Cuando un mitin acaba a patadas y puñetazos, es que algo falla en democracia. Admitirlo no supone dar la razón a Pablo Iglesias cuando criticaba la calidad de nuestro modelo democrático, pero también creo que si algo hay que temer son las democracias que se consideran perfectas. La imperfección debe ser parte del ADN de un sistema de libertades, de manera que el día que se caiga en la autocomplacencia, se habrán abierto las puertas a la intolerancia, pues lo primero conlleva el rechazo al que se atreva a pensar lo contrario.
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Cuando la convocatoria de un acto preelectoral obliga a un despliegue de agentes del orden para garantizar la seguridad, también es evidente que algo falla. Y muy gravemente, además.
Lo anterior vale lo mismo para extremismos de uno y otro signo. Así como en su día pensé que no había que rasgarse las vestiduras en democracia por ver entrar por la puerta del Congreso a los hombres y mujeres de Podemos, tampoco hay que hacerlo con los de Vox. A fin de cuentas, los de uno y otro lado llegan hasta ahí gracias al voto popular. Es más, en sus casos, gracias al voto de centenares de miles de personas. ¿Es esto un ejercicio de equidistancia? Pues no; es simplemente respeto a las reglas de la democracia, que parten de la fe en que, salvo que se demuestre lo contrario, es el mejor sistema. Al menos hasta la fecha. Pero insisto: que sea el mejor no quita para que sea mejorable.
Lo dicho con Podemos y Vox vale para el resto. Si hay que respetar a Abascal y los suyos y si otro tanto hay que hacer con Pablo Iglesias y los suyos, pues lo mismo, sin un ápice de rebaja, para el resto: desde los mayoritarios PSOE y PP al menguante Ciudadanos y también con Bildu, ERC, PNC, Teruel Existe, las dos versiones del nacionalismo canario... Están ahí porque son partidos que encajan en la ley que regula la existencia y el funcionamiento de las formaciones políticas, una ley que -no lo olvidemos- ya se modificó en su día para marginar a algunas siglas.
Para concluir: lo ocurrido en Vallecas debe llevar a una profunda reflexión sobre qué está fallando. De la misma manera que lo que vimos en su día en el País Vasco y Navarra o más recientemente en Cataluña. Pero también digo que lo que pasó en Vallecas, como en los otros lugares, no es más que un reflejo que lo que pasa, por ejemplo, en las redes sociales, y resulta que esto último lo disculpamos y lo otro nos entretiene en tertulias matinales. Cuando se lleva tanto tiempo disparando con el verbo, siempre hay quien pasa de las palabras a los hechos.
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