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Diego Martínez, gesticulante, durante el partido disputado el sábado en Montjuic. Efe
Así gestó Diego Martínez el golpe de la UD: ambición, orgullo y valentía

Así gestó Diego Martínez el golpe de la UD: ambición, orgullo y valentía

Fútbol ·

El técnico huyó de las excusas antes de pisar Montjuic y retó el Barça sobre la base de un discurso optimista que caló en sus jugadores

Ignacio S. Acedo

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 1 de diciembre 2024, 17:59

Un discurso realista, ambicioso pero no derrotista, un estudio pormenorizado del rival, acatando sus escasos puntos débiles y siempre regado desde la confianza en las posibilidades propias. Y con la novedad táctica de Javi Muñoz descolgado, ejerciendo de mediapunta solidario, con recorrido para ayudar en la creación y apoyar a Silva, Sandro y Moleiro en la primera línea de presión.

Así gestó Diego Martínez el asalto a Montjuic. Salvando una baja inesperada, la de Álex Muñoz, que le obligó a calzar en el lateral zurdo a Mika Mármol, con excelente resultado además, pero sin excusas de ningún tipo.

Que la UD venciera al Barcelona en su campo 53 años después se empieza a explicar por la creencia del entrenador en que era posible una proeza imprevista en los pronósticos, esos que el propio Martínez se encargó de relativizar en la previa. «Predisponen pero no determinan», subrayó, al tiempo que apeló a la motivación que debería implicar una previsiones tan negativas para sus jugadores en Montjuic.

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Martínez convirtió esa pesadumbre ambiental en un acicate para el vestuario que, incluso, en boca de Sandro, se pronunció al respecto con relativo optimismo. «Se puede ganar siendo certeros en las áreas», dijo el ariete que iba a ser decisivo. Tan fácil de decir y tan complejo de ejecutar, lo cierto es que la UD cumplió a la perfección con el plan y añadió una premisa esencial: el orden. Todo el caos que se dio frente al Mallorca en la jornada anterior, con fallos clamorosos en el achique y en la marca, se corrigieron de un plumazo, secando el frente ofensivo azulgrana, que ya es decir.

Álex Suárez y McKenna se comieron a Lewandowski, no hubo opción a los pases filtrados que se pretendían con Pablo Torre o Fermín y Raphinha estuvo muy sujeto, pese a que marcó y tuvo un lanzamiento al larguero. Igualmente, la versión de Pedro se vio empequeñecida por el despliegue de adversarios y ayudas que se interpuso en su deseo de ganar metros y dar mordiente a las posesiones del Barça. Diego Martínez había trabajado y aleccionado a sus hombres de la importancia de un repliegue armónico, no necesariamente lejos de Cillessen, pero sí evitando espacios por el pasillo central y no descuidando el auxilio a los laterales. Al modo que se hizo en Vallecas, donde se soportó también el acoso anfitrión sin sufrir daños.

«Hemos tenido la posesión, 27 disparos a portería, 8 saques de esquina..», lamentaba Hansi Flick a la conclusión del choque, evidenciando la incapacidad propia de descifrar ese entramado en el que nunca se renunció al ataque.

Es más, en la estrategia ofensiva la UD fue capaz de eludir la trampa del fuera de juego que el Barça ha aplicado de manera tan efectiva en tiempos recientes. De hecho, en los goles de Sandro y Fabio Silva ambos se cuidaron de arrancar en posición legal para poder lanzar el galope y rentabilizar al máximo el cupo de llegadas. También se cuidó ese detalle, el de mirar al frente con fundamento y eludiendo la fórmula del paso adelante que Flick había venido estableciendo como mejor escudo ante su marco. Todo eso y más se le cayó con la llegada de la UD.

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