Coalición Canaria (CC), su escisión Nueva Canarias (NC) y todos sus satélites insulares, Partido Popular, Partido Socialista y Agrupación Socialista Gomera, además del efímero paso ... de Podemos, llevan cuatro décadas gobernando Canarias con toda variedad de pactos. En ese tiempo, el turismo se ha convertido en el «motor» económico de las islas con la aportación de hasta un 35% del PIB, eso sí, en aportación directa e «indirecta». Pero ninguno de estos partidos, si acaso Podemos de refilón, se ha dado cuenta de las miserias que conlleva esta «industria».
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La falta de vivienda, los ínfimos sueldos, la gentrificación, el colapso de los servicios públicos, la crisis hídrica, la destrucción de los paisajes naturales, la nula gestión de los residuos… Al parecer no ha sido un suma y sigue contenido en el tiempo. Las desgracias nos cayeron ayer como si se tratara de un meteorito. Nadie vio la especulación en Guanarteme, La Isleta o Tamaraceite. Nadie se ha enterado de que El Confital lleva años cerrado al baño por contaminación. Nadie se enteró de que le robaron a la ciudadanía un espacio público como el Castillo de La Luz para poner un museo, la antesala de la llegada del turismo de masas. Nadie vio que nos querían llenar las islas de 'aguachines' para atraer al turismo familiar, de estadios de mundial para atraer al turismo «de acción», de circuitos del motor para atraer al turismo de forocoches, de parques temáticos para atraer al turismo de experiencias… Y quizás es que sí, que ni CC, NC, PP o PSOE tienen del todo la culpa, porque aunque ellos firmaran las leyes, los decretos y las subvenciones, estaban ahí porque les ha votado buena arte de la ciudadanía y esta, simplemente, se los estaba pasando bomba entre festival de esto y festival de aquello.
Ahora una veintena de pequeños colectivos, para sorpresa de muchos, ha unido fuerzas y convocado manifestaciones en cinco islas reclamando un cambio de modelo. La primera reacción fue acusarlos de perroflautas, la segunda de turismofóbicos y la tercera, que ya se empieza a vislumbrar, es el reconocimiento de que todo lo que reivindican es justo, pero, para arreglarlo, tienen que confiar en los autores del destrozo.
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