Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Quién sabe si el mundo está asistiendo a los estertores del estado chavista. Pocas veces se ha visto tan contra las cuerdas y pocas veces han sido tan flagrantes los indicios del fraude con el que ensucia el que debe ser el trámite más sagrado y riguroso de una democracia, el de las elecciones.
A Maduro y a su delirante dictadura en Venezuela cada vez le quedan menos apoyos en el exterior, incluso entre aquellos que teóricamente debían estar en su bando, si aceptamos esa maniquea división entre rojos y azules. Los líderes de Chile, Brasil o Colombia le instan a demostrar que fue un proceso limpio.
No le piden tanto. Bueno, no es tanto si no hay trampas de por medio, si no hubiera nada que esconder. Solo le reclaman transparencia, pero lo cierto es que más de una semana después no se han publicado las actas, abiertamente, para que los resultados oficiales puedan ser verificados. Y el régimen no solo se enroca, sino que despliega la peor de sus caras, la represiva, embarcado en una endiablada cacería contra todo el que se desmarque de la versión oficial.
Pero, con todo, lo que más me llama la atención es la posición de Zapatero, que hasta ahora no ha ocultado sus relaciones con el régimen de Maduro. Su llamativo silencio no hace sino alimentar la sombra del pucherazo. Por lo demás, nunca he entendido su defensa de un sistema que, por unas cosas o por otras, ha empobrecido a uno de los países más ricos de América Latina y ha expulsado a más de 7 millones de venezolanos.
Ahora se ha convertido en blanco fácil de las derechas. Pero es lo de menos. Era lo previsible. Lo de más es escuchar cómo explica lo sucedido: si se inmola como Monedero o si por fin se baja del burro.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.