El océano como única compañía
La capital grancanaria despidió este miércoles con un día espléndido a los 79 participantes de la Mini-Transat, una prueba que plantea el desafío de cruzar el Atlántico en solitario en veleros de 6,5 metros de eslora y sin la posibilidad de comunicarse con tierra. La meta se sitúa a unas 2.700 millas náuticas, en la isla caribeña de Martinica.
Rebeca Díaz y / Las Palmas de Gran Canaria
Jueves, 16 de julio 2020, 04:39
Tienes que ser fuerte de cabeza», dice María Núñez, aficionada a la vela, en alusión al principal reto al que cree se enfrentan los participantes en la Mini-Transat, la regata que este miércoles partió de la capital grancanaria con rumbo a Martinica, a unas 2.700 millas náuticas. Comenta, además, mientras fotografía desde la Avenida Marítima a los barcos que aguardan la señal de partida junto a sus padres, Magaly Zamorano y Sergio Núñez, que tampoco han querido dejar la oportunidad de ver salir al singular convoy, que «tener que dormir de 20 minutos en 20 minutos y no bajar la guardia» es a su juicio una de las partes más duras de una travesía que supone cruzar el Atlántico en solitario sin poder comunicar con tierra.
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«Creo que es positivo que esta regata, que se hace por tramos, venga a Canarias, tanto para nosotros porque podemos verla como para los comercios», apunta bajo un sol radiante más propio de agosto que de noviembre.
El hecho de que los barco midan 6,5 metros de eslora y sus tripulantes deban afrontar en solitario y sin comunicación la travesía son los aspectos que más dificultad entrañan para Juan José Toledo, aficionado a la navegación que junto a Pilar Aguiar aguarda la salida de la prueba. «Aquí vemos el mar en calma, pero cuando lleven una millas navegando, a ver lo que se encuentran», dice en referencia a las condiciones del tiempo y a las dificultades técnicas o de otra índole que se puedan presentar.
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