La Fiscalía Provincial de Las Palmas pide para Francisco José F.H., conocido por Paco, una condena de 15 años de prisión por haber acabado a golpes con la vida de su tía María de los Ángeles Fernández Hernando -la llamaban Angelines- dentro del domicilio donde ambos vivían en el barrio de San Roque, de la capital grancanaria. Después de fallecida, el acusado fabricó una especie de pira funeraria en su habitación para incinerar el cadáver, aunque el humo que desprendieron las llamas provocaron que desistiera de la idea.
Según el escrito de acusación firmado por la fiscal Teseida García, Paco es autor de un delito de asesinato y le reclama, además de la pena privativa de libertad, el pago 60.000 euros de indemnización a los herederos legales de la fallecida.
EL DATO
60.000 euros es la cantidad con la que el acusado debe de indemnizar a los herederos de la víctima, según la Fiscalía. A ello, hay que sumarle los 15 años de cárcel por un delito de asesinato.
El Ministerio Público detalla en su informe que el 7 de mayo de 2023, el encausado mantuvo una discusión con su tía en la casa de ésta y, «en el curso de la misma le dio dos golpes en la cara, de forma que la misma quedó tirada en el suelo inconsciente». Posteriormente «y con la finalidad de acabar con su vida», le puso un plástico en la cabeza atado con una cuerda produciéndole finalmente la muerte a través de la asfixia por obstrucción de los orificios nasales y bucal produciéndole así una anoxia encefálica. Después, la fiscal detalla que Paco fabricó «una especie de pira» en la habitación de a víctima donde «procedió a quemar el cadáver».
Según los investigadores de este crimen, este individuo manifestó de forma espontánea en sede policial cuando se entregó que había matado a su tía porque «tenía el diablo dentro» y que la había atacado a raíz de una disputa económica motivada por la herencia. Estas frases las matizó luego y dijo que las había dicho bajo un gran estado de nerviosismo.
Según describe el atestado, paco manifestó a los agentes que la fallecida había prometido darle las escrituras de la casa donde residían para que así este pudiera legalizar las plantas superiores que había edificado el propio detenido con posterioridad a la construcción de la vivienda y que quería poner a su nombre para «que mis hijos que viven en Alemania pudieran heredarlas».
El crimen pudo haberse cometido, según los forenses, entre las 8.00 y las 23.00 horas del sábado 7 de mayo, cuando varios vecinos se alertaron de la gran cantidad de humo que salía a través de la puerta entreabierta del garaje. Según algunos testigos que declararon en sede policial, Francisco José F.H. cerró bruscamente la puerta cuando los vecinos insistieron en ayudarle. Incluso, algunos de ellos intentaron entrar a través de la rendija. Ese mismo sábado apreciaron también un fuerte olor «como de barbacoa» y a «carne quemada» que procedía del interior de la vivienda de la calle Florinda.
El domingo 8 de mayo, una sobrina bisnieta de la víctima -tras varias llamadas sin respuesta desde el sábado-, decidió acudir al domicilio con la intención de localizarla. Al llegar a la vivienda, el detenido le permitió el acceso a la misma y a la habitación de la víctima, a pesar de que el homicida se negó en primera instancia. En ese habitáculo, ella se percató de que no estaban las pertenencias de Angelines.
Ambos abandonaron el domicilio tras discutir sobre dónde estaba la señora de 90 años y el acusado procedió a cerrar la puerta con llave y se marchó del lugar a pie.
Ante esta situación, la joven llamó preocupada a la policía ante el asombro de varios vecinos de la calle quienes, tras ser preguntados, manifestaron que no tenían llave de la vivienda. La familiar les describió la apariencia y la vestimenta de Paco -chándal gris, camiseta, zapatillas blancas, canoso, con gafas y portaba una bolsa de supermercado- para intentar localizarle.
El atestado añade que los agentes comisionados llegaron al inmueble a las 13.30 horas y se encontraron la casa cerrada y sin, aparentemente, nadie en su interior. Se entrevistaron con varios vecinos y una de ellas les dijo que tenía una llave de la casa. En ese preciso instante, los policías recibieron una llamada de la central en la que se les informaba que el investigado se había entregado voluntariamente en la comisaría de Distrito Sur, donde confesó haber «matado a una persona».
Este individuo llegó portando una bolsa en la que llevaba ropa y «cosas de aseo» en previsión de que iba a ser detenido.
Tras comprobar que se trataba del varón descrito por la joven, los policías decidieron entrar al interior de la vivienda con la llave ofrecida por la vecina. Una vez dentro, todo parecía estar en orden hasta que entraron en otra habitación contigua al garaje que estaba con la puerta abierta, de pequeñas dimensiones y desde donde se desprendía un fuerte olor a humo y a quemado.
Se trataba de la habitación de Angelines y observaron que en una de las esquinas del cuarto, asomaba una manta de rafia de color azul tapando algo y rodeado por un «rectángulo formado por bloques y losetas», que las paredes de la estructura estaban quemadas y con visibles restos de humo. Los policías se percataron de que debajo de la manta azul estaba el cadáver de una mujer de avanzada edad en posición de cúbito prono, parcialmente calcinado.
Según el informe del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, el acusado quemó su cuerpo cuando la víctima ya no tenía constantes vitales. Los forenses determinaron que el «depósito negro de humo» que hallaron en la laringe de Angelines, tuvo un «origen pasivo», es decir, que no puede ser considerado «indicador de haber respirado en el foco del incendio». Los expertos consideran que se trata de un indicador que «por sí solo no prueba que la fallecida estuviera viva en el momento del incendio».
Francisco José F.H. está actualmente en situación de libertad provisional acusado de un delito de asesinato y tiene que comparecer hasta que sea juzgado todos los días 8 y 23 de cada mes. Además, le retiraron el pasaporte y se le ha prohibido su salida de la isla de Gran Canaria.
Pero su regreso al barrio de San Roque tras salir del centro penitenciario no pasó desapercibido para vecinos y familiares, que no acogieron de buen grado el hecho de que estuviera en la calle a espera de ser juzgado. En la puerta de su casa y otros puntos cercanos, aparecieron unas pintadas en las que se leía «ojo, asesino suelto», que el investigado se encargó de limpiar con sus propias manos.
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.