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Irene Montero, Yolanda Díaz y Ione Belarra. EFE
El lenguaje como bandera de agitación

El lenguaje como bandera de agitación

¿Patria o matria? Unidas Podemos busca marcar la agenda con debates lingüísticos desdeñados por el resto de partidos pero generadores de debate.

iñigo fdez. de lucio

Sábado, 24 de julio 2021, 23:10

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Me gustaría que abandonáramos la carga pesada del concepto patria para trabajar sobre el concepto matria». Con estas palabras, la vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Podemos en el Ejecutivo, Yolanda Díaz, dio pie a un acalorado debate que se alargó durante varios días copando horas y horas de tertulias, y provocando el desdén de muchos partidos. Sin ir más lejos, el viernes, el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo cargó contra los políticos «a la moda» y la «frivolidad» del Gobierno de «la carne, matria y las niñes».

Y, claro, muchos se preguntaron el porqué de lanzar este debate en un momento, además, tan convulso con la crisis sanitaria volviendo a azotar con fuerza. Incluso, ¿por qué se mete Yolanda Díaz en este lío? Siempre se ha visto a Irene Montero -o a Iglesias en su día- estar en el centro de las polémicas sobre el uso del lenguaje, pero no a Díaz. Militante del Partido Comunista, la ministra de Trabajo se ha labrado una fama de discreta negociadora tras haber alcanzado una decena de acuerdos con sindicatos y patronal. No en vano es la mejor valorada del Ejecutivo, según el CIS. ¿Por qué abandona ese perfil para poner sobre la mesa el debate de si habría que hablar de patria o de matria?

«Díaz, como está bien valorada, tiene un altavoz que mucha gente escucha», apunta María Silvestre, Doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Deusto. «Seguramente con su discurso quería contrarrestar el alegato patriótico y falsamente nacionalista de la extrema derecha sobre la patria».

La idea concreta de la matria «no es mala», pero sí lo es «la forma», sostiene la lingüista Irene Barberia. Se ha dicho que ilustres como Miguel de Unamuno, Virginia Woolf o Isabel Allende ya utilizaron esta idea, pero ellos eran «expertos en el lenguaje» y podían tomarse licencias para jugar con él. «No sé hasta qué punto es lícito que Yolanda Díaz sea quien subraye la diferencia entre matria y patria», apunta.

El de matria es el último episodio de una larga lista de experimentos de la formación morada con el lenguaje. No pasaron desapercibidas las declaraciones de Montero en la campaña de las elecciones madrileñas, cuando habló de «hijos, hijas e hijes» o de que «ha costado que seamos escuchados, escuchadas, escuchades». También fue ella quien habló de «portavozas», de «miembras» y de «Consejo de Ministras». Y hace unos años, Iglesias, Errejón y Espinar comparecieron con un cartel detrás que decía: 'Nosotras'.

«Lo que está haciendo Podemos, al incluir un lenguaje nuevo y no estandarizado, es provocar», explica Barberia. «Están orientados por un equipo de lingüistas que saben lo que hacen».

El idioma no es inamovible, ni mucho menos. Son miles los ejemplos de usos lingüísticos que han ido variando con el tiempo. De hecho, algo que se hacía tan raro como el desdoblamiento constante a la hora de hablar (todos y todas, alumnos y alumnas, compañeros y compañeras.) es cada vez más común. Quién sabe, incluso, si en el futuro no se hablará utilizando la grafía 'e'. Pero el problema, según apunta Barberia, radica en los tiempos manejados. «Los partidos políticos, especialmente Podemos, fuerzan el lenguaje», explica, pero éste «no cambia tan deprisa como pretenden».

Además, las formas usadas hasta ahora no acaban de zanjar el debate de fondo, que no es otro que el lenguaje puede invisibilizar a parte de la sociedad. Y, además, lo desvirtúan porque «desde un punto de vista estrictamente lingüístico, el lenguaje inclusivo está mal», expone Barberia, sobre todo porque «atenta contra el principio de la economía del lenguaje».

Por otro lado, «complica el lenguaje, se olvidan la concordancia y las reglas gramaticales». Y se cometen errores, como cuando Montero, en su afán por ser inclusiva, acabó diciendo aquello de «los Fuerzos y Cuerpas de Seguridad del Estado». «Al final, surge la falta de comunicación», subraya Barberia.

Estrategia de comunicación

Es cierto que quienes son próximos a Podemos pueden estar de acuerdo con estas cuestiones, «porque sitúan en la agenda política temas que otros partidos no hacen», explica Silvestre. No hay que olvidar, por ejemplo, que las declaraciones de Montero previas al 4-M se hicieron en un mitin con personas del colectivo LGTBI, «que sí pueden sentirse representadas por ese discurso».

Sin embargo, quienes no comparten su ideario, «pueden recibirlo como una frivolidad o pensar que Podemos hace una política de titular», continúa la experta. A fin de cuentas, «la percepción de estos debates depende de la ubicación ideológica de cada uno».

Por otro lado, lo que también genera dudas no es si es legítimo o no plantear estos debates, sino si es el momento adecuado. Hace quince meses que el mundo sufre el azote de la peor pandemia en un siglo. Esta semana, sin ir más lejos, el precio de la electricidad ha batido todos los récords y ha alcanzado su máximo histórico. La lista de problemas es infinita...

«Es verdad que las preocupaciones centrales de la ciudadanía no está en estas cuestiones» planteadas por Podemos, admite Silvestre. «Pero eso no quiere decir que no haya que abordar otros temas que aunque no sean prioritarios, son necesarios para la agenda política».

Según Pedro Chacón, profesor de Historia del Pensamiento Político de la UPV/EHU, todo se debe a una estrategia de comunicación y es en este marco en el que hay que situar las últimas polémicas avivadas desde la formación morada. «Lo de la carne de Garzón y lo de Yolanda Díaz con la matria encaja en su estrategia de comunicación», explica. «Lo tienen muy trabajado. Lo conocen muy bien».

En la misma línea, Silvestre sostiene que es una manera para Podemos de marcar perfil dentro del Ejecutivo. «Están en un Gobierno de coalición en minoría, y eso te puede invisibilizar». Por ello, cree que «están alzando la voz para hacerse reconocibles», ahonda, «abanderando un discurso alternativo, introduciendo en el debate ideas que pueden parecer extravagantes a veces». El problema llega cuando, a juicio de la experta, «buscando demasiado la atención, se pasan».

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