Comparaciones hirientes: esta UD ante un Tenerife que es colista en Segunda
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La estabilidad económica, deportiva e institucional, estar en Primera y un Mundial 2030 que le potenciará contrastan con el caos blanquiazulSecciones
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La estabilidad económica, deportiva e institucional, estar en Primera y un Mundial 2030 que le potenciará contrastan con el caos blanquiazulNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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Aunque la realidad competitiva, económica e institucional de la UD y el Tenerife es hoy antagónica, la rivalidad histórica entre los escudos mantiene siempre viva la teoría de los vasos comunicantes: una coyuntura favorable en un bando perjudica necesariamente al otro y, también, cuando las penas asolan a un actor ejercen de alivio en el contrario.
Los últimos tiempos han abierto una brecha aún mayor entre UD y Tenerife, como acredita que el presente amarillo se escriba en Primera División, y con mayor presencia en la elite en la cronología reciente (cinco campañas con la actual en la élite desde 2015), mientras que por el Heliodoro el reloj se paró hace 14 años en los que se refiere a apariciones con los grandes del fútbol nacional, siendo el curso 2009-10 el último hasta el momento en la máxima categoría.
Este escalón diferencial repercute, y de qué manera, en las finanzas y qué mejor ejemplo que la Ciudad Deportiva de Barranco Seco que la UD ha levantado con fondos propios por el músculo que le ha dado, mayormente, esa estancia continuada en Primera además de su modelo de gestión responsable y sustentado en la estabilidad que ha marcado la regencia de Miguel Ángel Ramírez en la presidencia, ya camino de sus 20 años ininterrumpidos en el cargo.
Por no hablar de una exitosa política de traspasos, con operaciones contemporáneas que han marcado época con canteranos que dejaron unos beneficios superlativos, léase Viera, Vitolo, Roque y, más recientemente, Pedri o como último ejemplo Coco. La marcha de talento propio no ha implicado la pérdida de identidad en la plantilla actual, con exponentes como Álex Suárez o Sandro, criados en la casa, como rostros visibles, por no hablar de Kirian o Moleiro, tinerfeños adoptados como propios cuando en la isla de enfrente quieren volver al jugador de la tierra, como demuestran la repatriaciones de Ángel o Maikel Mesa, este último célebre por hacer apología de la camiseta de la UD cuando vestía de amarillo a recurrir ahora a la amnesia e imitar este gesto con la enseña blanquiazul.
Romper el listón de socios, con 25.000 abonados, y lista de espera para entrar, conforma la necesaria socialización, la otra pata capital para que el proyecto sea redondo. Por las faldas del Teide quisieron este verano hacer palanca con la UD con una campaña para captar fieles en la que implicaron sus colores identificativos. Un spot tan desafortunado como criticado y que, en el colmo de la paradoja, abrió una línea de negocio en Pío XII con la comercialización exitosa de pulseras alusivas.
Y en un idea pionera, coincidiendo con el 75 aniversario, se dio el pistoletazo de salida a la cerveza Pío Pío, cuya demanda está sobrepasando todas las expectativas hasta el punto de que hay un planteamiento de construir una fábrica para la producción propia.
La elección de Gran Canaria como sede mundialista, que aparejará la reforma y modernización definitiva del estadio de Siete Palmas, con capacidad para 40.000 espectadores y unas prestaciones que lo meterán de lleno en la vanguardia, abre otra brecha sideral con respecto a un Tenerife en el que Paulino Rivero clama por esas obras comprometidas para que el coliseo santacrucero sea «digno».
Por encima de estos matices significativos y que inclinan todos los indicadores hacia el lado de la UD, las comparaciones no pueden ser más odiosas en este momento en todo lo que concierne a los dos universos. Y es la pésima situación que se vive por el Rodríguez López acentúa más si cabe todo.
Un Tenerife colista en Segunda tras cuatro jornadas, con un entrenador discutido desde el mismo momento de su elección, una plantilla bajo sospecha (y a punto de perder a Corredera, uno de sus mejores valores, y que apunta al fútbol ruso), una afición inflamada y una crisis interna imposible de disimular, con Rivero redactando comunicados en los que reconoce «indeseados comportamientos» dentro de sus órganos de gobierno y el foco puesto en José Miguel Garrido, máximo accionista, y el controvertido consejero Juan Guerrero, dibujan un panorama absolutamente desolador.
Nada que ver con una UD en la que, pese a que todavía se aguarda por un triunfo que no llega desde febrero, todos cierran filas para seguir consolidando posiciones en Primera, con capacidad para resistir tentativas de Arabia por Moleiro o hacerse fuerte frente a ofertas que considera lesivas (Betis por Valles) como últimos gestos de fortaleza y jerarquía y sin divisiones de poder.
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