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En primer término, Manuel Domínguez y Sebastián Franquis en el encuentro en la sede de Presidencia. Efe

Crisis migratoria

Una presión, un incendio y un secreto roto

Canarias se planta ·

El Gobierno se cansa de esperar soluciones, PSOE y PP continúan embroncados y Franquis sorprende a todos al revelar una reunión que se pretendía secreta

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 2 de septiembre 2024, 22:55

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El Gobierno canario parece haberse cansado de actuar como bombero sin tener titulación oficial para ello. Y tampoco está por la labor de seguir contando los meses sin que llegue solución alguna al repunte migratorio.

Eso explica lo que se vio este lunes, con el presidente Clavijo ofreciendo a primera hora sendas entrevistas en Canarias Radio y UD Radio para criticar la inacción del Gobierno central, después publicando en su perfil de X (antigua Twitter) un mensaje advirtiendo del inicio de acciones judiciales contra el Estado y por la tarde buscando el apoyo de los partidos.

¿Pero qué sucedió? El origen hay que buscarlo en el pasado fin de semana, donde la presión policial para que una organización no gubernamental acogiese a más menores llegados en cayucos, pese a la evidencia de que los centros están desbordados, derramó el vaso de la paciencia. La Policía Nacional dio parte a la Fiscalía y esta lo comunicó por escrito al Gobierno.

En ese momento, más de uno en el Gobierno y en Coalición Canaria recordó lo ocurrido en pandemia, en plena crisis migratoria, con el muelle de Arguineguín como epicentro: un mando policial dio orden de que 200 migrantes salieran del recinto portuario y se buscasen la vida como pudieran; se enteró la alcaldesa Onalia Bueno, que ipso facto contrató unas guaguas y los migrantes acabaron en la plaza de La Feria de la capital grancanaria, ante la sede de la Delegación del Gobierno. El mensaje entonces fue inequívoco: que cada palo aguante su vela, más o menos.

Con los niños y niñas migrantes, Canarias no se plantea dejarlos 'al pairo', pero tampoco quiere que en Madrid se generalice la sensación de que el menor de los males es que el archipiélago siga acogiendo en solitario más del doble de menores de su capacidad. O incluso más ante la continua llegada de cayucos y pateras.

¿Y eso cómo se resuelve? Ahí estriba la madre de todas las batallas: con un acuerdo que garantice una mayoría parlamentaria. El PSOE mira para ello al Partido Popular, obviando que había una teórica mayoría de gobierno de la que participaba Junts y que pudo haber sacado adelante la proposición de ley para modificar la normativa sobre extranjería y hacer obligatorio el reparto de menores entre autonomías. El partido de Puigdemont dio un portazo al PSOE y Moncloa y Ferraz apelaron entonces al PP.

Desde hace mes y medio, el Partido Popular ha puesto sobre la mesa unas condiciones que todavía el Gobierno de Pedro Sánchez no acaba de explicar por qué no se atienden. ¿Qué pierde Sánchez accediendo a una Conferencia de Presidentes en la que se aborde el asunto? ¿Por qué se resiste a explicar en sede parlamentaria cuál es la política migratoria, sobre todo cuando en la gira africana un día dice una cosa y el siguiente más bien la contraria? ¿Por qué rechaza Moncloa una declaración de emergencia que, en la práctica, lo único que busca es agilizar las contrataciones precisas para atender a los migrantes? ¿Y por qué el Ejecutivo dice que sí habrá dinero estatal para atender a los menores pero se niega a cuantificar la cifra y cómo se comprometerá a hacerlo?

Una reunión con sorpresa

Con todo eso sobre la mesa, el presidente Clavijo se sentó por la tarde con los partidos del pacto canario en materia migratoria para ver si se mantiene la unidad de actuación. De puertas afuera es así, pero después vienen los matices, esto es, la letra pequeña en forma de declaraciones de unos y otros: el PSOE y Nueva Canarias haciendo frente común para culpar al PP; el PP censurando al PSOE por su poca voluntad de diálogo; y CC, ASG y AHI en un frente particular que se resume en proclamar que ya está bien de palabras. Al margen queda Vox, que no está ni se le espera en la foto del consenso porque sigue entendiendo que el único migrante bueno es el que no migra.

Clavijo trató en la tarde de este lunes de bajar la tensión para salvaguardar la unidad, dejando claro que una cosa es estudiar acciones judiciales contra el Estado por el episodio de la presión a las ONG y otra abandonar a los menores. Pero lo que nadie se esperaba en la reunión fue lo de Sebastián Franquis: el portavoz parlamentario del PSOE desveló que el 12 de agosto se vieron las caras el presidente Clavijo; el ministro Ángel Víctor Torres y Miguel Tellado, mano derecha de Feijóo y portavoz del PP en el Congreso, para ver si era posible un acuerdo. Torres pidió que la reunión estuviese bajo el manto del secreto y así fue hasta que Franquis quitó ese velo en presencia de una decena de personas, unos ojipláticos porque no sabían nada y otros porque no entendían que un compañero de filas de quien había pedido la confidencialidad la quebrase.

Con estos mimbres, Clavijo trató nuevamente de hacer el cesto de una unidad política en Canarias a ver si en Madrid se obra el milagro de pasar de las palabras a los hechos. Creer en ello ya empieza a ser cuestión de fe.

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