lo que hay que hacer es hablar con los chicos, acompañarlos y dotarlos de mayor asistencia. La intervención policial debería ser el último recurso: si estuvieran bien atendidos, estoy seguro de que no se llegarían a estos extremos.

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-La semana pasada CEAR advirtió de que las peleas pueden derivar en problemas más graves como suicidios y autolesiones. ¿Cree que ese escenario podría llegar pronto a las islas?

-Ya hay muchos que se han autolesionado y se han hecho cortes en los brazos y piernas. Al no contar con apoyos y estar tanto tiempo en la incertidumbre se quedan tocados. Hemos visto cambios drásticos de chicos que antes eran los más simpáticos y participativos en los que ahora se ve un deterioro claro. En ese sentido, situación está siendo cada más vez preocupante.

«Parece que lo que quieren las autoridades es que de verdad ocurra alguna desgracia»

-¿Cómo están gestionando el trato con ellos desde las ONG?

-Es difícil pero por la situación en sí, no por el trato con ellos. Yo llevo dos meses en Las Raíces mañana, tarde y noche y no he tenido ningún tipo de problema. Pero hay algunos que se encuentran muy mal y nos vemos con las manos atadas porque tampoco podemos darles ninguna solución. Anoche mismo, un senegalés de treinta y pocos años estaba llorando porque se encontraba mal, y se mostró muy desesperado. Nosotros contribuimos con mantas, comida, les escuchamos, les orientamos un poco pero no más.

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-¿Esa falta de control e inseguridad que se está percibiendo en la sociedad a través de las redes sociales traspasa las fronteras del recinto o se limita a riñas entre los internos?

-En el tiempo que llevo involucrado aquí no he visto ningún conflicto con la gente local. Las riñas suelen ser entre los chicos por esa frustración de la que hablamos, y de hecho siempre se han mostrado muy agradecidos con los voluntarios que vamos a ayudarles desde fuera.

-Algunos partidos políticos han solicitado reiteradamente el cierre de los campamentos. ¿Cree que es la solución al problema?

-Es la única solución. Contener a 700 personas ya era difícil y se hacía en condiciones que eran bastante inhumanas, pero ahora con 1.800 es mucho peor. Imagina si se llega al tope de 2.400 personas. Eso es una bomba de relojería y parece que quieren que ocurra una desgracia mayor. La alternativa está clara: que les dejen continuar su viaje. Muchos tienen su pasaporte, su billete, gente dispuesta a hacerse cargo de ellos en España o Europa y aun así les niegan el viaje. Y si no se puede, hay que repartirlos por otros territorios y aumentar el personal que los atiende.

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-La plataforma ya ha señalado la presencia de menores en los campamentos. ¿Por qué no han sido trasladados?

-Es una vergüenza y totalmente ilegal. En Las Raíces hay unos 50 y en Las Canteras casi 100. Se ha denunciado al Ayuntamiento, la policía, ONG, Fiscalía y no han hecho absolutamente nada. Los últimos que localizamos fueron los del puerto y, después de avisar a todas las autoridades, una compañera tuvo que alquilar una guagua para llevarlos a Fiscalía. Dijeron que iban a buscar una solución, pero han pasado semanas y aún no se sabe nada.

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