Joven navegante, sueño cumplido

El lanzaroteño Yustin Kusevic Niz acaba de regresar de cumplir su sueño desde niño de cruzar el Atlántico en solitario, en un velero de 9 metros. Una experiencia que le ha «enriquecido como marino, como persona» y que le ha servido para conocerse mejor a sí mismo y sus límites de superación» ante la adversidad en una dura travesía llena de obstáculos.

Jueves, 16 de julio 2020, 14:23

A sus 32 años ha logrado cumplir uno de sus sueños, como era el de cruzar el Atlántico navegando en solitario. Cuenta como de niño veía, en La Graciosa, como los barcos se preparaban para partir hacia el Caribe «y yo les decía a mis padres: Yo quiero hacer ese viaje». Ya con 6 años sus padres le pusieron a hacer vela en el entonces Casino Club Náutico de Arrecife, y desde entonces no ha parado de navegar y de soñar con largas travesías. Ahora tras varios meses de aventura y atravesar el Atlántico ya piensa en dar la vuelta al mundo en solitario.

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En este viaje ha navegado 8.500 millas náuticas entre el puerto de Marina Rubicón, en Playa Blanca, y la Martinica francesa, y ha visitado 38 islas del Caribe y 11 países, navegando durante nueve meses y cuatro días. Ha pasado todo tipo de vicisitudes, como romper los dos pilotos automáticos en el viaje de ida, con unas condiciones de mar extremas, cuando se encontraba a 1.000 millas de llegar a la isla francesa de Martinica, en el Caribe, lo que le obligó a estar tres días sin dormir, con muy mala mar, hasta que al fin ideó un sistema de tres velas que le permitió guiar el barco sin estar pendiente del timón.

A su regreso, la travesía no fue tampoco sencilla. Partió de Bermudas en mayo, y cuando llevaba cinco o seis días de buena mar, el tiempo cambio a un fuerte temporal, y a 9.500 millas de Azores la mala fortuna le hizo colisionar con una ballena mientras dormía y romper el skeg -pequeña quilla que aguanta el timón- perdiendo el rumbo.

Cuenta como tuvo que tirarse al agua varias veces, a intentar repararlo en medio del océano. Una de ellas, con un tiburón bajo la quilla. Como se abrió una vía de agua en el casco y ante la impotencia de poder hacer nada, se echó a dormir, con el barco a la deriva. Y cuenta como Salvamento Marítimo recomendándole que abandonara el barco para ser socorrido por un carguero, ya que se acercaba una fuerte borrasca. Sin embargo, mantuvo el tipo y se negó a dejar la nave. Tras pasarlo realmente mal, navegando con las velas de proa, logró llegar a Azores, donde después de otras vicisitudes reparó el barco y pudo regresar.

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